"Encuentros nocturnos"
Desperté en medio de la noche con mucha sed. Así que decidí ir en busca de agua, en cuanto salí de mi habitación, el silencio en los pasillos se hizo presente. La ceremonia había finalizado hacía unas horas, y el castillo había vuelto a la normalidad.
Mientras caminaba por uno de los corredores, la luz de las antorchas proyectaba sombras largas y misteriosas en las paredes de piedra. Esto solía ser aterrador en las noches pero me había acostumbrado.
Al doblar una esquina, me sobresalté al encontrarme con Nathan, quien estaba apoyado contra la pared, con una expresión sombría y una copa de vino en la mano.
―Nathan ―saludé, un poco sorprendida.
Él levantó la vista, y por un momento su mirada se oscureció aún más antes de fijarse en mí. Se apartó de la pared y me miró con una intensidad que no esperaba.
―Elara ―respondió con voz tensa.
Me acerqué un poco más, sintiendo una mezcla de curiosidad y tensión en el aire.
―¿Qué haces aquí? ―pregunté, intentando romper el hielo.
Nathan dio un sorbo a su copa antes de responder.
―¿Acaso te importa? ―dijo simplemente, pero había una dureza en su tono que me puso en alerta.
Bien.
Sin nada más que decir, continúe mi trayecto hacia la cocina, sin embargo, antes de que pudiera desaparecer de su vista, volvió a hablar.
―Fue una noche... interesante ―comentó a mis espaldas.
―¿Disculpa? ―dije dándome vuelta para encararlo.
Nathan esbozó una sonrisa irónica, que no llegó a sus ojos.
―Sí, especialmente tu baile con Lord Jullian ―respondió, con un tono cargado de resentimiento.
Sentí un leve calor en mis mejillas, pero me mantuve firme.
―Fue solo un baile, Nathan. La cortesía lo requería ―expliqué, intentando que mi voz sonara tranquila.
Él se quedó en silencio por un momento, mirándome fijamente con una mezcla de furia y algo más que no podía identificar.
―¿Solo cortesía? ―preguntó sarcásticamente ―. Parecía más que eso desde donde yo estaba.
Me sorprendí por su actitud. ¿Era lo que yo creía?
―¿Estás... celoso? ―pregunté, incrédula.
Nathan dejó escapar una risa amarga.
―¿Celoso? No, Elara, solo estoy sorprendido de lo fácil que parece para ti fingir que todo está bien mientras coqueteas con otros ―replicó subiendo de tono.
―¿Coquetear? ¡Estás siendo ridículo! Sólo fue un simple baile. ―respondí, empezando a enfadarme por su acusación.
Nathan se acercó más, invadiendo mi espacio personal.
―¿De verdad crees que soy tan estúpido? ―espetó.
La intensidad de su enojo me dejó sin palabras por un momento. ¿Desde cuándo le importaba tanto lo que hacía o dejaba de hacer?
―No entiendo por qué estás tan molesto, Nathan. ―dije, tratando de mantener la calma.
―Olvídalo. ―replicó con voz llena de desdén.
―No, ya comenzaste, ahora continúa ―dije acercándome aún más a él.
Sentí cómo la frustración y el enojo crecían dentro de mí. ¿Cómo se atrevía a decirme de que había coqueteado cuando él mismo no era un ejemplo de ello?
―¿No tienes más nada que decir? ―repliqué, alzando la voz más fuerte de lo que pretendía―. Porque creo que se te olvida mencionar que tú también has pasado toda la noche coqueteando con Celestya.
Nathan frunció el ceño, sorprendido por mi acusación.
―Eso es diferente ―dijo, utilizando un tono defensivo.
―¿Diferente? ¡No, no lo es! Te he visto con ella, riendo y hablando como si nada más importara. Y ahora vienes aquí a acusarme de coquetear con Lord Jullian. ¡Es una hipocresía! ―espeté, sintiendo cómo la ira me embargaba.
Nathan apretó la mandíbula, visiblemente molesto.
―Celestya y yo... ―comenzó, pero se detuvo, como si no supiera cómo continuar.
―¿Qué pasa? ¿No tienes una buena excusa? ―lo desafié, cruzando los brazos.
Él dio un paso hacia atrás, claramente frustrado.
―Esto no lleva a nada ―dijo finalmente lanzando un gruñido―. Solo... olvídalo.
Sin más, se dio la vuelta y comenzó a caminar por el pasillo, dejándome sola con mis pensamientos y una sensación de desconcierto. Observé su figura desaparecer en la oscuridad, preguntándome qué había desencadenado esa reacción en él.
Con un suspiro, continué mi camino hacia la cocina, esperando que un poco de agua fresca pudiera calmar la tormenta de emociones que sentía dentro de mí.
Lo que acababa de ocurrir con Nathan no dejaba de rondar en mi mente. ¿Por qué había reaccionado así? Había dejado muy claro desde el principio que nos llevábamos mal, que esta situación era una obligación más que una elección para ambos. Entonces, ¿por qué esa muestra de celos y enojo?
Me detuve un momento en medio de la sala principal en cuanto bajé las escaleras.
Quizás había más detrás de la fachada de indiferencia y enemistad que ambos habíamos mantenido. Tal vez Nathan, a pesar de todo, sentía algo más profundo de lo que no estaba dispuesto a admitir, ni siquiera a sí mismo. Después de todo, nuestras vidas habían cambiado drásticamente y nos encontrábamos en una situación que ninguno de los dos había pedido. Tal vez, bajo la superficie de hostilidad, había una conexión, una chispa de sentimientos no reconocidos.
Otra posibilidad era que Nathan se sintiera amenazado en su orgullo. Nuestra relación estaba llena de tensión y competencia, y el hecho de que otro hombre me prestara atención, aunque fuera por cortesía, podría haber tocado una fibra sensible. Quizás, en su mente, yo era parte de su territorio, algo que ni siquiera él mismo había reconocido.
Me preguntaba si, en el fondo, Nathan se preocupaba más de lo que estaba dispuesto a mostrar. Tal vez temía que, en este juego de apariencias y alianzas, pudiera perder algo que, hasta ahora, había dado por sentado.
O quizá era una combinación de todo eso. La tensión constante, la proximidad forzada, la presión de mantener una fachada de unidad por nuestros padres... todo eso podría estar pasando factura, sacando a la superficie emociones confusas y contradictorias.
Llegué a la cocina y bebí un vaso de agua, tratando de calmarme. Sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentarme a Nathan nuevamente y encontrar una manera de manejar esta complicada dinámica entre nosotros. No podía permitirme el lujo de dejar que estos sentimientos no resueltos interfirieran con nuestras responsabilidades.
Pero mientras tanto, me quedé allí, reflexionando sobre lo que realmente significaba nuestra relación y cómo íbamos a navegar por este mar de emociones turbulentas que, al parecer, ambos estábamos experimentando.
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ᴠɪ́ɴᴄᴜʟᴏꜱ ᴅᴇ ʜᴏɴᴏʀ ©
RomanceEn un reino donde la rivalidad entre dos castillos se ha prolongado durante siglos, el destino une al Rey Alexander de Hillcrest y la Reina Isabella de Greenwood en matrimonio. Sus hijos mayores, el arrogante Príncipe Nathan y la cautivadora Princes...