Harry estaba sentado en su escritorio. Era de madrugada, pero el sueño parecía haber desaparecido de su sistema cuando la realización de la noche lo abofeteó.
Levantó la vista de su cuaderno, mirando de reojo a su cama. Sophia estaba metida entre sus sábanas, desnuda de la cintura hacia arriba. El olor a alcohol que destilaba la muchacha no hacía más que llenarlo de aprehensión. Ella había intentado arrastrarle hacia su cuerpo, con la intención de que bajara en ella y tuvieran una noche divertida.
Y a él, en plena etapa hormonal, le había costado bastante resistir los impulsos de su cuerpo. Pero mentalmente era fuerte. Cada vez que ella se había abalanzado sobre él, la imagen mental Hermione le permitía mantener su resolución fuerte, y no ceder ante los chantajes de los Conners y los avances sexuales de una inexperta niña borracha.
Y él había vuelto a someterla con su magia, haciéndola entrar en un trance somnoliento que le permitiera escapar de sus brazos. Ella soñaría con entregarle su inocencia, y él tendría pesadillas por siempre de no ser libre para elegir a su amante. Y, aunque no hubiera compartido ni un roce de labios con esta mocosa, no podía evitar sentirse sucio al haber tenido en brazos a una pareja que no era la suya.
Un pensamiento noble en una mente de moral cuestionable. Que ironía.
Pero antes de que su mente comenzara a divagar hacia pensamientos oscuros que hicieran mella en su frágil seguridad, Harry había encerrado sus recuerdos de esa noche en un trance de Oclumancia. Él se había sentado en su escritorio, intentando pasar por sus notas ritualisticas con más vehemencia de la que debería. Esta actitud no era sólo resultado de su encuentro con el Señor Oscuro. La impotencia de sentirse incapaz de ejercer libertad lo estaba atormentando, empujándolo a precipitarse en una línea de acciones poco razonable y extremadamente arriesgada.
Y, lo peor de todo, era no darse cuenta. Su paranoia nunca se lo permitiría.
Y que Ominis Slytherin se lo perdonara, pero después de una noche de tragos y creciente resentimiento y lujuria acumulados, Harry quería asegurarse de ser libre lo más rápido posible, al diablo con las consecuencias.
Por eso miró las 7 runas que había decidido irían en su espalda. Los cálculos de Aritmancia cerraban a muy duras penas. Era muy probable, demasiado probable, que hubiera consecuencias inesperadas. Pero, ¿Qué pesaba más? ¿El miedo a su debilidad, o el miedo a las consecuencias?
"Mi amor..."
Harry se atragantó en su botella de agua.
Sophía se removió en su cama, mientras comenzaba a respirar de manera entrecortada. Pero el movimiento bajo las sábanas sugería que sus sueños húmedos estaban llegando a otra altura.
Y, en lugar de sentirse afortunado de que una chica mayor estuviera fantaseando con él, solo consiguió que las náuseas subieran por su tracto digestivo más rápido de lo que era necesariamente normal.
Y luego se hizo otra pregunta acerca del ritual, Si que alguien actuara de manera hormonal con él le causaba tanta aprehensión como que su cuerpo respondiera a ello, ¿Era lo correcto maximizar este proceso en la búsqueda del desarrollo de su cuerpo?
Y luego vino un pensamiento morboso a su mente. Un peleador se rompería los huesos para que se recuperaran más duros que antes. ¿No se trataba de eso? Sufrir primero para sobreponerse después.
El Sacrificio hace a la excelencia.
Volvió a mirar su cuaderno, una risa oscura escapó de sus labios. Era mejor no posponerlo más.
Tomó de una pila de papeles y escribió una nota rápida.
"Necesito resolver unos asuntos familiares, lamento no verte despertar. Nos veremos en la brevedad. Disfruta un café para mí.
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El Camino del Hechicero
FanfictionDejado en un orfanato a corta edad, y adoptado poco tiempo después por una pareja de escaladores sociales, Harry se propone a conquistar el mundo. Aunque tenga que sufrir y sangrar, todos van a obedecerle, todos los que le opongan caerán, rodando un...