Desde Cero

96 12 0
                                    

Mis piernas estaban entumecidas por mantener la misma posición durante horas, sentada en ese autobús que kilómetro a kilómetro me alejaba de todo lo que conocía. La carta del abuelo me daba vueltas en la cabeza desde que la leí. Había entregado mi vida después de la preparatoria a trabajar, no creí que fuera así pero era la realidad, horas tras un escritorio de empresas Joja, respondiendo llamadas y acomodando papeleos interminables, hojas de cálculo y el idiota del encargado que no paraba de apresurarnos a todos y no dejaba ir a nadie a casa hasta terminar cada cosa pendiente aún si el turno ya había terminado. Guardaba esa carta en mi cajón del escritorio, junto a otros muchos papeles de la empresa, la había leído un día que me sentía triste. Mi vida antes de estar sentada aquí había sido desastrosa, me sentía atrapada y sin propósito, lo peor es que no tenia adonde huir, no había manera de escapar del mundo capitalista que me rodeaba, no era como que pudiera renunciar a Joja y listo, significaba no poder pagar las cuentas, tener que buscar otro trabajo quien sabe de que y rogar que la paga fuera buena.
Por eso cuando leí la carta de mi abuelo no pude creer que parecía la solución a todos esos problemas, parecía irreal, pregunté a mi madre que porque no me había dicho que heredaría la granja del abuelo, ella dijo que fue petición de él, que quería que valorara el regalo y lo tomara solo cuando me sintiera cansada de la vida que llevara. Le echaba de menos, me conocía tan bien y sabía que la vida que estaba forzada a tener no iba a gustarme. El me vio cuidar su jardín cuando la abuela murió y el estaba muy débil. Hasta el día de hoy creo que mi abuelo murió más por extrañar a la abuela que por su enfermedad. Sentí como mis ojos se nublaban por lágrimas. Cumpliría el sueño del abuelo, terminaría lo que el comenzó.

El autobús se frenó frente a un pedazo de campo abierto, vi la figura de una chica pelirroja saludándome desde fuera, tomé mi mochila, mis maletas y bajé del autobús con duda. Tan pronto como puse un pie afuera la chica se dirigió hacía mi.
—¡Hola! Soy Robin, la carpintera local. El alcalde Lewis me envió aquí para recogerte y mostrarte el camino a tu nuevo hogar. El ya está ahí ahora, acomodando las cosas para cuando llegues.
Robin era una mujer de estatura mediana, tenía ojos verdes y una sonrisa amable.
—Hola, mucho gustó. Muy bien, lamento que se tomaran tantas molestias.— Respondí titubeante por el nerviosismo.
—Nada de eso, la granja esta por aquí, sígueme. —
Caminamos un trecho angosto, me sentía incomoda, quería conversar para aligerar la tensión pero antes de que pudiera abrir la boca vi un letrero que decía "Haldyn Hotel Farm"
—Aquí es.
Mis ojos se encontraron con una choza vieja, de madera gastada y cristales sucios, rodeada de arboles altos y frondosos, maleza en el piso, ramas y pastizales que no permitian ver mucho de la tierra debajo. Hice un gesto de sorpresa y me detuve unos instantes.
—Qué pasa?— me preguntó Robin desconcertada.
—Hace un tiempo que nadie pisa aquí ¿no?
—Si, está un poco descuidado y hay mucha hierba, pero debajo te aseguro que hay un gran suelo para sembrar. ¿Te parece si nos acercamos?
Dimos unos cuantos pasos entre la hierba, esquivando ramas y rocas, subimos las escaleras que daban al porche de la casa y la puerta se abrió de repente.
—¡Ah, la nueva granjera! Bienvenida, yo soy Lewis, el alcalde de Pueblo Pelicano. ¿Sabes? todo el pueblo ha estado preguntando por ti. No todos los días se muda alguien a este pueblo, ciertamente es un evento extraordinario. — Lewis era un hombre anciano con bigote, alto y con una mirada cansada que parecía tener muchas cosas que contar.
—Estoy emocionada por conocerlos a todos, es un gusto estar aquí. Todo se ve maravilloso. — dije bajando mis maletas al piso.
Lewis me sonrió y se giró hacía la choza.—Aquí esta, esta es la antigua choza de campo de tu abuelo. Es una gran casa, muy rústica.
—¿Rústica? más bien parece en ruinas. — 
—Eso es muy grosero Robin! No le hagas caso, solo intenta que te sientas insatisfecha y así la contrates para mejorarla un poco. Como sea, será mejor que descanses, tendrás mucho que hacer y muchos con quien presentarte en el pueblo mañana.
Robin y Lewis se alejaron de mi por donde vinimos mientras me decían adiós agitando sus manos. Me quedé allí entonces, respiré profundo y noté el fresco aire que soplaba moviendo mi cabello. Todo era muy diferente, para empezar no había asfalto por todos lados, ni siquiera había personas en mi campo de visión. Disfrute un momento la vista y luego tomé mis maletas de nuevo para meterlas a la casa. Pensaba hacer un poco de aseo pero me di cuenta de que ya alguien lo había hecho por mi. Habían algunos muebles viejos, sencillos pero lindos sin duda. ——Me encanta—. Pensé, y me dispuse a desempacar todo lo que tenía, que no era mucho porque quería viajar ligera y porque solo me había hecho de ropa para trabajo de granja semanas antes de venir a Pueblo Pelicano. Compré overoles, un par de botas, camisetas de franela, todo lo que supuse que sería necesario para la vida de campo. Cuando terminé me acosté y como estaba fatigada y escuchaba pacíficos ruidos de grillos, ranas y viento no me tomó mucho tiempo poder dormir.

 Cuando terminé me acosté y como estaba fatigada y escuchaba pacíficos ruidos de grillos, ranas y viento no me tomó mucho tiempo poder dormir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Planté GirasolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora