Si, Un beso

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Comenzaron la partida y Haley se sentó en el sofá que había al lado de la mesa de billar a esperar su turno. Alex la miró y le preguntó con gestos si quería que le trajera otra cerveza. Haley contestó que sí asintiendo y cuando Alex fue a la barra a traerla sintió libertad de mirar a la granjera. Observó cuando fue su turno de tirar. Atenta. Miró sus brazos tonificados tensarse, su posición agachada sobre la mesa, su cabello castaño caer sobre su cara. Una mano le extendió el taco de billar y saliendo de su meticulosa observación a la granjera se dio cuenta de que era Sebastian.
—Te toca.
—Claro. —Respondió Haley y tomó el taco, se puso de pie y acomodó su falda. Se acercó adonde estaba la granjera de la manera más disimulada que pudo. Quería ver sus manos. No sabía exactamente porqué, sus piernas caminaban solas. Cuando se acercó suficiente pudo notar que sus dedos eran largos. No pudo observarlos mucho tiempo de manera justificada pues terminó su tiro y se levantó apoyando su taco en el piso y soltando un suspiro que empujó uno de los mechones que caían sobre su frente.

Tenía que tirar ahora, se acomodó y se percató de que la granjera no la veía, de hecho se había dado la vuelta para ir a la barra. Se concentró en su tiro sintiéndose tonta por estarle prestando tanta atención. Falló, le dio el taco a Sebastian de vuelta y se quedó apoyada en el filo de la mesa de billar. Alex volvía con su cerveza esta vez acompañado de la granjera y verlos juntos le hizo fruncir el ceño y no porque Alex estuviera cerca de ella precisamente. Alex le dio su cerveza y ella la bebió casi hasta la mitad con rapidez.
—¡Hey! Tranquila... Hay más de donde vino esa. — Le dijo Alex y ella lo miró con molestia.
—Está bien, Alex. Déjala divertirse un poco. Nunca vienen aquí.— dijo Sam mientras apuntaba su jugada y fallaban estrepitosamente cada una de las bolas.
—Vaya si que eres malo. Cuídame esto. Mi turno.— Le dijo Alex extendiéndole su cerveza a Abigail.
Haley bebió lo que quedaba de su cerveza y fue por una más. Deseaba parar de buscar a la granjera con la mirada a cada mínima oportunidad. Se sentía confundida y enfadada.  Volvió con los demás y trató de charlar con Sebastian sobre lo que fuera pero no lograba prestarle atención del todo. Aunque como fuera, no se perdía de mucho, lo sabía. Sebastian no era de bastantes palabras y seguro le parecía extraño que ella estuviera hablándole en primer lugar, pero ella no quería estar cerca de Alex así que lo dejó convivir con Sam a sus anchas.

Pasado el rato sintió como la cerveza cumplía su cometido. Se sintió de mejor humor y cuando le tocaba tirar adoptaba una actitud coqueta que sin darse cuenta del todo terminaba dedicando a la granjera. Quería su atención. En uno de sus tiros se inclinó mucho sobre la mesa, arqueó un poco la espalda provocantemente y miró en dirección a la granjera quien para su agradable sorpresa ya la miraba con una estúpida cara que hizo que soltara una sonrisa de satisfacción pero que tuvo que ocultar bajando el mentón para que su cabello no dejara verla.
Anotó dos bolas y todos festejaron asombrados. Se levantó sonriendo con orgullo —Más por conseguir llamar su atención que por el exitoso tiro.— y pasó su mano por su cabello para refrescarse un poco la cara. Suspiró y quiso mirar en dirección a la granjera para ver su reacción pero sintió como la mano de Alex rodeaba de repente su cintura.
—Esa es mi chica. — le dijo y Haley sintió que el mareo la invadía, apoyó su mano sobre la suya para sostenerse. Abrió la boca para decir algo pero se detuvo. Quiso quitarse la mano de Alex de su posición. Miró rápidamente hacia donde la granjera quien distraída de la situación tomaba su taco para tirar.
—Veamos si puedo mejorar esa maravilla de tiro.— Dijo ella y puso toda su atención a sus movimientos. La vio incorporarse, la vio quitarse uno de los tirantes del ridículo overol que llevaba puesto. La vio disparar y vio también con asombro como 3 bolas entraban en los agujeros. Aturdida por la impresión del atrevimiento de Alex, el fantástico tiro de la granjera y la cerveza, arqueó una ceja con indignación. Parecía que una guerra se desarrollaba entre la energía de ambas, como si la granjera le dijera "mírame, estoy aquí" y luego ella hiciera lo mismo con más fuerza. Era insoportable. El enojo de no entender la situación creció más en su estomago y un arranque le hizo decidir no tomar mal que Alex estuviera haciendo una de sus jugadas para intentar volver con ella.

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