La Granjera

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Por la tarde había salido a tomar fotografías, llevó su mejor cámara porque sabía que el día era perfecto, la luz en las flores y los destellos sobre el agua del lago le darían el resultado que buscaba obtener con su sesión del día y el mejor lugar para esto era cerca de la casa de Marnie, ahí las flores crecían cerca del agua y los insectos pequeños y mariposas se paseaban y revoloteaban ofreciendo pacíficos escenarios que Haley quería retratar.
Comía una manzana como refrigerio después de un rato de estar haciendo anotaciones sobre los valores que había usado para sus fotografías y no olvidarlos cuando escuchó la puerta de Marnie abrirse. Le saludó con un gesto amable y ella le devolvió el saludo sosteniendo la manzana con los dientes y alzando una mano. Se recostó en el pastizal y siguió escribiendo alzando su libreta aún con la manzana en la boca. Cuando terminó de apuntar, bajó la libreta y miró las nubes. ¿Alex le habría preguntado ya a la granjera si querría salir esa noche? Se preguntó.

Un sonido de movimiento entre unas hierbas un poco más lejanas llamó su atención. Miró y se encontró con una rana enorme que se movía entre las rocas y el pasto húmedo. Haley se quitó la manzana de la boca y preparó su cámara lo más rápido que pudo, ajustó de nuevo y comenzó a disparar algunas fotografías a la rana que se quedó estática sobre una piedra musgosa. Cerraba un ojo y ajustaba el enfoque, luego cambió su posición a una más agachada que le permitiera estar más cerca de la rana sin asustarla. Una fotografía, dos, tres. Ya solo le quedaba poca película a su cámara y quería una toma perfecta así que con cuidado apoyó su brazo sobre el piso y se inclinó hacia adelante apuntando con el lente. La rana se movió sintiéndose en peligro pero no se fue. Un poco más. Tenía que acercarse un poco más y tendría la fotografía perfecta. La posición era cansada y sostenía la respiración con el dedo puesto sobre el disparador. La rana saltó y disparó. Con suerte tendría una grandiosa fotografía de esa rana en pleno salto. Rebobinó su cámara y se sacudió un poco la falda cuándo escuchó unas voces tras ella así que miró en la dirección que provenían.
Sintió un frío recorrerle la espalda. Allí estaba. Era la granjera hablando con Marnie. Parecía a penas estar llegando al rancho pero Haley se inundó de una vergüenza absoluta al no tener nada que conversar con ella y menos así, sin haberlo planeado. Vulnerable, tomando fotografías de cosas bobas, imaginó la explicación que tendría que dar mientras recogía velozmente sus pertenencias para huir antes de que terminaran de hablar, y lo logró. Cuando tuvo todo más o menos listo se levantó y a paso veloz se fue por donde había venido. Su corazón latía rápido y entró con prisa a su casa cerrando la puerta tras ella con rudeza.
— ¡Aghhhh!
—¡¿Qué te pasa, Haley?!— preguntó Emily molesta por el portazo que acababa de dar.
—¿Ya conociste a la nueva granjera?
Le respondió que no aún, que por qué y Haley solo se dio media vuelta con expresión molesta y se encerró en su habitación. Tomó el teléfono mientras se sentaba sobre la cama y llamó a Alex de nuevo para decirle que ya no quería ver a la granjera, que mejor fueran solo ambos por la noche a tomar un trago.
Por supuesto, Alex aceptó la invitación, y quedaron de verse más tarde. Que el pasaría por ella a su casa y de ahí se podrían ir juntos. Haley se sentía horrorizada de imaginar que la había visto agachada y removiéndose entre la maleza.
No pudo ver mucho de ella, tenía el pelo café y un poco desordenado, ojos cafés eso lo supo por el instante que sus miradas se cruzaron. Y estaba ridículamente vestida como lo que era, una granjera. Llevaba un overol y botas de trabajo, un pañuelo colgando en su cintura y un cinturón de herramientas de jardín.
Se quedó un momento en silencio y pensó en el momento que sus ojos se encontraron. Cuando se descubrió distraída por ese recuerdo, cerró los ojos y sacudió un poco la cabeza, se levantó para alistarse y buscó en su closet algo que le quedara perfecto. Tenía mucha ropa. Sus padres siempre que la llevaban a la ciudad le daban dinero suficiente para hacerse de casi un armario completo, así que encontrar un buen conjunto no fue problema. Se puso una falda corta de color rosa, una blusa tipo crop de color verde y unas zapatillas de tacón en punta. No solía usarlas mucho en el pueblo porque casi todo era terracería pero está noche solo estaría en el comedor y no veía inconveniente. Se maquilló y se echó una rociada de su perfume favorito.
Cuando se hicieron las 8, Alex llamó al timbre y Haley tomó su bolso, le abrió la puerta y le tomó del codo para tener mejor equilibrio en el accidentado camino de piedras que llevaba al salón. Una vez ahí, Alex empujó la puerta con decisión y Haley entro tras el, como tenía una espalda muy ancha de principio no pudo ver muy bien nada enfrente pero no lo necesitó. Ahí estaba ella de nuevo. La granjera sentada en la barra con una taza de café en la mano y Alex le estaba hablando. No pudo escuchar lo que dijo porque estaba muy ocupada viéndola con atención. Los ojos de la granjera se posaron sobre los suyos y sintió como su estómago se removía.
—No sabía que me buscabas, lo siento, Alex.— dijo ella respondiendo a lo que sea que Alex hubiese dicho antes.
—No pasa nada, que buenos que estás aquí. Mira ella es Haley.
La presentó y la granjera le tendió la mano con algo de duda.
—Hola... — le dio la mano. Era firme y estaba cálida por el café que estaba bebiendo. El resto de la introducción fue incómoda. No tenía adonde huir de sus bochornos de aquella tarde.
—¿Qué les parece si vamos a buscar una mesa más amplia para todos?
Estuvieron todos de acuerdo y Alex caminó al frente muy a prisa para tomar la mejor mesa grande que había. Haley caminó al par de la granjera y sintió una extraña tensión que no podía explicar. Notó que era más alta. No demasiado pero le sacaba algunos centímetros completos.
Cuando se sentaron en la mesa, la granjera quedó ubicada en la silla frente a la de Haley y Alex se sentó al lado de ella.
—Bien aquí estamos, Haley me había dicho antes que te invitara aquí como ya te dije, pero no pude toparme contigo. — 
Haley tuvo que aguantarse el calor que sentía en las orejas. La había delatado y no había escapatoria alguna ahora.
—¿Ah si? Bueno entonces que suerte que pudimos vernos aquí.— dijo la granjera mientras se recargaba en el respaldo de la silla y subía una pierna sobre su otra rodilla para adoptar una posición más cómoda. Haley miraba sus movimientos con atención pero aún no había sido capaz de decir nada.
—¿Por que te mudaste aquí? No muchos se acercan por estos rumbos. Ni de paseo ya te digo yo.— Bueno, mi abuelo...
—Hola chicos, les traigo estas. Cortesía de la casa para festejar la llegada de la nueva granjera.—Interrumpió Gus dejando tres tarros de cerveza en nuestra mesa. Todos dieron gracias al unísono y Gus se alejó de la mesa haciendo un ademán de aprobación.
—¿Qué decías?
—¿Eh? — Preguntó la granjera con una cara que le pareció estúpida a Haley. No pudo contener arquear una ceja.
—Sobre tu abuelo. —Le recordó Alex.
—Ah si. El me dejó la granja, me dijo que viniera aquí cuando estuviera cansada de la vida de la ciudad. Se puede decir que solo decidí tomar el regalo que me dio.
Haley sintió un disgusto crecer en su estomago.
—¿Es en serio? ¿Dejaste tu vida en la ciudad por venir a este lugar? Es un poco bobo. No te ofendas pero de aquí todos queremos salir. No hay nada que hacer, ver o adónde ir. No puedo creer que prefieras esto a estar rodeada de gente, actividades...—
Las primeras frases que le había dedicado la rubia y cuando se dio cuenta de que había dicho más de lo que quería sintió un poco de vergüenza por haberse sobresaltado así frente a ambos.
La granjera la miraba directamente a los ojos mientras un silencio se apoderó de la mesa unos segundos. Haley sintió como su cara se ponía roja. Notó como la granjera miró hacia sus manos que tenía apoyadas sobre la mesa y rápidamente las escondió debajo y eso pareció despertarla del trance en que se había quedado.
—No lo sé. Quizá la vida allá ya no significaba nada para mi. Aquí puedo ver que hay gente interesante. Y cuando tu gustes podemos ir a la ciudad si quieres. Simplemente yo no quiero vivir así. Atrapada en apartamentos que cuestan mi sueldo entero. Trabajar tras una computadora todo el día. Es terrible. Aquí no lo sé, hasta los rayos de sol tienen aroma.

Haley tenía los ojos estáticos en sus labios mientras hablaba. Sintió su corazón casi salirse de su pecho. ¿Qué estaba diciendo? ¿La acababa de invitar a ella y solo a ella a la ciudad? ¿Por qué no mencionó a Alex? y ¿Gente interesante? De repente sintió que tenía que darle un trago a su cerveza. Alex soltó otras cuantas preguntas y siguió la conversación, pero Haley solo podía ver sus dedos sosteniendo su tarro, como se inclinaba para apoyar su codo en la mesa, su cabello sobre sus mejillas y una mancha de tierra que tenía en el antebrazo. Tenía brazos musculosos y definidos. "Como si hiciera tanto ejercicio como Alex" pensó.
—Supongo que ambos viven con sus padres aquí ¿no?— preguntó la granjera.
—Vivo con mis abuelos, cuando quieras puedes pasar a dar una vuelta. Mi abuela es muy amable con todos y mi abuelo aunque es amargado la verdad es que las visitas le caen bien de vez en cuando. — Alex tenía un tono alegre en sus respuestas y a Haley esto le pareció fastidioso. Deseó que se fuera.
La granjera le respondió que se pasaría algún día a decir hola. —¿y tú?— le preguntó sacándola de su silencio.
—Vivo con mi hermana.— No quiso dar más información de la necesaria.
—Supongo que aún no la conozco. ¿Viven solas?
—Si. Hace dos años. Cuéntame...¿Qué haces en esa choza descuidada todo el día?
La granjera se incorporó hacia enfrente y Haley retrocedió al sentir que estaban relativamente cerca.
—Plantar coliflores, rábanos, mantener húmeda la tierra, estoy ahorrando un poco para conseguir unos pollos y patos. He quitado maleza que tenía apoderada la granja. Cosas así.
Haley le dedicó una sonrisa sarcástica. —Suena a mucho trabajo. Honestamente no podría vivir así.
—Quizá no es para todos. ¿Cuántos años tienes?— Le soltó tan abruptamente esa pregunta que sintió como la cerveza se desviaba en su garganta así que se la aclaró un poco.
—22, Alex tiene 24 ¿y tú?
—22 igual. ¿Qué hay de los chicos del fondo? ¿También en los 20?
—¿Sebastian, Sam y Abigail? Si, tienen que tener mas o menos 22 a 25. De vez en cuando nos juntamos, es más les diré que nos inviten a una partida de billar ahora mismo.— Dijo Alex para incluirse en la conversación y se levantó a prisa y sin esperar la respuesta de ninguna. Lo vieron alejarse y saludar a todos en la mesa de billar. Haley sintió un alivio extraño de que se fuera un momento.
—Es acelerado ¿Verdad?— le preguntó la granjera.
—Si lo es, a veces demasiado.— Respondió Haley poniendo los ojos en blanco un segundo.
—Y... ¿Ustedes están?...
—¡Oh Dios, no! Al menos ya no. Antes salíamos pero, creo que ahora es mejor así.— Haley se apresuró a responder. Sentía su corazón ahora en la garganta y tenía nauseas. ¿Por qué todas esas preguntas? Eran normales ¿O no? Todos creían que Alex y ella salían. No tenía motivos para pensar que la nueva no lo creyera también.
—Disculpa. Es que se ven unidos.
—Todos dicen eso, pero Alex y yo funcionamos más de manera fraternal.— Los latidos se sentían hasta en la punta de sus dedos. Miró la boca de la granjera. Pensó en que no debería pero se sentía incapaz de detenerse.
La granjera dio un trago de cerveza asintiendo y un poco de líquido se le escurrió por la comisura de la boca, se limpió con el dorso de la mano. Haley observó toda la acción conteniendo la respiración.
—Creo que no nos invitan a su partida de Billar.— Haley cambió rápido el tema y miró hacia donde estaban los demás para lograr quitarle los ojos de encima. Sam le saludó e hizo un gesto para que se acercaran.
—Vamos. Aunque te advierto que Sebastian es muy competitivo.— Se levantaron de la mesa y Haley miró a la granjera ponerse de pie y acomodarse un tirante del overol. Dio el ultimo trago de su tarro y ella la imitó.
—Vamos. También yo soy competitiva.— Esas palabras le hicieron sonreír y sonrojarse un poco. Caminaron juntas hacia la mesa de billar.

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