Pasó un día antes de que alguien viniese a verme.
Sabía quién era más o menos.
Tenía una memoria terrible en lo que a personas se trataba. Sus nombres, sus caras... necesitaba un tiempo extra para grabarlos en mi cerebro.
Pero a la chica frente a mí, la recordaba. Su cara, al menos. Había sido amiga de Claire, mi hermana mayor, antes de que perdieran toda su fortuna y después de que aparecieran de la nada, de nuevo.
—Levanta— ordenó. Su voz fría como el metal de una daga.
Tirada contra la esquina de una pared en ruinas, solo podía pensar en que no recordaba su nombre. Algo que tampoco era una novedad.
Erlay..., Ermein... No, esa era la otra chica, la de las flores. Aunque estaba segura de que ese no era su nombre.
Mi mente, dispersa y destruida, no lograba centrar un pensamiento.
La joven me repasó con la mirada y bufo, marchándose con la barbilla en alto como una reina sin trono. Bien, podría volverme cenizas allí, por lo que me importaba.
Pero la joven, la de ojos de hierro, volvió. Esta vez acompañada por un hombre más mayor. Entre ambos me levantaron del suelo, arrastrándome sobre las cenizas fuera de mi propiedad destruida hasta un carruaje y me llevaron a un enorme y precioso castillo de mármol blanco y techos esmeralda que reflejaba el sol en todo su esplendor, quemando mis retinas por completo. Odiaba la luz. Sobre todo, cuando brillaba de esa forma.
Los criados me asearon y cambiaron de ropa. Resultó incómodo, no estaba acostumbrada a que me asistieran, pero no importó. Luego me sentaron en un comedor demasiado grande para los tres únicos residentes de la casa y plantaron un plato frente a mí, rebosante de comida.
Deteniéndose a mi lado, la dama de hierro me ordenó que comiera, igual que haría con un perro. De cualquier forma, no me queje, después de todo ellos fueron los únicos que pasaron por encima de las habladurías e intentaron ayudarme. Y de verdad que lo intenté, comer, estaba hambrienta pero el nudo en mi garganta era demasiado grande.
Al ver que no comía, la joven comenzó a hablar.
—Ni siquiera sabes quién soy, ¿verdad? — su tono parecía lanzar cuchillos —Todos en este lugar saben lo horrible que eres con los nombres. Igual que todos saben ya tu sucio secretito, que eres peor que los hijos de los benditos. — gruñó ella. —Apreciaba a tu hermana, así que te quedarás. Pero no quiero que hagas alguna cosa rara por aquí. Nada de curiosear, nada de Faes horribles aquí. Ya tengo suficiente con que todo el pueblo sepa que estás bajo mi techo.
Ella se levantó y se fue. Y ese día una nueva rutina comenzó.
Y, por primera vez en mi vida, pude dormir toda la mañana y despertarme a mediodía. Mantuve las cortinas cerradas hasta el atardecer, cuando las abrí para observar al sol ser consumido por la oscuridad en la lejanía del horizonte. Luego me escabullí al mismo lago que tanto había disfrutado tiempo atrás y lloré hasta el amanecer, cuando me arrastré hasta la habitación en la que me hospedaron con las mejillas sonrosadas y húmedas y los ojos rojos e hinchados, la garganta afónica por gritar y sollozar sin cuidado ni importancia de algo o alguien que pudiera escucharme y querer arremeter en mi contra.
Y luego lo repetí una y otra vez sin cansancio.
El personal de la casa Archeron tardó meses de verme deslizarme como un fantasma todos los días al alba para pasar del desprecio al que tan acostumbrada estaba a la compasión. No aprobaban mi "pasada" curiosidad sobre los feéricos ni tenían un buen concepto de mí, pero me compadecían. Con el tiempo dejaron de intentar forzarme a salir y comenzaron a dejar mi comida en el escritorio, también dejaron de tratar de solucionar mi desorden en las horas de la en las que dormía, perdida en mis sueños de tortura y muerte, siendo las sombras y las estrellas en ellos mi único consuelo.
ESTÁS LEYENDO
Una Corte de Muerte y Sombras
FanfictionClare Beddor fue torturada y asesinada por Amaranta, su familia muerta en un incendio provocado en la casa familiar. O eso es lo que cree Feyre. Cuando Feyre regresa a la Casa Archeron tras los sucesos en la Corte Primavera, esta se entera del desti...