Durante toda la semana siguientes encontré la motivación de revolver y revolver en las estanterías de las Archeron, siempre tratando de encontrar libros de interés para mi investigación y siempre fallando en el intento. No encontré nada más allá de las ya conocidas fábulas de terror que estaba segura que formaban parte de todas las estanterías de este lado del muro, pues en base a ellas se habían creado relatos y canciones de cuna que se recitaban para asustar a los niños mal portados.
Siempre intentaba rebuscar durante las noches, en lugar de las tardes, tras la hora de acostarse de Nesta, con la esperanza de que no me encontrara husmeando por sus bibliotecas en busca del tema menos favorito de la hermana Archeron mayor. Aunque mi cambio de horario moviera mi tiempo en el bosque a las tardes y no pudiera disfrutar del cielo nocturno muy por encima del tejado de la gran casa Archeron.
Pero aquella noche, Nesta no se fue a la cama, pues la encontré de madrugada sentada en toda su excelencia en el sillón junto a la ventana —el más cómodo— leyendo un libro bajo la luz de la una vela. Al oírme entrar, me lanzó una mirada furibunda.
—Sabía que habías cambiado tu ciclo de merodeos —dijo con desdén cerrando su libro—, pero no creí que tendrías el descaro de rebuscar en mi casa contenido de esos... inmortales. —Escupió. No me moví, no gesticulé ante su furia fría. Nesta se levantó y acomodó su libro entre sus manos sobre la falda de su elaborado camisón— En mi casa no vas a encontrar nada de ese interés, así que deja de rebuscar en mis cajones y búscate un tema nuevo de tu interés. —Sin más ceremonias salió de la sala, dejándome completamente sola.
Me lancé al sillón desocupado de Nesta.
Ciertamente iba a dejar de buscar. Ya no quedaba lugar inexplorado y había revisado todos los libros posibles. Nesta no mintió, no había nada. Y no tenía dinero propio para negociar con los Hijos de los Benditos —al menos no hasta que me casara, suponiendo que mi marido me permitiera acceder a la herencia de mi familia, puesto que el dinero técnicamente pasaría a ser de su propiedad—. Tampoco había bibliotecas públicas o privadas de este lado del muro, o de los territorios mortales, en general. No tenía amigos para preguntar, y aunque los tuviera tampoco podría hacerlo.
Tendría que abandonar mi investigación.
Con un suspiro descolgué mi cabeza por el brazo del sillón, repasando los títulos de los libros que había visto en la biblioteca Archeron, en busca de —cómo dijo Nesta— un nuevo tema de interés. Cerré mis ojos mientras los repasaba. Había un montón de libros sobre hierbas y flores, más flores que hierbas, dado el interés de Elaine sobre el tema. No era una mala idea, recordaba a mi madre repetir que, con un buen conocimiento en las hierbas adecuadas, podría solucionar muchos problemas.
Me levanté de mi lugar y repasé los libros sobre el tema en la biblioteca. Gran parte se trataba sobre plantar y cuidar flores, el tema favorito de Elain, en su lugar me lancé a los libros sobre propiedades y usos de cada una de ellas. Me hice con un par de ellos y regresé al dormitorio, pues la luna ya estaba demasiado arriba como para que un viaje al bosque se aprovechara debidamente.
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Una Corte de Muerte y Sombras
Fiksi PenggemarClare Beddor fue torturada y asesinada por Amaranta, su familia muerta en un incendio provocado en la casa familiar. O eso es lo que cree Feyre. Cuando Feyre regresa a la Casa Archeron tras los sucesos en la Corte Primavera, esta se entera del desti...