Capítulo 6

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Necesité varios minutos para recomponerme tras la carrera en el bosque

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Necesité varios minutos para recomponerme tras la carrera en el bosque. Sabía que no necesitaba respirar, pero seguía hiperventilando, muy probablemente a acusa del pánico que todavía invadía mis huesos.

Cuando me recompuse lo suficiente para normalizar mi respiración y que mis piernas fueran lo suficientemente estables como para sostener mi cuerpo, La Muerte llegó de donde fuera que hubiese estado a través de aquel bosque, que ya no podía ver igual que cuando llegué. Ella frunció el ceño al ver el estado patético en el que me encontraba.

—¿Te encuentras bien? —la respuesta me pareció obvia, así que la ignoré y arrastré los pies hasta el interior.

A ella no pareció importarle que no le prestara atención, pues me siguió en silencio hasta que me derrumbé en mi asiento habitual, abrazándome a mí misma con los hombros encorvados y apenas evitando los temblores. Se sentó en el asiento frente a mí, en completo silencio y el té con pastas no tardó en llegar.

Mis manos se lanzaron hacia la tetera caliente, en un intento por que el calor me reconfortara como lo hizo aquella vez, cuando las mantas llegaron. Pero al igual que el resto de las veces que lo siguieron, pude sentir el calor a través de mi piel fría, pero mi piel continuó fría como el mármol y la sensación reconfortante nunca llegó.

Solté un suspiro pesado, exteriorizando mi decepción y solté la tetera pasar sostenerla adecuadamente, como mi institutriz tantas horas pasó enseñándome y corrigiendo errores inexistentes hasta que la postura fuera "perfecta, natural y orgánica". Como si no hubiese sido siempre así. Serví té a ambas, respetando el silenció y me acurruqué en mi asiento, envuelta en una de las mantas que mantenía cerca en un vano intento por recuperar el calor interno que me produjeron la primera vez.

Abrazando la taza con ambas manos, di varios sorbos intercalados por largas pausas, la mirada perdida en el bosque, que en ese momento se veía amenazante y aterrador, antes de que me decidiera a hablar.

—Ha sido horrible —Comencé, captando la atención de La Muerte—. Comencé a sentirme muy claustrofóbica, así que salí fuera de la cabaña, pero entonces la tierra comenzó a intentar tragarme, y los arboles intentaban atraparme para hundirme bajo tierra.

La Muerte frunció el ceño en respuesta.

—Eso no debería ser así —Al no recibir respuesta de mi parte, continuó—. Este lugar está hecho para brindar descanso y paz. No debería haber motivo para que atentara contra tu seguridad o salud mental.

—Pero lo hizo —Reiteré, sintiendo que ella no creía mis palabras.

—No digo que no te crea, pero debe haber una explicación para esto, más allá de estas tierras. ¿Has sentido algo más que esté fuera de lugar con la experiencia general?

Esa pregunta me hizo pensar.

En general, todo era siempre lo mismo: siempre era de noche, una noche estrellada y tenuemente iluminada. Pasaban las horas, pero sin reloj o ciclos solares o lunares a los que hacer referencia, el tiempo se desdibujaba sin un patrón. Habían aparecido las sillas, las mantas y siempre que lo deseaba tenía disponible té y aperitivos para disfrutar. El clima era, en general fresco, pero no sentía frío. Tampoco sentía calor, a excepción de aquella única vez.

Una Corte de Muerte y SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora