Capitulo 7

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La Muerte me había dicho hace no tanto tiempo que estas tierras eran un santuario

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La Muerte me había dicho hace no tanto tiempo que estas tierras eran un santuario. Que nadie me molestaría aquí. Bueno, al parecer esa fue la segunda de sus afirmaciones que se echó por tierra, pues algún tiempo más tarde, mientras disfrutaba del calor que llegaba a mis manos a través de la taza caliente mientras me perdía en mis pensamientos mirando el hogar ardiendo frente a las sillas en la pequeña cabaña, un pequeño gato negro entró por la ventana en la periferia de mi mirada, sacándome de mis pensamientos con un pequeño y agudo maullido.

Me quedé helada de la sorpresa, no esperando a nadie más que a La Muerte en su compañía esporádica. Vi a la pequeña criatura caminar elegantemente y con reticencia hasta mi asiento y observarme con aparente esceptismo.

Parecía inspeccionarme, como si esa pequeña criatura se preguntara qué, exactamente, hacía yo allí y si merecía la pena su tiempo.

—No me mires así, bola peluda, yo tampoco tengo ni idea de qué hago aquí.

El gato ladeó la cabeza, como si cuestionara mi inteligencia, antes de sentarse sobre sus cuartos traseros, dejando su mirada fija en mi cuerpo. Bufé y decidí no hacerle casó a la mirada juzgona de una bola de pelo. Ni siquiera entendía cómo había llegado allí o que había ido a hacer, pero no importaba.

Pasó un largo rato en el que la bola de pelo deambulaba por la cabaña olfateando y curioseando todo lo que alcanzaba mientras yo lo ignoraba abiertamente mirando el fuego danzar en el hogar, pero sin poder quitar mi atención del animal desconocido antes de que llegara La Muerte.

Ella entró despreocupadamente por la puerta, ignorante del pequeño ser que nos acompañaba. No fue hasta que se sentó en su silla habitual que el gato fisgón se dejó ver. Ella alzó las cejas, claramente confundida, dejándome saber que ella tampoco conocía a la bola de pelo y, por consecuencia, que era su primera aparición por las Tierras Muertas.

El gato se detuvo frente al hogar, dándonos la espalda, antes de girarse a echarnos un vistazo. Su mirada ya no era despectiva, sino curiosa.

—Es un familiar —habló La Muerte, rompiendo el silencio. Yo la miré, dejándole saber que no tenía ni la menor idea de lo que estaba hablando—. Un espíritu familiar es un ente mitológico con poderes mágicos. Los espíritus familiares son una de las formas que tiene las almas de quedarse en La Tierra de los Vivos tras ser expulsados de sus cuerpos.

—Pensaba que las almas eran expulsadas del mundo una vez que sus cuerpos ya no eran capaces de albergarlos. Que tú los recogías y los traías aquí para que encontraran descanso eterno —Contesté confundida.

—Eso es cierto, pero no todas desean abandonar sus tierras. Muchas de las almas que voy a recoger me piden regresar.

—Pensé que era imposible. Que la única manera de regresar era que no fuera tu momento de morir, como dijiste. Que la única manera de volver era a través del vínculo del cuerpo y el alma, y que si este se había roto ya no hay vuelta atrás.

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⏰ Última actualización: Oct 23 ⏰

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