Capítulo 15

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Decisiones y accidentes

Esa noche desperté con el habitual plus de energía que acompañaba a la luna

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Esa noche desperté con el habitual plus de energía que acompañaba a la luna. Me sentía bien, más de lo habitual en los últimos días. Probablemente porque mi cuerpo no dependía enteramente de la energía nocturna extra para pasar la noche.

Las ventanas del dormitorio estaban tan abiertas como las había dejado durante el día y, al comprobar la puerta, esta tampoco había sido bloqueada.

Bajé a la cocina, llené mi estómago con comida y salí al jardín a disfrutar del aire fresco de la noche, de su tranquilidad y la tenue luz de la luna directamente sobre mi piel.

Siempre me había gustado pasear por la noche, pero la suerte no acompaño mi regreso, pues no muy lejos comenzaban a asomarse las nubes de una gran tormenta. La mejor decisión sería rondar por el jardín para no quedar atrapada en el bosque cuando comenzara a llover, y así lo hice. Alrededor de media noche comenzaron las primeras gotas y, en las primeras horas de la madrugada, la lluvia se volvió más agresiva, obligándome a volver al interior de la casa.

Pasé lo que quedaba hasta el amanecer metida en la bañera en un baño relajante mientras disfrutaba uno de los libros enviados por Azriel.

Para la tarde siguiente me sentía mucho más descansada y relajada, gracias al descanso en mi horario óptimo.

Ambas hermanas estaban comiendo en silencio, cuando llegué al comedor.

—Buenas tardes —Solo Elain me reconoció, aunque su sonrisa era demasiado forzada —¿Por qué esos ánimos? ¿Nos vamos de funeral y nadie me ha avisado? —Nesta no apreció mi chiste, mirándome mal antes de responder.

—Los inmortales se han marchado.

—Oh, ¿tan pronto? —Estaba un poco confusa, después de todo Nesta se alegraría de quitárselos de encima.

—Sí, supongo que tienen mucho que hacer con ese libro suyo.

—Pensé que dijeron que no.

—Y así fue. La reina dorada lo trajo sin el permiso de las demás y lo dejó a escondidas bajo su silla.

—Pero eso son buenas noticias, ¿por qué esas caras?

—¿Es que no entiendes nada? —Explotó— Con o sin libro, estamos atrapadas aquí. Las reinas no nos van a ayudar. No lo iban a hacer antes, y no lo harán ahora que les hemos quitado esa cosa.

—Ya sabíamos eso, Nesta —dije con calma—. Aunque hubiera pasado de otra manera, ellas no nos habrían salvado. No les importamos, y lo sabías antes de la reunión. No hubieras hecho los cálculos si no lo supieras. La diferencia ahora es que tu hermana ha conseguido ese libro con el que, con suerte, podrán detener la guerra antes de que comience.

Nesta frunció el ceño y se quedó en silencio. Elain, en cambio, habló.

—Cuando Feyre y sus amigos se fueron nos preguntaron si deseábamos ir con ellos. Nosotras decidimos no hacerlo —dijo, retorciendo el anillo de hierro en su dedo, la evidencia de su decisión—. Como tú no estabas, dijeron que lo pensaras, y que si decidías marcharte se lo dijeras. No nos dijeron cómo, pero dijeron que sabrías hacerlo.

Una Corte de Muerte y SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora