ONCE PUNTO CINCO

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El sabor a hierro de su propia sangre inundaba su boca, por las uncias y el interior de sus mejillas reventadas a golpes. Tampoco veía bien, sus parpados comenzaban a inflamarse y la sangre se escurría por las comisuras de sus ojos, bañando sus pestañas e irritando sus pupilas. Estaba seguro de que algún hueso tenia ya roto y que no podría huir aunque quisiera hacerlo, apenas podía mantenerse erguido.

Isayama chasqueo la lengua con desaprobación y suspiro con una decepción irritante. Mera lo miro con odio y enojo, apretando la mandíbula.

—. No te saldrás con la tuya — Le dijo entre dientes, tragando la saliva ensangrentada que se acumulaba en su boca antes de hablar — Los villanos jamás van a ganar.

—. Que bueno que no soy un villano, ¿no crees? — Lo miro con suficiencia — Traigan a Hiro.

Mera se asusto al ver a un pequeño niño entrar, sin señales de violencia física pero tembloroso y asustado, caminando con las manos juntas y los pasos vacilantes. Tenía aproximadamente seis años, no le daba más. Mera deseo que todos ellos se pudrieran en el infierno. Deseo que Hawks comenzara su plan ahora mismo, deseo que todo acabara, deseo que Deku se enterara y terminara con todo.

—. Vamos Hiro — Dijo Isayama suavemente — Lee su mente — Sonrió, malicioso y desquiciado y Mera pensó que el único héroe que podía verse así de desquiciado y seguir siendo considerado un héroe era Bakugo Katsuki.

Y tal vez Midoriya Izuku cada que herían al primero.

Mera tambien pensó que la relación de esos dos era bastante peculiar, eran héroes importantes que estaban bajo su mira continuamente.

La dinámica era confusa, pero sencilla. Pensó que Dynamight moriría por él y que Deku mataría por él.

Gracioso, uno supondría que era al revés.

El niño asintió y se acercó a Mera, lento y cuidadosamente. Mera no lucho. No se resistiría contra ese niño, a saber que le harían si no cumplía con su trabajo. Le sonrió a Hiro con simpatía, el rostro hinchado, amoratado y ensangrentado por la tortura que le habían estado dando para sonsacarle la ubicación secreta de los Todoroki, donde suponía Isayama que estaba Izuku escondido después de buscarlo por todo el país sin éxito. Debian ser coordenadas exactas, debían estar escondidos por algún quirk, estaba seguro de que ese era el caso. Isayama lo encontraría aunque fuera lo último que hiciera.

Se había vuelto personal.

Hiro llevo su pequeña mano a la frente contraria y sus ojos se pusieron en blanco, al igual que los de Mera. Él podía ver recuerdos y proyectarlos a través de sus ojos, como si fuera un proyector de películas. Aunque quedaba cada vez mas ciego cada que lo hacía. Lo habían hecho hacer eso ya dos veces con esa, la anterior había sido con otro chico y los malos querían ver específicamente algo sobre un chico rubio y otro de gracioso cabello verde esponjoso.

Hiro no entendía nada.

Y sin embargo Isayama sonrió enloquecido cuando la dirección exacta de una lujosa casa cerca del rio se revelo para él.

—. Te tengo.

 Te tengo

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