UNO

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Lo dejaron seguir estudiando junto a ellos al menos hasta que su llama se extinguiera, había llegado el mejor doctor de todo el maldito mundo solo para checarlo e incluso hasta psicólogos y espiritistas. One for all era cosa seria, no podían encasillarlo en algo tan simple como algo anatómico o fisiológico. Al final, le habían dicho que lo tendría al menos otro año más, pero sería una especie de All Might. No sucedería tal cual, All Might se inflaba y desinflaba de repente, jodidamente raro. Izuku solamente experimentaría eso como algo dentro de él, nada visible para los demás.

Durante las dos semanas de vacaciones su rutina consistió en salir a correr cada mañana por todo el barrio, llegar a casa a comer y entrenar y entrenar y entrenar y entrenar, su madre estaba volviéndose loca. Sus visitas al médico eran semanales, su brazo mostraba mejorías extremadamente pequeñas y a veces le dolía como el infierno si lo usaba pero...

—. Si no entreno me quedaré atrás, vieja — Murmuró Katsuki, observando su brazo repleto de cicatrices — La mocosa pudo reconstruirlo solo por fuera, no tenia tanto poder acumulado como para curarlo por completo.

Había usado casi todo en Izuku y se preguntaba porque "casi" y no "todo" sin más.

—. Descansar también es bueno, Katsuki.

—. Madre, lo sé — Blanqueo los ojos — Estoy respetando horarios de descanso, ¿quién mierda crees que soy? ¿Un puto aficionado?

—. ¡No me hables así, Katsuki!

Masaru sorbió su café y se levantó para irse del comedor junto a un periódico, huyendo de la disputa que seguramente estaba a punto de pasar. Pero se detuvo en seco al no escuchar un grito de vuelta y, confundido, volteo sobre su hombro a ver a su hijo.

Katsuki revolvió sus huevos con jamón en el plato con desgana, un nudo se formó en su garganta y le picó la nariz, todo a raíz de sentir el pecho pesado y la mierda de depresión post-guerra o una estupidez así había dicho el psicólogo. Mitsuki jadeo horrorizada cuando la primera lágrima cayó sobre el comedor y Masaru corrió en círculos asustado por no saber que hacer, ¡cielos! ¡Katsuki casi nunca lloraba!

—. Tengo que estar en mi mejor versión antes de que él se vaya — Susurro, con la voz cortada y el entrecejo arrugado — Tiene que ser ahora, me quedo sin tiempo.

Los primeros seis meses del segundo año fueron increíblemente pacíficos. Sin el mayor villano rodando por el mundo, todo era más fácil y tranquilo. Habían villanos, claro, salieron algunas imitaciones ridículas de Shigaraki después de eso. Pero al menos Shigaraki no se convirtió en el idolatrado Stain, todos los odiaban y lo único que le admiraban era el haber logrado destruir todo. Cómo una sola persona había creado tanto caos en el país.

Katsuki sintió el éxtasis del comienzo del curso desde que piso el suelo del Heights Alliance de regreso y siguió sintiéndolo a medio curso. Amaba su vocación, amaba ser un puto héroe.

Esa tarde debía bajar a armar sus dietas para la semana, como cada domingo. Ya tenía comprado los ingredientes, solo debía cocinarlo y meterlo en toppers. Silbó una melodía que estuvo escuchando de un comercial donde All Might promocionaba un desodorante, recuerda vergonzosamente que desde esa tarde ya lo tenía en sus manos. La marca había hecho un diseño edición limitada y que ardiera en el infierno si no lo iba a tener en sus manos. ¿Y qué si era un tonto desodorante?

—. Kacchan — Llamo suavemente la persona dentro de la cocina cuando entró y Katsuki titubeó, sin saber si huir o meterse a continuar su tarde — Oh, me iré si eso te hace sentir más cómodo...

—. Eh...no, no pasa nada — Apretó los labios, parado en la entrada incómodamente — ¿Estás comiendo?

—. Si — Así, sin más. Les sorprendería a todos saber las respuestas monosílabas que daba ahora Izuku en vez de su diarrea verbal de siempre — ¿Tú vienes a comer?

El numero unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora