No... hay... mayor... honor... que... morir... para... proteger... a... tu... familia... y... tu... hogar".
Recordó la sonrisa y las solemnes palabras de su padre en aquella miserable habitación de hospital. Incluso cuando su cuerpo se había rendido, su espíritu no. No había arrepentimiento en aquellos ojos mientras el hombre moría con una sonrisa en la cara.
"Estoy... tan... orgullosa... de... ti... Ojalá... hubiéramos... podido... pasar... más... tiempo... juntos. Recuerda... lo... que... dije... sobre... Tobirama... y... cuida... de... tu... hermanito... Prométeme... Mi...".
Aquella noche había llorado lágrimas de sangre al ver a su madre encontrar su final ante sus propios ojos. Hasta el final, ella le había protegido, incluso dando su vida por él y muriendo con una sonrisa en la cara.
"Tú... eres... el... salvador... de... nuestro... pueblo... Sé... que... puedes... hacerlo".
Las últimas palabras de su hermano pequeño le desgarraron el corazón mientras veía morir a su última familia con una sonrisa en la cara.
Una y otra vez, sus héroes, su familia, sus amigos, sus camaradas... morían intentando proteger su hogar contra personas cuya ambición no conocía límites. Aquellos sacrificios dieron lugar a un dolor y una ira interminables... sobre todo dieron lugar al sentimiento más poderoso de su corazón.
El odio.
"¡KINKAKU!"
Mei sintió que un chakra aún más siniestro que el de su propio monstruo se desataba por toda la ciudad. Lo consumía todo a su paso amenazando con ahogarlo todo en una agonía sin fin. La intención asesina, nunca había sentido tanta ira y odio en su vida. Incluso la ira de los Seis Colas palidecía en comparación con este sentimiento.
No sólo ella, sino todos y cada uno de los shinobi de ambos bandos se vieron afectados hasta el punto de que la lucha se había detenido mientras cada uno de ellos intentaba sostenerse contra este poder.
Ya podía ver cómo muchos de los shinobi más jóvenes y menos experimentados de Kiri caían de rodillas y se agarraban el pecho de dolor.
Sus ojos se entrecerraron entonces en la dirección de donde había nacido este poder.
Se quedó inmóvil.
Allí, frente a ella, estaba el Señor Séptimo, excepto por el hecho de que ya no se parecía al hombre que ella conocía.
Aquellos ojos, antaño azules, eran ahora de un rojo intenso, consumidos por el odio y el dolor que sólo buscaban infligir agonía. Pero, sobre todo, sentía su dolor. Un fuego interminable que quemaba su corazón día y noche, amenazando con torturarle hasta la eternidad.
Un hombre consumido por la oscuridad.
Un chakra oscuro más parecido a la ceniza surgía de su cuerpo y se cernía a su alrededor como un padre protector.
Pero era la espada lo que le aterrorizaba.
A cada segundo que pasaba, se volvía más y más roja, hasta el punto de que incluso desde la distancia podía sentir el calor contenido en aquel metal alimentado por la rabia y el odio de Naruto.
"Es él..."
"No... puedo... creer... que... siga... vivo... después... de... esa... batalla..."
"Demonio...asesino..."
"Esto...es...malo"
"Estamos... muertos"
Mei parpadeó al oír aquel parloteo aterrorizado entre la unidad de fuerzas especiales más temida del mundo. Se habían reído de ella y de su poder incluso cuando invocó el chakra de los Biju contra ellos. Pero ahora, podía ver verdadero miedo en sus ojos y pronto le siguieron las bombas de humo rojo que estallaron en el aire.
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Naruto - El 7º Espadachín
RandomMi espada es tuya en la victoria y en la derrota", recordaba Naruto haber jurado estas palabras a la segunda Mizukage cuando se convirtió en uno de los temidos Siete. Juró defender Kiri, proteger a su pueblo y servir a su Kage hasta su último alient...