Gengetsu, junto con los demás espadachines y unos pocos Anbu, miraban fijamente al hombre rubio dentro de la fría y semioscura habitación iluminada por la única luz mortecina del techo. Tenía los puños cerrados y permanecía inmóvil como una roca mientras miraba fijamente la mesa que tenía debajo.
Los ojos de Mei se humedecieron al verle jadear mientras el torrente de emociones que había estado conteniendo le abrumaba.
Mangetsu y los demás no le culparon cuando cayó de rodillas y perdió todo autocontrol.
Sólo la Mizukage dio un paso al frente y caminó hacia el hombre roto sin miedo ni vacilación, pues él también había soportado un dolor así hacía años. Casi le había destruido hasta que la idea de proteger a su propio hijo, el único legado de su amada esposa, le sacó de aquel borde de oscuridad.
Se arrodilló junto al joven, al que ahora consideraba uno de sus oficiales de mayor confianza y lo más parecido a otro hijo que jamás podría tener, y le puso una mano reconfortante en el hombro.
"¿Cómo?", susurró miserablemente el hombre mientras sus ojos se humedecían.
"Formaba parte de un escuadrón encargado de capturar a uno de los espías que se ocultaban en nuestra aldea. Las cosas se torcieron cuando intentaron detener a la traidora, ésta huyó e Ino y su equipo la persiguieron. Hubo una pelea y al final la traidora acabó con todos junto a ella. Esto fue todo lo que pudimos recuperar, Naruto. Lo siento de verdad -confesó Gengetsu con sinceridad, mientras miraba el brazo medio carbonizado que una vez perteneció a la esposa del hombre que ahora estaba a su lado.
Las lágrimas cayeron de los ojos de Naruto mientras, vacilante, alargaba la mano para tocar lo que quedaba de la mujer a la que había amado.
Su corazón se rompió en mil pedazos cuando tocó la piel ennegrecida y sintió las ascuas desvanecidas de su chakra, que destruyeron cualquier ilusión de que el miembro perteneciera a otra persona.
Pero el hecho de que sintiera otro susurro de una energía diferente en aquella carne le dejó helado.
Cuando volvió a mirar a la Mizukage, el hombre no pudo mirarle a los ojos al ver que Naruto había llegado a la conclusión más aterradora.
"Estaba embarazada"
Los Anbu de la sala acercaron las manos hacia sus armas cuando el aire de la sala se volvió extremadamente frío y lleno de un poderoso chakra de naturaleza siniestra.
Sólo había un puñado de momentos en su vida en los que Gengetsu se había sentido realmente asustado. Cuando reunió fuerzas para levantar la vista y enfrentarse al hombre al que había revelado aquella amarga verdad, se quedó sin habla.
En ese momento, vio cómo algo se rompía en el interior de Naruto mientras el último Namikaze lloraba lágrimas de sangre y sus habituales ojos rojos desarrollaban un patrón de hendidura de color negro. El crudo dolor y la angustia que sintió de la rubia eran palpables mientras sus propios ojos se humedecían un poco.
"Los ninjas no son más que herramientas desechables a los ojos de sus naciones. No hay honor, ni luz, ni esperanza en este mundo oscuro".
Las palabras de Madara le desgarraron el corazón mientras la rabia y el odio que sentía en su interior amenazaban con quemarlo todo.
"La dejaste morir"
Gengetsu se estremeció al oír aquella brutal acusación, pero fue la desesperación y la tristeza que había en los ojos de Naruto lo que despertó algo en lo más profundo de su corazón. Le recordó el momento en que el padre de su esposa se había enfrentado a él con los mismos sentimientos en el corazón por la pérdida de su única hija. El hombre había arremetido con dolor e ira, pero Gengetsu nunca había podido perdonarse por no haber sido lo bastante fuerte para salvar a la persona que más había amado en su vida.
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Naruto - El 7º Espadachín
RandomMi espada es tuya en la victoria y en la derrota", recordaba Naruto haber jurado estas palabras a la segunda Mizukage cuando se convirtió en uno de los temidos Siete. Juró defender Kiri, proteger a su pueblo y servir a su Kage hasta su último alient...