(Un día después: Tierra del Relámpago)
Naruto asintió satisfecho mientras contemplaba el cielo nocturno, negro como el carbón, sobre él. El tiempo se había vuelto extremadamente frío, la temperatura había descendido varios grados y la visibilidad se había reducido enormemente. Era un testimonio de la naturaleza impredecible de estas colinas.
Reducía su eficacia operativa, pero lo mismo ocurría con el enemigo.
Miró a su escuadrón y les vio terminando sus últimos preparativos. Kisame y Mei llevaban todas las armas pequeñas que podían teniendo en cuenta que se unirían a él en su distracción mientras el resto del equipo se infiltraba en el castillo enemigo con la esperanza de matar al Daimyo del Rayo, a toda su familia y a sus principales ayudantes, que también se habían refugiado en esta zona segura.
Sería un golpe demoledor para la Tierra del Relámpago que posiblemente desencadenaría también una guerra civil en la que otros miembros de la realeza empezarían a luchar entre sí para convertirse en el próximo Daimyo. Eso sería el fin de su nación, ya que sus enemigos se abalanzarían sobre esa oportunidad y la destruirían por completo.
Gracias a Kushina, ahora sabía exactamente dónde se encontraba su objetivo y una ruta menos arriesgada que podían utilizar para infiltrarse en el lugar. Sólo gracias a su antiguo camarada espartano se sentía bastante seguro de sus posibilidades de victoria.
El Castillo Blanco.
El Daimyo del Rayo, sus principales ayudantes y la familia del hombre se habían instalado en el castillo hecho de piedras preciosas y mármoles. Se debía a la insistencia de la esposa del Daimyo por estar cerca de las aguas termales del interior del castillo en este tiempo brutal. El Daimyo era comprensivo con el estado de su familia, ya que los había arrastrado a este lugar por su seguridad y quería que estuvieran cómodos.
Si a aquel hombre le hubiera importado la miseria que había traído al mundo.
Miró a Zabuza, Haku, Ameyuri, Jinpachi y Mangetsu, que serían el equipo de Infiltración. Intentaban llevar sólo su equipo más esencial para cumplir su objetivo de realizar un ataque rápido y una exfiltración aún más rápida.
El Comandante se dirigió hacia el hijo de la Mizukage, acción que fue advertida por el más joven, que se enderezó y le dedicó una sonrisa confiada. Naruto vio gratitud y creciente lealtad hacia sí mismo en aquellos ojos desde que Mangetsu supo lo que el Comandante había hecho para salvarle la vida.
La misma mirada de admiración le recordaba a otro chico que había conocido una vez.
Hizo un gesto al heredero Hozuki para que le siguiera mientras ambos salían de la cueva que se había convertido en la base de operaciones de su escuadrón.
"¿Cómo está tu hombro?", preguntó Naruto,
"Mucho mejor. Estoy en condiciones de cumplir con mi deber, comandante" fue la respuesta confiada, que obtuvo un asentimiento del Namikaze solitario.
"Dirige bien a tu equipo. Cuentan contigo" aconsejó Naruto, ganándose una mirada dubitativa del ninja más joven.
"Sigo pensando que deberías elegir a otra persona" susurró Mangetsu, lo que hizo sonreír un poco a Naruto.
"Ten fe en ti mismo. Sabes lo que está en juego y valoras la vida de tus camaradas. Confía en tus instintos" tranquilizó Naruto mientras palmeaba suavemente el hombro del chico.
"¿Cómo decides cuál es la elección correcta, Comandante?" preguntó Mangetsu con curiosidad, pues desde que tenía uso de razón este hombre que tenía delante había tomado decisiones que siempre lograban la victoria.
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Naruto - El 7º Espadachín
RandomMi espada es tuya en la victoria y en la derrota", recordaba Naruto haber jurado estas palabras a la segunda Mizukage cuando se convirtió en uno de los temidos Siete. Juró defender Kiri, proteger a su pueblo y servir a su Kage hasta su último alient...