11. Engaños

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Kyle y Ellyss avanzaron hacia el centro del Coliseo. Kyle iba por la orilla del río y Ellyss bajo el agua. Habían quedado en que si alguien apareciera, Kyle se lanzara al agua y Ellyss acabara con él.

Kyle le contó a Ellyss sobre su problema con su invisibilidad y ella le dijo que no sabía que solución darle. Así que así iban, seguros de un plan de dementes y sin garantías de que funcione siquiera. Al menos, Ellyss si que tenía un poder que le sirviera. Podía manipular el agua hasta cierto punto, lo que bajo el agua le daba ventaja.

Kyle no le había vuelto a ver el ojo en el que llevaba el parche, pero tampoco preguntó. Sus motivos tendría, supuso.

Había habido más gente eliminada, pero como sucedió por la noche, no estaban seguros de cuántos quedaban. Kyle se recuperó un poco de sus heridas, pero su costillas seguía rota. Tenía que salir de allí cuanto antes.

Ellyss, quién había visto como se cercaban los muros, hizo unas estimaciones sobre el área que quedaba. Aproximadamente un kilómetro de diámetro, la mitad que el primer día. Si eso era así, era probable que los muros se redujeran aún más. No se equivocó.

Dos días después de que partieran a paso lento hacia el centro, los muros empezaron a reducirse. Se habían separado en varias ocasiones para buscar alimentos y para dormir, pero ya debían estar cerca del centro. Los peces de ese río sabían fatal y eran enanos. Se decantaron por las bayas.

Kyle sintió un escalofrío al escuchar el sonido chirriante de los muros al moverse. Entonces, entre los arbustos, apareció un hombre. Era el rubio que estaba en el grupo de Kyle. Al parecer lo reconoció, ya que sus ojos se iluminaron con malicia.

Kyle recordó su poder, la velocidad. Ellyss estaba agazapada bajo el agua, esperando. Kyle sabía que iría hacia él, así que agarró su hacha de piedra y esperó para arremeter contra él. Era una estrategia lamentable. Pero era una estrategia. Con ese hombre ahí, no iba a tener tiempo de lanzarse al agua. Podría intentarlo, pero el río estaba a veinte metros. No le daría tiempo si se daba cuenta de lo que planeaba.

Así que cuando el hombre arremetió contra él, su cara fue todo sorpresa cuando prácticamente cayó todo el río sobre él. El agua empezó a entrar en sus pulmones y empezó a ahogarse. Kyle se acercó a él y lo dejó inconsciente de una pedrada en la cabeza. El agua se apresuró a salir de su cuerpo para no matarlo.

-¡Participante del número uno, grupo cuatro, eliminado! -tronaron los altavoces, más flojo que cuando estaban cerca de los bordes, pero igualmente fuertes.

Kyle resopló aliviado. Al menos, contra los restantes de los grupos cuatro y dos tenían algún plan viable. Los demás eran un misterio que tendrían que resolver mientras jugaban.

Kyle se acercó al chico inconsciente y lo registró. Encontró bayas, aunque algunas venenosas. Si al final incluso le iba a tener que agradecer que le derrotaran para que no se matara solo. Vio que llevaba una honda y piedras para lanzar. Ya era mejor que su piedra. La cogió y se la guardó. Llevaba un pequeño cuchillo en la mano. Iba a clavárselo.

Kyle repartió con Ellyss lo que había encontrado en el hombre. Le tendió el cuchillo y ella se lo agradeció con una sonrisa y nadando en círculos. Kyle sonrió al verlo y se sumergió con ella. Empezaba a agradarle estar bajo el agua.

-Gracias por el cuchillo, Kyle. ¿Qué has encontrado para ti? -preguntó curiosa.

Kyle le mostró la honda y las bayas venenosas. Ellyss mostró una sonrisa absurdamente malvada al ver las bayas.

-Se me acaba de ocurrir una idea -dijo con una sonrisa y le quitó las bayas.

Nadó rápidamente corriente abajo, dejando a Kyle allí solo. Kyle no supo si debía esperarla o seguirla, así que se quedó allí, sin saber que hacer. Esperó un par de horas hasta que vio a Ellyss volver nadando. Kyle se acercó a ella, interrogante.

El Coliseo del AzarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora