Kai miró alrededor y todo lo que vio era arena. A lo lejos, una pirámide se alzaba imponente. A su derecha, un oasis, y a su izquierda, unas ruinas metálicas, como si fueran las ruinas de un robot antiguo. Kai decidió que ese sería su próximo destino.
Muchos de sus competidores miraban el oasis con ojos de ansia. Otros, miraban la pirámide, que contendría tesoros y joyas. Era una buena trampa para los criminales. Por suerte, Kai era más inteligente. O al menos Blake, Seele y el plan que habían diseñado.
Conseguir el mapa de la segunda ronda fue fácil. Al menos, eso dijeron Blake y Seele. Ellos eran los listos. El plan diseñado era simple. Y Kai lo iba a seguir al pie de la letra.
Aunque quizá se saltara algunas partes aburridas.
-¡Participantes, preparaos! -tronaron los altavoces.
Kai tocó uno de los botones que llevaban sus botas por la parte interior y se preparó. Saldría corriendo hacia las ruinas de metal y buscaría agua después. No sería complicado hacerlo, a pesar de que muchos murmullos aseguraban que solo había agua en el oasis.
Comprobó que llevaba hojas de nopal para poder sobrevivir luego y esperó que los altavoces dieran la señal de salida. No tardó mucho en llegar.
-¡Preparados! ¡Listos! -los altavoces hicieron una pausa dramática- ¡YA!
Kai presionó un botón verde junto a sus cordones y empezó a correr. Sintió sus botas empezar a calentarse y siguió corriendo en dirección a las ruinas.
Dio un salto y sintió sus pies despegarse del suelo. ¡Funcionaban! ¡Sus botas cohetes funcionaban! Soltó una risa de pura alegría. O locura. Ya no sabía si estaba cuerdo.
-¡Funcionan! -gritó a los cielos.
Algunos participantes se giraron al oír sus gritos y se escucharon protestas. Nadie entendía como le habían permitido participar con esas botas. Se escuchó la voz de Ninio por los altavoces.
-A ver, estaba revisando las normas y... No pone nada de que no pueda meter artilugios creados por él mismo, pues si vinieran de alguna fábrica, nuestros escáneres lo habrían detectado. Así que, el participante tres del grupo cuatro sigue participando.
Kai soltó una risa eufórica mientras sobrevolaba el cielo. No tardaría en llegar a las ruinas e incluso le daría tiempo a llegar al oasis antes de que llegaran los primeros participantes. Pero ese no era el plan.
Blake y Seele no pensaron en la posibilidad de que Kai pudiera ser capaz de crear un invento tan genial.
Pero era algo que Kai llevaba haciendo desde que tenía uso de razón. Desde que la madre de Kai lo abandonó en un taller y tuvo que aprender a arreglar cosas antes que a andar. Su padre le enseñó, pero falleció por una pulmonía cuando Kai tenía seis años.
Tuvo que llevar el taller ilegalmente durante siete años hasta que, cuando tenía trece años, los guardias se percataran de esto y lo encerraran en prisión.
Prácticamente le ayudaron al encarcelarlo, ya que al llegar a Trash City, pudo hacer todo lo que siempre quiso hacer. Construir.
Daba igual que las piezas estuvieran oxidadas o rotas, cualquier tuerca o engranaje era bueno. Desde que conoció a Seele y Blake, construía por las noches, cuando ellos dormían.
No quería molestarlos y que también le abandonaran. Aunque fueran amigos, era un miedo constante que lo perseguía. La posibilidad de quedarse solo en ese lugar. Conocer a Kyle fue como verse a sí mismo al llegar a Trash City. Asustado. Indefenso. Solo.
Le parecía imposible que él fuera el temido Asesino de Trech. Le alegró ver qué no se había equivocado con su análisis.
Pensando en esto, llegó a las ruinas. Pulsando un botón azul, el último de los tres que le faltaba por pulsar, descendió cuidadosamente en el suelo. Tres botones, tres colores. Rojo, calentar. Verde, despegar. Azul, aterrizar.
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El Coliseo del Azar
FantasyCuando Kyle es trasladado al Coliseo del Azar para recuperar su libertad, su mundo dará media vuelta. Acusado de un crimen que no cometió y sin nadie que lo ayude a demostrar su inocencia, Kyle deberá ganar el torneo y averiguar quién cometió ese cr...