22. El Bosque Rojo

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Nada más tocar tierra, ya con su arma en la mano, Seele empezó a correr. Su objetivo era alejarse lo más que pudiera del centro y encontrar una posición elevada, desde la que tener ventaja con su arma.

Pero había algo que no le cuadraba desde hacía algo de tiempo. A pesar de eso, no sé detuvo, pues sabía que tarde o temprano obtendría respuestas.

Y así fue. Los altavoces tronaron la respuesta a la pregunta que se hacían muchos de los presentes.

-¡Al ser esta una ocasión especial, hay una regla especial! ¡SE PERMITE MATAR! ¡De ahí vuestras armas! ¿¡NO ES EMOCIONANTE!?

Seele se mostró horrorizada ante el entusiasmo con el que lo proclamaron. Pero no tenía opción, así que siguió corriendo.

Los quince minutos de gracia estaban por terminar, y a partir de entonces, aquello sería una matanza.

Seele aceleró el ritmo al ver frente a ella la montaña hacia la que se dirigía desde que la vio al llegar al centro de la arena. Se aproximó a ella y al llegar a la falda de la montaña, se colocó el francotirador a la espalda, de forma que no se le cayese en la escalada.

Seele, ya acostumbrada a hacer eso, ascendió por la montaña con una rapidez y maestría absoluta. Un pitido agudo marcó el final del período de gracia y los disparos no tardaron en escucharse. Seele siguió ascendiendo, y una bala pasó muy cerca suya.

Al parecer, alguien la había seguido. Si no era Polygamm, no le importaba en absoluto que alguien la siguiera, así que Seele siguió a lo suyo. Otra bala le rozó el costado, pero Seele sabía que iba apuntada a su cabeza y que la rapidez con la que subía era lo que evitaban que le dieran.

Al final, Seele alcanzó una cueva a medio camino entre la cumbre y el suelo. Seele se escondió dentro y preparó el francotirador como si estuviera andando o hablando, con una facilidad increíble.

Asomó el arma hacia fuera intentando averiguar desde donde le disparaban antes. Pero aunque no vio a nadie, disparó a un punto entre un árbol caído y un roble nevado.

Seele no estaba segura de si le habría dado, pero lo confirmó al ver cómo unos pequeños puntos rojos cubrían la blanca nieve.

Seele, satisfecha, se refugió en la cueva. Estaba empezando a caer algo de nieve y si se convertía en una ventisca mientras escalaba, incluso ella lo iba a pasar mal.

Desgarrando un poco de tela de su propia ropa y de un disparo consiguió hacer algo de fuego.

Seele, sumida en sus pensamientos, recapacitó sobre cómo había conseguido acabar con el hombre que le estaba disparando unos momentos atrás.

-Ha sido fácil, ¿verdad? Disparar hacia tu objetivo usando la trayectoria de sus balas. Todas venían del mismo punto. Es algo básico -dijo una voz desde detrás suya.

Seele se dio la vuelta con el francotirador en la mano, aunque a tan pocas distancia no le serviría de mucho. Sin embargo, detrás ni había nadie.

Seele intentó tranquilizarse. Había sido una ilusión a causa del frío. Sí, eso debía ser. Se acercó más al fuego y se arrebujó en su ropa, no muy adecuada para aquel clima. De todas formas, se estaba haciendo de noche. Dormiría un poco y la mañana siguiente seguiría.

Y así lo hizo.

***

A la mañana siguiente, nada más amanecer, un viento helado entró en la cueva, haciendo que Seele se despertara sobresaltada.

Miró alrededor, intentando encontrar algún peligro o algo fuera de lo normal, pero no fue así.

El pequeño fuego se había apagado hacía alguna horas y ya no era más que algo de tela chamuscada y ennegrecida.

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⏰ Última actualización: Oct 29 ⏰

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