20. Peligro

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El pulpo se abalanzó sobre Blake, haciendo que este retrocediera. Blake creó una corriente helada mientras salía despedido hacia atrás.

El pulpo atravesó la corriente sin muchas dificultades y arremetió contra Blake otra vez. Blake esquivó la embestida del animal e intentó ascender a la superficie. En esa semi oscuridad no iba a poder vencerlo.

El pulpo lo vio alejarse y alargó varios de sus tentáculos buscando alcanzarlo. Uno de ellos lo alcanzó, pero aunque apenas lo rozó, del costado de Blake empezó a mandar sangre, tiñendo de rojo las aguas.

El pulpo, al ver la sangre, se volvió frenético. Blake se dio cuenta de esto e intentó alejarse con más urgencia todavía. El pulpo no se lo permitió y empezó a girar sobre sí mismo, con los tentáculos por delante.

Blake se quedó perplejo ante esto, pero no dudó e intentó huir. Al principio lo consiguió, pero tras unos segundos empezó a ser succionado hacia atrás. ¡El maldito pulpo estaba creando un torbellino bajo el agua!

Blake intentó zafarse, pero le era imposible escapar de la succión. El pulpo mantuvo el constante giro, reduciendo la distancia entre su presa y él.

Blake, viendo que no podía escapar, recurrió a lo único que se le ocurrió. Dejó de intentar nadar a contracorriente y se dio la vuelta para encararlo.

El pulpo, ajeno a lo que Blake hacía, siguió con su giro de muerte buscando acabar con él.

Blake extendió el brazo delante suya y empezó a descargar el poder que le proporcionaba la ronda, congelando una extensión circular frente a él.

Al principio, no pareció funcionar, pues atravesaba rápidamente la zona afectada. Blake puso más empeño y concentró la bajada de temperatura en un área más pequeña y lejana.

Una capa de hielo se formó frente a él y detuvo un poco la succión. Blake, por la inercia, se estampó contra el trozo de hielo.

Este, de poco más de tres metros, cedió ante el impacto y empezó a ser succionado también, por lo que Blake empezó a congelar su alrededor para mantenerlo.

Aunque cada vez se acercaba más al pulpo, la velocidad empezó a disminuir y pronto dejó de moverse, aunque estaba mucho más cerca del animal salvaje de lo que pretendía.

Blake se tomó unos momentos para respirar lo más que podía y mientras el cefalópodo seguía intentando arrastrarlo se palpó la herida del costado.

Manaba sangre todavía, por lo que puso su mano sobre la herida y empezó a congelar la sangre. Esta, coagulada, detuvo el sangrado. Serviría por el momento.

Blake hizo uso de su sangre fría, intentando encontrar alguna debilidad en ese bicho. No la encontró.

El pulpo, al percatarse de que Blake no llegaba, dejó de intentar atraerlo y pasó a atacarlo físicamente, pues había visto que tenía más efecto.

Un tentáculo atravesó el hielo a un pelo de Blake. Este se sobresaltó y se alejó nadando de allí. El pulpo, en medio de la oscuridad, lanzó un tentáculo distinto hacia Blake, pero algo sucedió.

Una luz azulada y extraña empezó a brotar del tentáculo, emitiendo un ligero brillo. Blake se alejó nadando rápidamente.

El brillo se volvió más intenso y al cabo de un momento estalló en llamas. ¡Llamas! ¡En el agua!

Las llamas, con un tono azulado, hicieron que Blake diera un respingo. Se alejó con rapidez, mas no tuvo mucho margen para hacerlo, pues el pulpo impactó contra él de un cabezazo que mandó a Blake volando.

Blake, sorprendido por la nueva velocidad del pulpo, no tuvo tiempo de reacción. El golpe dejó a Blake sin aire en los pulmones y lo hizo ascender en el agua.

El Coliseo del AzarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora