17. La Enfermería

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Kyle observó el holograma que se proyectaba sobre la pirámide en el área de juegos. Puppet había destrozado a su amigo y los magos médicos habían partido al interior hacía unos diez minutos, tras la victoria de Kai.

Kyle aún no podía creer que Lea estuviera allí. No la habían descalificado solo porque había recuperado la consciencia poco después de golpear la pared y había jugado al muerto. Tenía mucho de lo que hablar con ella, pero primero tenía que hablar con Kai.

Los médicos aún no llegaban y el nerviosismo de Seele era palpable. Nunca había visto a su amigo tan mal. Kyle empezaba a pensar que nunca había visto a Kai como realmente es.

Cuando Kai desobedeció la idea de ir al oasis, Seele estaba maldiciendo en cuatro idiomas distintos, pero cuando consiguió agua a su modo, quedó asombrada. De todas formas, le vino bien desobedecer, ya que el oasis resultó estar plagado de cocodrilos, que según la información que supuestamente tenían no debería suceder.

También sucedió cuando lo vio construir algo desde cero. Y cuando peleó contra Puppet usando su desventaja, un poder de apoyo, de forma ofensiva.

Blake se quejó cuando anunciaron que tardarían una hora en abrir el cetro y el flagelo para la victoria, pero el resto del tiempo estuvo inusualmente callado y despierto. Kyle nunca lo había visto tan preocupado, apenas frunciendo un poco las cejas.

Ellyss se lamentaba cada vez que pasaba algo malo y cada vez que Kai chocaba contra la pared. No lo conocía de mucho, pero Kyle pudo apreciar que le caía bien. Ambos tenían una personalidad parecida.

Hacía un par de minutos habían declarado a Puppet la tercera y última ganadora de la ronda. Esto había sido malo para el autoestima de Kyle. No sabía de que habían hablado, pero estaba seguro de que esa mujer estaba loca.

Por fin, los médicos salieron con su amigo en una camilla, en dirección a la enfermería. Lea iba junto a él cojeando. Blake, al ver que salían, se dirijió a la salida de las gradas, seguido por Seele, Kyle y Ellyss.

Avanzaron por un pasillo estrecho de piedra beige pulida y suelo de granito negro. Bajaron por unas escaleras de metal y llegaron a la enfermería abriendo una puerta de roble.

Era una  estancia amplia, con las paredes de color blanco y el suelo de mármol o cuarzo. Era curioso, pues cualquier criminal que entrara allí probablemente intentaría robar algo. Había camillas de hospital separadas por biombos de tela blancos a lo largo de la estancia.

Una señora de unos setenta años esperaba detrás de un mostrador junto a la entrada. Los miró desde detrás de unas gafas que llevaba a la altura de la nariz. Tenía el pelo gris y tenía muchas arrugas.

-¿Qué hacéis aquí? -preguntó con voz temblorosa por la edad.

-Venimos a ver a nuestro amigo, Kai, acaban de traerlo de urgencia -respondió Seele cortés.

-Sí, ya veo -dijo la señora y apuntó algo en un papel-. Esperad hasta que salgan los médicos, si no podéis entorpecer su recuperación.

Seele asintió y se sentaron a esperar, nerviosos por su amigo. Pasaron las horas y el nerviosismo de Blake, antes nulo, se hizo notar. Estaban tardando demasiado en salir. Después de unas cuatro horas, los médicos salieron la señora les hizo una señal para que pasaran.

Uno de los médicos, un señor de unos cuarenta años, castaño y con perilla, los guió hacia su amigo. Los miró de reojo y sin decir nada, dejó la estancia.

Seele se agachó junto a Kai y lo miró con preocupación. Blake se sentó en una silla junto a la cama y Kyle y Ellyss lo imitaron.

Kai estaba inconsciente en la camilla. Llevaba una venda en la cabeza que estaba empapada en sangre, pero al parecer, la herida estaba cerrada. Tenía el torso descubierto y lleno de vendas. Tenía una aguja inyectada en el brazo con un tubo que le suministraba nutrientes y analgésicos. Una sábana tapaba sus piernas, pero era obvio que no estaba mucho mejor que su parte de arriba.

El Coliseo del AzarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora