Capítulo 32

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Han pasado tres semanas desde aquella tarde con Ethan y Blue. Han sido semanas de cambios, de introspección y de nuevos comienzos. He estado escribiendo muchas canciones, más de las que había escrito en años. La música ha sido mi refugio, mi forma de canalizar todas las emociones que se han acumulado en mí.
Comencé terapia. Mi psicóloga, la Dra. Karen, ha sido una gran ayuda en este proceso. Es increíblemente comprensiva y ha sabido guiarme para entenderme mejor y enfrentar mis miedos. Las sesiones con ella han sido un alivio. Cada vez que salgo de su consultorio, siento que una carga se ha aligerado. Me ayuda a ver las cosas con más claridad, a no ser tan dura conmigo misma y a comprender que está bien sentirse perdida a veces. Es un proceso, y poco a poco, estoy encontrando mi camino.
Además, he estado ayudando a Liz con las redes sociales de la editorial. Ella siempre está ocupada, así que me ofrecí a ayudarla. Paso un par de horas al día con ella en la editorial, programando publicaciones, respondiendo mensajes y asegurándome de que todo funcione sin problemas. Trabajar con ella ha sido una experiencia nueva y positiva. Nos hemos acercado mucho, y me siento parte de algo más grande.

Mi relación con Max también ha evolucionado. Cada día se vuelve más significativa para mí. Hemos pasado mucho tiempo juntos, haciendo cosas simples pero importantes. Un día fuimos a un bar que tenia karaoke. Recuerdo cómo cantamos juntos.. Al principio Max no quería, pero poco a poco le di la confianza para que lo haga. Fue una noche mágica.
Otra noche, papá y Liz se habian ido a cenar, asique decidimos cocinar juntos. Nunca había visto a Max tan concentrado mientras intentaba seguir una receta. El resultado fue un desastre, definitivamente no se le daba bien cocinar, pero nos divertimos tanto que no importó. Terminamos pidiendo pizza y viendo películas en el sofá.
Max ha sido un pilar en mi vida últimamente. Su apoyo constante y su capacidad de hacerme sentir segura y amada han sido invaluables. Aunque no sé exactamente qué somos, sé que su presencia me da paz. Nos hemos dado cuenta de que, a veces, las palabras no son necesarias. Su abrazo, su risa y su compañía son suficientes.

Hoy, mientras estoy sentada en mi habitación, repasando algunas letras que he escrito, me doy cuenta de cuánto he cambiado en este tiempo. Siento que he crecido, que he aprendido a aceptarme y a valorarme más. No todo es perfecto, pero estoy en el camino correcto, y eso es lo que importa.
He aprendido que, aunque el pasado duele, no define quién soy. Estoy empezando a sentirme más fuerte, más segura de mí misma y de mis sueños. Y por primera vez en mucho tiempo, siento esperanza.

🎼

El olor a estofado de carne llenaba la casa mientras estaba sentaba en el sofá de la sala, tratando de encontrar algo interesante en la televisión. Era una noche fría de principios de diciembre. Papá había llegado de la clínica y estaba tomando una ducha, y Liz había subido a charlar con él mientras la comida se terminaba de cocinar.

Mientras cambiaba de canal, Max llegó y se sentó junto a mí. Su presencia siempre traía una sensación de calma y calidez.

—¿Qué haces? —me preguntó.

—Nada, solo viendo si encuentro alguna película buena para ver, pero no hay nada —le respondí, frustrada.

Max sonrió, me quitó el control remoto de las manos y empezó a buscar él mismo. Me quedé mirándolo, apreciando su concentración y la facilidad con la que se movía en mi espacio.

—¿Cómo te fue hoy en la universidad? —le pregunté.

—Muy bien — dijo sin apartar la vista de la pantalla—. No me queda nada para terminar este año.

—El año que viene es tu último año y serás productor musical. ¿Te entusiasma la idea? —le pregunté, genuinamente curiosa.

—Claro que sí —respondió, girando para mirarme—. Así podré producir tus discos, tus shows, tus giras.

Hermanastros: Melodías ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora