Capítulo 13

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Carla Walton

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Carla Walton.

La villa de la hermana menor de Cristóbal es preciosa; tiene tantos detalles arquitectónicos que es imposible elegir adónde mirar. Es un deleite para la vista desde cualquier ángulo. También puedo observar a muchos invitados con ropa de gala de variados colores, texturas y joyas llenas de piedras preciosas. Es imposible negar que es un espectáculo digno de admiración, tanto por la gente como por la arquitectura del lugar.

De un momento a otro, el murmullo de las personas cesa cuando llega un carro negro que conozco muy bien, ya que tiene el mismo símbolo que el reloj del mayordomo. En el caso del vehículo, el símbolo se encuentra en el capó; creo que debe ser el símbolo familiar. Debo investigar más sobre esto cuando tenga la oportunidad, pero antes debo averiguar si puedo volver a la biblioteca de la villa número cuatro. Veo bajar del auto a mi esposo con una expresión de aburrimiento, acompañado de una chica casi idéntica a Mateo, pero en versión femenina, con cabello negro y vestida con un traje del mismo color. Ella se parece un poco a las libras de Cristóbal; debe ser Aurora, la hermana menor del clan Walton.

De repente, busca entre los invitados a alguien, pero cuando sus ojos se cruzan con los míos, observa a Cristóbal, vuelve a mirarme y camina hacia mí con pasos firmes que denotan emociones negativas hacia mí sin razón aparente. Así que trato de presentarme.

—Hola, soy... —No logro terminar la frase, ya que recibo una cachetada que me hace voltear la cara y sobar la zona afectada. Antes de que pueda pedir explicaciones por lo que acaba de ocurrir, ella habla.

—¡¿QUÉ HACES AQUÍ?! —dice mientras aprieta los puños, tratando de no volver a levantar la mano.

—Disculpa, no te conozco. Soy Carla. —Trato de sonar lo más amable posible para mediar con ella.

—Quiero que te largues de mi casa —dice con los dientes apretados, conteniendo la rabia que siente hacia mí sin razón aparente.

—Creo que estás equivocada, pero si deseas, me retiro —digo de manera muy pacífica, tomando lo que queda de mi dignidad y dirigiéndome a la salida.

—Amor, ven aquí. —volteo y miro a Cristóbal de forma interrogativa, pero luego de meditar unos segundos, voy hacia donde está él.

—Aurora. —llama a su hermana, y ella voltea y lo mira con ganas de matarlo—. Ella es mi esposa, Carla. Recuerdas que te hablé de ella.

—No la recuerdo, pero ella debe irse. Es mi fiesta y no la quiero aquí. —Cristóbal, por primera vez desde que lo conozco, observa a su hermana con tristeza y toma mi mano para subirme al auto. Creo que tenía la sospecha de que esto iba a pasar y no dejó ir el transporte.

—Aurora, mi sol. —Clarisa, con semblante preocupado, viene de dentro de la casa junto con Mateo, con intenciones de mediar, pero es imposible.

—Mami, ella debe retirarse. Deseo disfrutar mi fiesta. Luego pueden ir a sobarle la cabeza al cachorro herido. —se voltea, toma una copa que le pide a un camarero y la celebración sigue como si nada hubiera perturbado la noche.

—Lo siento, mi niña. Lo mejor es que te retires. —me da un pequeño abrazo y toma el brazo de Mateo para ingresar a la casa.

—Vamos, amor. —dice mientras me ayuda a subir al auto e ir a casa.

Y cuando el auto arranca, quiero preguntar mil cosas debido a cómo se comportó su hermana, pero al verlo tan afligido, prefiero esperar a llegar a casa. No quiero pelear y, en parte, procesar lo sucedido con la querida niña, Aurora. Realmente pensé que iba a ser agradable, pero creo que puede llegar a ser peor que Cristóbal y mucho más retorcida.

—Carla. —me llama.

—Sí.

—Puedes esperarme en la habitación mientras busco algo en el despacho. —dice, mirando por la ventana como si el paisaje de camino a casa fuera lo más nuevo y emblemático de la noche.

—Está bien. —digo de forma muy tranquila.

Veinte minutos después, salgo de la ducha con una bata de baño y mi cuerpo perfumado con aroma a vainilla, debido a los productos que uso. Decido buscar un camisón y ropa interior para vestirme y descansar después de la desastrosa noche de hoy, pero siento una presencia detrás de mí, así que decido voltear y veo a mi querido esposo.

—¿Necesitas algo? —pregunto, me volteo y tomo el primer camisón y bragas negras que veo.

—Debemos hablar.

—Cristóbal, yo no hice nada. —digo un poco alterada y procuro vestirme rápidamente sin importarme que me vea desnuda.

—Debemos hablar. Deja de comportarte como una niña; hace rato que ya no lo eres. —dice y toma algo de bebida con alcohol de la mesa, como es costumbre en él, enfrentar todo con alcohol en su sistema.

—¿Qué necesitas de mí? ¿Qué hice mal según tú? —Recalco la última frase con molestia mientras me dirijo a la cama para estar más cómoda en esta discusión sin sentido.

—Mi amor.

—No me digas así. —odio cuando se burla de mí con esa frase o me reprende como si fuera un pequeño animal.

—Maldita sea, Carla, puedes hacer caso y ya. —sus movimientos son un poco erráticos y ya no bebe del vaso, sino que toma directamente de la botella como si no hubiera un mañana. Eso me pone un poco nerviosa; normalmente él bebe, pero no en el estado en que se encuentra esta noche.

—Cristóbal, cálmate ¿sí? —me levanto de la cama y lo tomo del brazo para llevarlo de una vez a la cama. Creo que ha bebido mucho hoy.

—Carla. —dice mi nombre con una súplica que no creo que vuelva a repetirse en mi vida. —Tenemos que hablar, amor, por favor. —trato de ignorar las últimas palabras pronunciadas por él y lo siento en la cama. Le quito los zapatos y el resto de la ropa, dejándolo en bóxers, y lo invito a acurrucarse conmigo en la cama solo por hoy, mientras se le despeja la mente y descansa. Mañana es otro día y puedo usar la vulnerabilidad que vi en él hoy a mi favor, tratando de encontrar las piezas faltantes de este juego o al menos chantajearlo para que me deje investigar en paz.

 Mañana es otro día y puedo usar la vulnerabilidad que vi en él hoy a mi favor, tratando de encontrar las piezas faltantes de este juego o al menos chantajearlo para que me deje investigar en paz

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Romper el Sistema (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora