Carla solo tiene algo claro, ella no desea seguir jugando el juego impuesto por el Lorem. Ella quiere romper el sistema, pero no sabe cómo dejar de ser marioneta de ellos.
En este punto ella tiene dos opciones, vivir en la ignorancia o despertar del...
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Cristóbal Enrique Walton.
Esta estupidez es obra de mi madre. La desgraciada está volviendo a repetir la misma historia; no puede dejar las cosas como están. No necesito otra rebelión ni la pérdida de hijos. Realmente no entiendo por qué le encanta inyectar rebeldía donde no debería. La culpa de no tener a mi mujer e hijos conmigo en este momento es de ella; es consecuencia de sus actos estúpidos, de su asquerosa raza humana, de crearle a mi Clarisa un mundo con ideales inútiles de revolución, que solo logró crear una barrera entre nosotros y nuestro amor, que creíamos en ese momento que iba a durar para siempre y terminó siendo la falacia más grande de nuestra vida.
Suficientemente, tengo con el Lorem pegado a mi cuello, apretando cada vez más, esperando el momento para ahorcarme como castigo y reprender a su maldito perro faldero, por el simple hecho de no tener a la estúpida niña de Carla embarazada. El Lorem sospecha que esa niña es estéril, lo cual es una mierda, ya que su trabajo era encargarse de que la niña estuviera apta para dar todos los niños que ellos quieren.
Lamentablemente, llevo ya un poco más de un mes en este proceso de embarazar a Carla desde que llegó a la villa y es aburrido. Desde que Clarisa no está en este mundo, no he querido tener nada formal con nadie, ya que no quiero matar a alguien por quien tenga aprecio o algún sentimiento diferente a la repulsión. Antes tenía la costumbre de tener sexo con Marley Musk, mi secretaria; ella sabe lo que quiere y yo también, y al final solo cumplimos una necesidad primitiva que necesitaban nuestros cuerpos.
El Lorem tuvo el descaro de anunciar que si para el doce de junio no logro mi objetivo, ellos se encargarán. No puedo refutar sus órdenes, ya que actualmente me encuentro interesado en ser colonizador como mi querida bisabuela Fleur. Ella era la única que me entendía completamente cuando era más humano y menos animal con correa, pero fue eliminada por querer rebelarse y convertir este planeta en su imperio, tratando de desligarlo de la mierda del Lorem. Ella, graciosamente, nadó tanto para terminar muriendo en la mierda. Mi bisabuelo Ciro era un hombre desquiciado que, al no tener a su amor, prefirió matarse antes que vivir sin ella. Como consecuencia, el apellido Walton fue degradado al nivel cuatro cuando anteriormente pertenecía al nivel cinco. Ahora trato de enmendar los estúpidos errores de mi familia y ser el sirviente perfecto que necesitan en este planeta.
Recordar a Fleur y Ciro, la pareja trágica, me hace saber que debo ser mejor y no cometer los mismos errores. Tampoco debo volver a confiar en la raza humana, que es una porquería; muy útil, pero una porquería al final, que debe servir para dos cosas: dar placer y servir a las...
—¡Volví! —Esa voz solo corresponde a una persona que conozco muy bien y tiene la virtud de encontrarme cuando quiero matar a mi madre, pero recuerdo que no puedo—. ¡Hermanito bonito, soy yo! —Logra sacarme una pequeña risa con sus ocurrencias. Si Mateo es alegre, ella es peor; es como un chicle recubierto de azúcar muy dulce que da diabetes solo con verla, pero dentro de su dulzura tiene una chispa oscura que conozco muy bien.
