Capítulo 21

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Carla Walton

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Carla Walton.
 
Anoche cometí un error, no varios. Primero, fui muy dramática con Cristóbal. Aunque me asusté, no manejé bien la situación, y ahora creo que no me contará nada más. Segundo, me tomé otra pastilla después de que él se fue, para quedarme un poco aturdida hoy; pero… casi terminan haciéndome un lavado de estómago. Lo bueno es que solo me administraron suero intravenoso y me dieron mucho líquido para pasar el efecto. Tercero, me corté el brazo con un cuchillo que estaba en la gaveta de la mesa de noche, en el lado de Cristóbal. Lo extraño es que no tengo idea de cómo sabía que eso estaba allí. Cuarto, no entiendo por qué le reclamé si me quería, cuando sé que no tengo sentimientos por él. Era como si estuviera reclamando por mí misma, pero al mismo tiempo por otra versión de mí. Fue muy extraño, y espero no volver a sentirlo nunca más. Era una mezcla de desesperación y un dolor inmenso, un vacío por alguien que ni siquiera conozco en mi vida… más bien por unas criaturas… Como si una parte de mí hubiera dado vida a algo con la devoción de un amor maternal y, al final, perdiera…

—Señora.

—Sí.

—El señor la espera para almorzar juntos en el comedor.

—¿En el comedor?

—El señor se lo mencionó, señora.—Me mira con preocupación.

—Disculpa, estoy un poco ida.

No responde nada, pero me indica que me siente en la silla de la peinadora mientras hace rápidamente una trenza en forma de diadema, sin dejar ni un solo cabello afuera. Me da unos pequeños aretes de oro para que me los coloque, que son lo único que resalta de mí junto a mi peinado, ya que mi vestido es blanco, sin ningún tipo de estampado. En vez de usar tacones, llevo puestas unas pantuflas blancas muy cómodas. En cuanto a mi cara, tampoco llevo maquillaje, solo un poco de crema hidratante y protector solar, ya que no tengo ánimos para estar presentable para él. Solo bajo a comer por obligación, ahora que lo recuerdo, para no formar otro escándalo. Al terminar, me ayuda a pararme y me guía hasta la salida de la habitación. Debido a la locura que hice anoche de tomar dos pastillas, me quedé algo dormida y débil. Poco a poco he ido tomando control de mi cuerpo de forma muy paulatina desde la mañana.

Al salir de la habitación, casi tres minutos después, Lara me advierte que tenga cuidado y me ayuda a bajar las escaleras, sujetándome del brazo y de la barandilla de la escalera completamente blanca. El proceso es incómodo y engorroso, ya que debo parar cada dos o tres escalones para recuperar el equilibrio y poder seguir. Cuando logro bajar, veo a Mateo y Aurora muy juntos, tomados de la mano, pero no de forma fraternal, sino como algo más. Los veo reír y susurrarse cosas que, a la distancia, son imperceptibles. Sin embargo, lo último que alcanzo a ver antes de perderlos de vista es cómo se besan, como dos amantes en plena luna de miel, y se supone que eso no está bien. Me volteo, miro a Lara y digo:

—Mi mente me está jugando una mala pasada, ¿verdad?

—No, señora. En este tipo de vida es permitido, aunque para la sociedad común no es normal.—responde tranquilamente.

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⏰ Última actualización: Nov 02 ⏰

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