Capítulo 5

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Cristóbal Enrique Walton

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Cristóbal Enrique Walton.

No era lo que esperaba que me iban a enviar, pensé que esta persona iba a ser un jugador innato, pero es un juguete vacío, solo lloraba, como que no supiera cuál es su papel en el sistema, pero me encargaré de que aprenda que yo mando y ella obedece todo, si no la coloco en un sueño sin retorno en ese cuerpo y cuando vuelva a nacer... Al cabo no va a recordar nada.

Con un poco de cuidado la bajo de mi cuerpo y la cubro con la sábana, me levanto y tomo los últimos sorbos de la botella vino tinto, mientras recuerdo con gracia lo llorona y asustada que estaba para terminar disfrutando como la puritana que era. Aunque quien no disfrutó mucho fui yo; esperaba que aguantará más, para poder ser más creativo. Con ese pensamiento, veo la hora en mi reloj que está en la mesa al frente de la cama, son las tres de la mañana. Según algunas personas, es la hora del diablo, pero son estupideces, nada es como lo creen.

Decido caminar como vine al mundo hasta la ducha del cuarto de azulejos negros y darme una ducha con agua fría para empezar el día. Tengo asuntos pendientes de ayer, como la estúpida paz mundial. Claro, sobre todo eso y no algo más sangriento.

Al salir de la ducha, me visto con un traje negro de dos piezas, una camisa blanca y zapatos negros de vestir. Recuerdo ponerme el reloj de siempre. Peino mi cabello rojo, asegurándome de que no quede ningún cabello fuera de lugar, ya que odio esa mierda. Antes de bajar, me aplico perfume para cubrir mi olor natural. Decido ir directamente al auto y evitar el desayuno, ya que me asquea ver a los inútiles de mi casa.

En camino al rascacielos Sweden, una de las seis sedes del Lorem en la ciudad de Malmö, Suecia, me encargo de revisar los documentos faltantes de ayer, referentes a una nueva tecnología que se va a trasladar a la Antártida para estudiar la biología del lugar. También verifico un caso referente a la desaparición de un gran número de personas, el cual lo voy a redirigir a Carlos Block, un colega que trabaja en esa área. Mientras termino de revisar los documentos en el auto, le pido a mi secretaria por el comunicador que tenga listo un café amargo con whisky para comenzar el día con toda esta mierda.

Al llegar al imponente edificio, subo al piso doce sin saludar a nadie y observo que mi secretaria Marley Musk, una mujer contemporánea con mi edad, de cara y cuerpo jovial, con rasgos suaves y dulce a la vista, como sus ojos color miel, nariz y boca pequeña, donde más de un mortal se ha matado por probar. Tiene cabello largo, rizado y castaño claro, vestida de forma semi formal como siempre. En esta oportunidad, usa pantalón de mezclilla talle alto, top color blanco, un blazer y tacones negros. En su puesto de siempre, ya se encuentra trabajando y se levanta de su asiento para entrar a mi despacho después de mí. Ella sabe muy bien que eso de ser caballero es una estupidez que no va conmigo.

—Marley, ¿qué hay para hoy?—le pregunto mientras tomo un sorbo de mi café que está en mi escritorio. Ella lo ha traído para mí antes de que llegara al edificio.

—No mucho. Hay una junta a las doce para discutir sobre el nuevo presidente de México. A las tres de la tarde, otra junta para hablar del proyecto Mentes Vacías. —Revisa la tablet y continúa —. Ya envié el caso al señor Block y, por último, hay un consejo para el Yellow Card.—Me mira como si recordó algo y pregunta— ¿Va a almorzar en la oficina o en el restaurante?

Romper el Sistema (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora