Adriel Walton Agnelli, un joven de renombre con 23 años, alejado de la elite, modelo, amante de la música y los automóviles.
Charles Marc Hervé Perceval Leclerc, es un piloto de automovilismo monegasco destinado a la grandeza, estrella de la Scuder...
Me desperté con el sonido ensordecedor de mi alarma a las cinco de la mañana. La habitación estaba sumida en la penumbra, apenas iluminada por la luz tenue que se filtraba a través de las cortinas cerradas. A pesar del cansancio acumulado, me levanté de la cama con una mezcla de emoción y nerviosismo. Hoy era el día: viajaría a Londres para encontrarme con mi familia y visitar una de las empresas. Además, tenía una sesión de fotos crucial para mi carrera como modelo.
Me dirigí al baño, encendí la luz y observé mi reflejo en el espejo. El rostro que vi estaba marcado por el agotamiento, pero también reflejaba la determinación de alguien que no se rinde fácilmente. Me lavé la cara con agua fría para despejarme y luego me di una ducha rápida. Me vestí con ropa cómoda para el viaje: una camiseta gris, unos vaqueros oscuros y una chaqueta de cuero. Metí mis últimas pertenencias en la maleta y me aseguré de tener mi pasaporte y mi billete de avión a mano.
Al salir de mi apartamento, el aire frío de la madrugada me golpeó el rostro, despejando cualquier rastro de somnolencia que pudiera quedar. Tomé un taxi hacia el aeropuerto JFK, mirando por la ventana cómo la ciudad que nunca duerme comenzaba a despertarse. Los primeros rayos de sol iluminaban los rascacielos, creando un paisaje que siempre me dejaba sin aliento.
En el aeropuerto, pasé por el control de seguridad y me dirigí a la puerta de embarque. Mientras esperaba, recibí un mensaje de mi amiga Anne, que estaba estudiando para sus exámenes finales.
Anne ¡Buenos días, Adri! ¿Listo para tu viaje a Londres?
Sonreí al leer su mensaje. Anne siempre estaba pendiente a todas mis actividades.
Adriel ¡Buenos días, Anne! Sí, pero estoy nervioso, Londres siempre me ha encantado. ¿Cómo van tus estudios?
Poco después, abordé el avión y me acomodé en mi asiento de primera clase. Mientras el avión despegaba, observé cómo Nueva York se hacía cada vez más pequeña desde la ventanilla. Me puse los auriculares y escuché algo de música para relajarme durante el vuelo.
Después de unas horas de viaje, el avión aterrizó en el aeropuerto de Heathrow, en Londres. Sentí una ola de emoción al poner un pie en tierra británica. Londres siempre había tenido un lugar especial en mi corazón; su mezcla de historia y modernidad era fascinante.
Pasé rápidamente por inmigración y recogí mi maleta. En la salida, encontré al señor Miguel quien es como un tío para mí, es un trabajador de la familia que conozco desde que tengo uso de razón y siempre me ha apoyado y es una de las personas en quien más confío.
Me estaba esperando con una sonrisa en su rostro. Me abrazó con fuerza. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, y el reencuentro fue emotivo.
-Joven Adriel, ¡Cuánto te he echado de menos! - exclamó cuando nos abrazamos.
-Yo también. Me alegra mucho verte de nuevo. - respondí con una sonrisa.
Nos dirigimos a la casa familiar, hablando de todo lo que había pasado desde mi última visita. Londres estaba tan vibrante como siempre, con sus calles llenas de gente y sus icónicos taxis negros.
Mi teléfono vibro en mi regazo con una notificación de Instagram, era Charles, había reaccionado y respondido la historia que subí cuando salí de New York. En ese preciso instante me di cuenta de que no le había contestado ayer, llevaba más de dos semanas hablando todos los días con él piloto.
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