14.

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ADRIEL POV

Me desperté con el sonido distante de las olas rompiendo en la orilla. El sol apenas se filtraba por las cortinas, pero la luz suave era suficiente para indicarme que habíamos dormido más de lo planeado. Mi cuerpo se sentía cálido, relajado, y al abrir los ojos, la primera cosa que noté fue la sensación de Charles junto a mí, su brazo aún apoyado sobre mi pecho. Respiraba profundamente, en un sueño que parecía tranquilo. Por un instante, todo se sintió perfecto. El día anterior había sido intenso en todos los sentidos, lleno de emociones nuevas que apenas comenzaba a procesar. Pero no había lugar para el arrepentimiento. Charles y yo habíamos compartido algo más allá de lo físico, algo que trascendía lo que habíamos imaginado cuando todo comenzó.

Lo observé dormir por un momento, dejándome llevar por la tranquilidad de la escena. Charles, el piloto estrella de Ferrari, durmiendo a mi lado, con su rostro relajado y pacífico. Había una calma en su expresión que me hacía sonreír, y mientras lo observaba, me di cuenta de cuánto había cambiado mi vida en tan poco tiempo. Pero el encanto de la mañana se interrumpió cuando escuché un golpe en la puerta, seguido de la inconfundible voz de Lando.

—¡Vamos, chicos! ¡Es hora de irse! —exclamó.

Charles gruñó, evidentemente aún medio dormido, y yo no pude evitar reír suavemente. Lo sacudí con delicadeza, sin querer ser brusco.

—Cariño, tenemos que levantarnos. — susurré, sintiendo la urgencia comenzar a filtrarse en mi voz. Sabía que estábamos cortos de tiempo, y conociendo a Lando, probablemente ya estaría vestido y listo para salir.

—Cinco minutos más. — murmuró contra mi pecho, su respiración cálida acariciando mi piel.

Intenté sacudirlo de nuevo, pero esta vez fue diferente. En lugar de reaccionar como antes, Charles se giró levemente, mirándome con esos ojos que, aún somnolientos, lograban transmitir una mezcla de cariño y deseo que no podía ignorar. Su mano se deslizó por mi torso, lenta, como si estuviera tomándose su tiempo para memorizar cada detalle de mi piel bajo la sábana.

—Charlie... — comencé, pero mi voz apenas salió, atrapada entre la sensación de sus labios presionándose contra mi cuello.

Él sabía exactamente lo que estaba haciendo. Lo vi en la sonrisa perezosa que esbozó antes de acercarse aún más, sus labios rozando mi mandíbula con una suavidad que hacía imposible cualquier resistencia. Estaba tan cerca, y en lugar de detenerlo, me encontré respondiendo a su cercanía, a la forma en que su cuerpo se acomodaba perfectamente al mío, como si hubiéramos sido hechos para encajar de esta manera.

—Sabes que tenemos que irnos, ¿verdad? — intenté decir con algo de firmeza, pero incluso para mí sonaba débil. Las palabras se desvanecieron cuando Charles finalmente selló mis labios con un beso suave, pero lleno de intención

Me besaba lentamente, sin prisa, como si quisiera detener el tiempo. Su mano subió por mi cuello hasta mi rostro, sus dedos trazando un suave camino mientras sus labios se movían con una precisión que solo él podría tener, cada beso una mezcla perfecta de ternura y deseo.

—Charles... — intenté hablar de nuevo, pero esta vez mi voz sonó más débil, atrapada en la sensación de su cuerpo presionado contra el mío, su calor envolviéndome por completo. Mi corazón latía con fuerza, y, aunque sabía que Lando y los demás estaban esperándonos, ese momento parecía lo único que importaba.

Él sonrió contra mis labios, como si supiera exactamente lo que estaba pensando. En lugar de responder con palabras, su beso se volvió más intenso, sus manos bajaron por mi pecho, acariciando cada parte de mi piel, despertando sensaciones que habían estado dormidas por el cansancio del día anterior. Sentí su respiración agitarse, al igual que la mía, y mi cuerpo respondió sin pensarlo, atrayéndolo más cerca de mí, como si fuera posible reducir aún más el espacio entre nosotros.

FIRGUN - CHARLES LECLERC GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora