FIRGUN - CHARLES LECLERC GAY

10.

ADRIEL POV

El sol de Santorini entraba suavemente por las cortinas de la habitación, iluminando el espacio con un resplandor dorado que hacía que todo pareciera más brillante, más vivo. Me desperté lentamente, disfrutando de la tranquilidad del momento. No había ruidos de tráfico, ni el bullicio de la ciudad; solo el sonido lejano del mar y el suave susurro de la brisa mediterránea.

Anne y Lando ya estaban despiertos. Desde la cama, podía escuchar sus risas suaves, entremezcladas con el sonido del café que Anne preparaba en la pequeña cocina. Me senté en la cama, dejando que la calma del lugar me envolviera. Habíamos llegado la noche anterior, y aunque el viaje había sido largo, la emoción de estar en un lugar tan hermoso lo hacía todo más llevadero.

Salí de la cama y me dirigí hacia la terraza, donde Anne y Lando estaban disfrutando del desayuno. Anne, me miró con una sonrisa cálida cuando me uní a ellos.

-Buenos días, dormilón -dijo, empujándome una taza de café.

Él británico estaba apoyado en la barandilla, mirando el mar Egeo con una expresión de relajación que rara vez veía en él. Como piloto, su vida solía ser un torbellino de carreras, compromisos y entrenamientos, pero aquí, en Santorini, parecía dejar todo eso atrás.

-Buenos días, chicos -respondí, tomando un sorbo de café y dejándome caer en una silla.

-¿Listo para el gran día? -preguntó Lando con una sonrisa traviesa, refiriéndose al hecho de que hoy nos encontraríamos con Charles y su hermano Arthur.

Mi corazón dio un vuelco al ver que hoy era él día. Desde que habíamos llegado a un acuerdo con Charles sobre este viaje, no había podido dejar de pensar en cómo sería verlo de nuevo. Aunque nuestra amistad había crecido a lo largo del tiempo, últimamente sentía que algo más estaba comenzando a formarse entre nosotros, algo que no había sabido cómo expresar ni siquiera a mí mismo.

-Sí, estoy listo -respondí, tratando de no mostrar demasiada emoción- Estoy emocionado por verlos a ambos.

Intercambiaron una mirada cómplice que no pasó desapercibida para mí, pero decidí ignorarla. Sabía que ambos sospechaban que había algo más en juego entre Charles y yo, pero no estaba preparado para tener esa conversación, ni siquiera con ellos.

Después de un desayuno tranquilo, decidimos salir a explorar un poco antes de encontrarnos con Charles y Arthur. Las calles adoquinadas de Oia estaban llenas de vida, con turistas y locales disfrutando del sol y del ambiente relajado de la isla. Anne, siempre curiosa, se detenía en cada tienda, mientras Lando y yo la seguíamos, bromeando y disfrutando de la compañía mutua.

A medida que caminábamos, no podía evitar que mi mente volviera a Charles. Me preguntaba cómo habría sido su viaje, si estaría tan nervioso como yo por este reencuentro. Había algo en la idea de verlo que me llenaba de una mezcla de anticipación y ansiedad. ¿Cómo sería estar en su presencia nuevamente? ¿Sería diferente ahora que ambos habíamos pasado por tanto en los últimos meses?

Finalmente, después de unas horas explorando, decidimos regresar a la villa para descansar un poco antes de la gran reunión. Lando, siempre el alma de la fiesta sugirió que nos tomáramos un rato para relajarnos en la piscina antes de que llegaran los Leclerc.

-Vamos, chicos, no todos los días estamos en un lugar como este -dijo, lanzándose a la piscina sin esperar una respuesta.

Anne y yo nos miramos y reímos antes de seguir su ejemplo. El agua fresca y cristalina fue un alivio inmediato al calor del mediodía, y por un momento, me olvidé de todo lo que me preocupaba. Lando era bueno para eso, para hacer que la gente se relajara y disfrutara del momento.