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El día amaneció con una suavidad inusual, como si el sol mismo decidiera acariciar la tierra con delicadeza. Keyleen se despertó con el eco de sus pensamientos flotando en el aire, un entrelazado de emociones que la llevaban de un lado a otro. Desde su encuentro con Axel en el lago, cada momento se sentía más cargado de significado.
Se vistió rápidamente, su corazón latiendo con una mezcla de anticipación y nerviosismo. La idea de ver a Axel de nuevo despertaba en ella una chispa que la hacía sonreír sin razón aparente. Mientras bajaba las escaleras, el bullicio de la casa la recibió; Sofía estaba dibujando, Leo y Lucas estaban discutiendo sobre un videojuego. Sin embargo, la calidez familiar no podía compararse con la emoción que sentía por el día que se avecinaba.
Cuando finalmente llegó al lago, el aire estaba impregnado de fragancias frescas y húmedas. Axel la estaba esperando, recostado sobre una roca, con una expresión pensativa en su rostro. La vista del lago, reflejando el azul del cielo, era hipnotizante, pero para Keyleen, nada era más cautivador que la mirada de Axel.
—Hola, soñadora —dijo él, sonriendo al verla.
—Hola —respondió ella, sintiendo cómo las mariposas revoloteaban en su estómago.
Ambos se acercaron al agua, y la superficie brillante parecía invitarles a sumergirse no solo físicamente, sino emocionalmente. Axel se sentó en la orilla, con los pies en el agua, y Keyleen lo imitó. La frescura del lago les rodeaba, pero el verdadero impacto del momento era la cercanía entre ellos.
—He estado pensando en lo que dijiste sobre el lago —comenzó Axel, sus ojos fijos en el agua. —Como si tuviera una vida propia. A veces siento que también tiene que ver con nosotros.
Keyleen sintió un escalofrío recorrer su espalda. —Es como si el lago supiera lo que sentimos, como si estuviera observándonos y guardando nuestros secretos.
Mientras las olas del lago susurraban suavemente a su alrededor, Keyleen se dio cuenta de que sus sentimientos por Axel se estaban volviendo más claros, más intensos. No solo era su amigo, era alguien que le hacía sentir viva, llena de posibilidades.
—A veces, siento que hay algo más entre nosotros —confesó Axel, mirándola de reojo. —Como si cada vez que estamos juntos, se desata algo que no podemos controlar.
—Yo también lo siento —respondió Keyleen, su voz casi un susurro. —Es como si el aire se volviera denso y, al mismo tiempo, ligero. Nunca he tenido a alguien con quien compartir tanto.
Sus miradas se encontraron, y en ese instante, el mundo se desvaneció. La conexión era palpable, como si el lago mismo se uniera a su conversación, entendiendo lo que estaba en juego.
—¿Crees que deberíamos dejar que esto evolucione? —preguntó Axel, su voz llena de incertidumbre.
Keyleen sintió un nudo en el estómago. —¿Y si eso significa complicar nuestra amistad?
—A veces, lo más complicado es lo más hermoso —dijo Axel, acercándose un poco más. —Mira el lago. Es profundo y misterioso, pero también increíblemente bello.
La imagen del lago resonó en ella. La dualidad de sus aguas reflejaba perfectamente la confusión y la belleza de sus sentimientos. Keyleen decidió que no quería dejar que el miedo a lo desconocido la detuviera.
—Quiero descubrir lo que esto puede ser —dijo ella, sintiendo que cada palabra era una liberación.
Axel sonrió, y el brillo en sus ojos la hizo sentir como si todo encajara. Se rieron juntos, una risa que resonó en el aire, un eco de la ligereza que habían encontrado en la amistad.
Decidieron caminar a lo largo de la orilla, dejando que sus pies se mojaran mientras las olas chocaban suavemente contra sus piernas. Hablaron sobre todo y nada, sus palabras fluyendo con naturalidad, pero siempre volviendo al lago, a su belleza y misterio.
—¿Sabías que hay historias sobre este lago? —preguntó Axel, sus ojos brillando con curiosidad.
Keyleen se inclinó hacia él, intrigada. —¿Qué historias?
—Se dice que quienes se sumergen en sus aguas pueden descubrir verdades sobre sí mismos. Algunos dicen que el lago puede revelar lo que más desean o temen —dijo Axel, su tono mezcla de seriedad y asombro.
Keyleen sintió que su corazón se aceleraba. —¿Y tú qué deseas descubrir?
Axel la miró fijamente, y el aire se volvió denso nuevamente. —Quiero entender lo que hay entre nosotros. Y también, quizás, lo que hay en mi interior.
Ambos se detuvieron, mirándose en silencio, dejando que las palabras flotaran entre ellos. En ese instante, el lago parecía responder a su conexión, sus aguas brillando intensamente como si estuvieran reconociendo sus emociones.
Keyleen rompió el silencio. —A veces me asusta lo que siento. Pero también es emocionante.
Axel se acercó un poco más, su voz suave. —No estás sola en esto. Estoy aquí, y quiero explorar cada rincón de lo que significa esto para nosotros.
El sol comenzó a descender, y el cielo se tiñó de colores vibrantes. Keyleen sintió que el momento era perfecto, y se permitió dejarse llevar. En medio del caos de su vida, Axel se había convertido en su ancla, y el lago era el espejo de sus sentimientos.
Sin pensarlo, Keyleen tomó la mano de Axel, sintiendo cómo una corriente de electricidad recorría su cuerpo. —Vamos a sumergirnos en el lago, juntos —dijo, desafiando el miedo.
Axel la miró, sorprendido, pero su sonrisa iluminó su rostro. —¿Estás segura?
—Sí. Necesitamos enfrentar los misterios, y eso incluye lo que sentimos —dijo ella, su determinación creciendo.
Ambos se levantaron y corrieron hacia el agua, riendo mientras se sumergían. La sensación del agua fría los envolvió, y en medio de las risas y las salpicaduras, Keyleen sintió que el lago no solo los abrazaba, sino que también les permitía ser libres.
Al salir del agua, ambos respiraban pesadamente, las gotas de agua resbalando por sus pieles, creando un momento de cercanía. Axel se acercó a ella, y en un impulso, la besó. Fue un beso suave, cargado de promesas y emociones contenidas.
Cuando se separaron, ambos sonrieron, sus corazones latiendo al unísono. Keyleen sintió que el lago había revelado algo más que solo sus secretos; había descubierto una nueva faceta de su vida, un nuevo camino junto a Axel.
—Esto es solo el comienzo —dijo Axel, su voz llena de esperanzas.
Keyleen asintió, mirando el lago que había sido testigo de su conexión. —Sí, y estoy lista para explorar cada parte de ello.
A medida que el sol se ocultaba y el cielo se llenaba de estrellas, Keyleen supo que había tomado una decisión valiente. El lago era un símbolo de su viaje, uno lleno de misterios, pero también de amor y descubrimiento.
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Entre Amor y Secretos
RandomEn un pueblo marcado por secretos y tensiones familiares, Keyleen lucha por encontrar su lugar mientras cuida de sus hermanos. Cuando se une a su mejor amigo Axel para investigar la misteriosa historia de un lago cercano, descubren antiguos ecos de...