Capítulo 7: Entre Sombras y Revelaciones

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El sol se asomó tímidamente al día siguiente, bañando el pueblo en una luz dorada. Keyleen se despertó con una mezcla de ansiedad y emoción. La noche anterior había cambiado todo; el misterio del lago la llamaba, y sabía que debía enfrentarlo. Sin embargo, había algo que le preocupaba: el ambiente en casa.

Mientras se preparaba, escuchó voces elevándose desde la sala. Se acercó a la puerta y, al asomarse, vio a su madre, cansada después de un turno largo, y a su padre, quien había llegado justo a tiempo para empezar otra discusión.

—¡No puedo creer que estés tan cansada y aún así no entiendas lo que estoy diciendo! —gritó su padre, con el ceño fruncido.

—¿Y tú crees que yo no tengo mis propias preocupaciones? ¡Siempre estás ausente, y yo tengo que hacer todo aquí! —respondió su madre, con una mezcla de frustración y agotamiento.

Keyleen sintió un nudo en el estómago. No era la primera vez que se peleaban, pero cada discusión la dejaba más exhausta. Decidió que no podía esperar más y se asomó por la puerta.

—¿Puedo salir con Axel? —preguntó, tratando de sonar decidida.

Ambos se volvieron a mirarla, y el silencio en la habitación se volvió denso. Su madre suspiró y su padre la miró con desdén.

—¿No crees que deberías quedarte en casa y ayudar con tus hermanos? —dijo su padre, sin suavizar el tono.

—Yo puedo cuidar de ellos más tarde. ¡Necesito salir un rato! —Keyleen sintió que la frustración se acumulaba en su pecho.

—Siempre es lo mismo, Keyleen. Nunca piensas en las responsabilidades —replicó su madre, cruzándose de brazos.

—¡No es justo! —gritó Keyleen, su voz resonando en la sala—. Siempre tengo que ser la adulta aquí, y nunca tengo tiempo para mí.

La mirada de su padre se endureció. —No se trata de lo que es justo. Se trata de hacer lo que es correcto. Eres mayor, y debes ayudar a tu familia.

Keyleen sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, pero no quería llorar. —Lo sé, pero necesito un respiro. Axel y yo estamos trabajando en algo importante.

—¿Algo importante? —su madre frunció el ceño—. ¿Y qué es eso, exactamente?

—Es solo… algo que estamos investigando. No es de tu incumbencia —dijo Keyleen, sintiéndose atrapada en un rincón.

Su padre dio un paso adelante, y su voz se volvió más dura. —Escucha, no puedes simplemente salir a hacer lo que quieras. Esta familia necesita tu apoyo.

Keyleen sintió que su paciencia se agotaba. —Pero yo también soy parte de esta familia, ¡y tengo derecho a tener mi propia vida!

La tensión se acumuló, y por un momento, todos permanecieron en silencio. Keyleen se dio cuenta de que nada de lo que dijera haría que sus padres comprendieran su necesidad de libertad.

—Solo quiero salir con Axel. No quiero pelear —dijo, esta vez en un tono más bajo.

Finalmente, su madre suspiró, derrotada. —Está bien, pero vuelve pronto. Y no te olvides de tus responsabilidades.

Keyleen asintió, sintiendo un alivio momentáneo. Con un último vistazo a la sala, salió corriendo de la casa, agradecida de dejar atrás la atmósfera tensa.

Al llegar al lago, el sol brillaba con fuerza, y la emoción comenzó a sustituir la ansiedad. Axel ya la esperaba, una mochila al hombro y una sonrisa en el rostro.

—¿Todo bien? —preguntó, notando su expresión.

—Sí, solo… un pequeño conflicto familiar —respondió Keyleen, intentando dejar atrás la pelea.

Entre Amor y SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora