Capítulo 3: Entre la Realidad y el Sueño

6 2 0
                                    


---

El sol se filtraba por la ventana, proyectando rayos dorados sobre el suelo de la habitación de Keyleen. Se despertó con el sonido de sus hermanos, Leo y Lucas, riendo en la sala. Aún sintiéndose cansada, se estiró y decidió que un poco de café la ayudaría a enfrentar el día. Mientras se preparaba, recordó la conversación con Axel la noche anterior. Sus palabras resonaban en su mente: “Siempre estaré aquí para ti.”

Bajó las escaleras, el aroma del café fresco llenaba el aire. En la sala, los gemelos estaban en medio de una pelea amistosa por el control remoto. Sofía, su hermana pequeña, los miraba con los ojos brillantes, deseando que la incluyeran.

—¡Chicos! —gritó Keyleen—. Si siguen así, no habrá paz en esta casa.

—¡Pero es nuestra vez de elegir la película! —protestó Lucas, levantando el control remoto como si fuera un trofeo.

Keyleen sonrió, pero al escuchar un portazo proveniente de la cocina, su expresión se desvaneció. Su madre, visiblemente cansada después de un turno largo en el hospital, salió con una expresión tensa.

—¿No pueden dejar de pelear un minuto? —dijo, antes de servir un café.

—Lo siento, mamá —respondió Leo—. Solo estábamos jugando.

—Jugando, sí… ¿y quién se encarga de recoger el desastre después? —replicó su madre, exasperada.

Keyleen sintió un nudo en el estómago. Sabía que su madre estaba agotada, pero también sabía que la tensión en la casa aumentaba cuando su padre llegaba de la oficina.

—Vamos, mamá, solo estamos viendo una película —intentó calmarla Keyleen.

Justo entonces, su padre entró, aún con la corbata puesta. Parecía que había tenido un día largo. La atmósfera se volvió más tensa cuando comenzaron a discutir sobre la casa y los niños.

—No entiendo por qué siempre dejo todo para ti —dijo su madre, alzando la voz.

—Porque tú eliges quedarte horas en el hospital, y yo trabajo duro para mantener esta familia —respondió su padre, irritado.

Keyleen se sintió atrapada entre sus padres y los hermanos, tomando rápidamente el control de la situación.

—¡Chicos, vamos a pedir pizza! —dijo, intentando romper la tensión—. ¿Qué les parece?

La propuesta funcionó. Leo y Lucas se iluminaron, mientras Sofía aplaudía con emoción. Keyleen aprovechó para ordenar la pizza, sintiendo que un momento de normalidad podría aliviar la situación.

Mientras esperaban la comida, su mente divagó hacia el festival en el parque. Sabía que tendría que enfrentar sus propios sentimientos, pero la idea de estar con Axel, riendo y disfrutando del día, la llenaba de esperanza. Esa sensación de alegría era justo lo que necesitaba para despejar su mente.

Finalmente, después de un almuerzo animado pero lleno de tensiones subyacentes, se preparó para salir. Se puso un vestido ligero, sintiéndose un poco más segura. Al mirarse en el espejo, su reflejo la sorprendió: había algo en su sonrisa que parecía más genuina.

Al llegar al parque, el bullicio de la gente la envolvió. Axel la esperaba cerca de la entrada, sonriendo. Llevaba una camiseta negra que hacía resaltar sus ojos claros. Keyleen sintió cómo la tensión comenzaba a disiparse mientras disfrutaban del algodón de azúcar. Axel le sonrió y, en ese instante, su mundo pareció reducirse a solo ellos dos.

—¿Te gusta el festival? —preguntó él, mirando las luces y los colores vibrantes a su alrededor.

—Sí, es genial. Es como un respiro —respondió Keyleen, sintiendo que, por primera vez en semanas, podía dejar de lado sus preocupaciones.

Decidieron probar algunos juegos de feria. Compitieron en una carrera de sacos, donde Axel la animaba a cada paso. La risa de Keyleen llenó el aire, y por un momento, se sintió ligera, como si las pesadas cargas de su vida no existieran.

Después de un rato, se sentaron en una banca para descansar. Axel miró al horizonte, donde se preparaba un espectáculo de fuegos artificiales.

—¿Siempre te haces cargo de tus hermanos? —preguntó Axel, rompiendo el silencio.

Keyleen asintió. —Sí, con mis padres trabajando tanto, a menudo soy yo quien los cuida. A veces es agotador, pero no puedo dejar que se sientan solos.

—Entiendo —dijo Axel, mirándola con respeto—. Eres fuerte, Keyleen. No todos podrían hacer lo que haces.

Sus palabras la conmovieron, y en su pecho se formó un nudo de emociones. Ella sonrió, sintiéndose vista de una manera que nunca antes había experimentado.

—Gracias. A veces me siento atrapada, como si no tuviera tiempo para mí misma.

—¿Y qué harías si tuvieras ese tiempo? —preguntó Axel, curioso.

Keyleen pensó por un momento. —Me gustaría viajar, conocer lugares nuevos… o simplemente tener un día en el que no tenga que preocuparme por nada.

—Tal vez podamos planear algo —sugirió él, con una chispa de entusiasmo—. Solo nosotros dos.

La idea la emocionó, pero también la aterrorizaba. La conexión entre ellos estaba creciendo, y la posibilidad de algo más la llenaba de inseguridad.

Justo en ese instante, los fuegos artificiales comenzaron a estallar en el cielo, iluminando sus rostros. Keyleen miró hacia arriba, maravillada. Era hermoso, y por un momento, se olvidó de sus preocupaciones.

—Mira —dijo Axel, señalando al cielo—. Es como si el cielo estuviera celebrando con nosotros.

Ella rió, sintiéndose ligera. La mezcla de colores brillantes y el sonido retumbante de los fuegos artificiales la envolvieron en una burbuja de felicidad.

Al finalizar el espectáculo, Axel la miró, sus ojos brillando con complicidad.

—Gracias por hoy. Me alegra que hayas venido.

Keyleen sintió su corazón latir con fuerza. —Gracias a ti por hacerme sentir así. Es un día que no olvidaré.

Mientras se preparaban para regresar a casa, Keyleen sabía que este día significaba más de lo que parecía. Había encontrado un momento de paz y conexión en medio del caos que siempre la rodeaba. Aun así, una sombra de incertidumbre persistía en su mente.

Al llegar a casa, la atmósfera seguía tensa. Su madre y su padre discutían en la cocina. Keyleen respiró hondo y trató de ignorar el ruido, enfocándose en lo que había vivido.

—¿Todo bien? —preguntó Leo, notando su expresión.

—Sí —respondió Keyleen, sonriendo débilmente—. Solo fue un buen día.

Mientras subía a su habitación, se dio cuenta de que, aunque su vida no era fácil, había algo en su interior que le decía que todo podía cambiar. La relación con Axel podría ser el inicio de algo nuevo, algo que le diera fuerza para enfrentar los desafíos que aún estaban por venir.

Keyleen sintió que, aunque la tormenta no había pasado, estaba lista para navegarla.

---

Notaaa de la autora...

Esooo, nuestra pequeña Keyleen está avanzando con ax3l eh jejejejez♡

Entre Amor y SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora