PSYCHO [JunHao]

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Jeonghan bostezó mientras que las mujeres encendían las velas, Minghao lo observó desde el pasillo al igual que los demás hombres, todos prestando atención a Jeonghan quien ya no tenía a sus devotos alrededor, ellos se quedaron afuera. La vestimenta tradicional hacia lucir al sacerdote casi como un niño perdido entre sabanas, incluso sus primos menores querían jugar con los listones de la ropa de Jeonghan. Jeonghan no los dejó. No dejó que nadie se acercara mientras que él quedaba en medio de un circulo de velas.

—Nadie me moleste.— Fue la orden de Jeonghan en medio del salón. —No importa lo que pase nadie se acerque o será un dolor de cabeza.

—¿que hará?— Preguntó su prima pequeña tomandolo de la mano.

—Bailar.— Respondió Jeonghan jugando con un liston, pasandolo por el fuego. Este no se quemaba. —Pero no pueden quedarse a ver los niños.

—¿porque no?— Comenzaron a quejarse.

—Porque no me gustan.— La forma en la que respondió fue tan infantil que hizo sonreir a su madre pero los hombres soltaron una mueca disgustadas. Ellos seguían pensando que era un estafador.

Minghao suspiró tomando la bandeja con la jarra de agua, al parecer a su tia y a su madre se les había olvidado llevarla con Hyori. Ellas estaban atentas a Jeonghan quien se sentó en medio del circulo y comenzó a hablar de cualquier cosa.

Trató de alejar su mente de todo eso y se concentró en los pasillos oscuros de la casa, cuando estuvo frente a la puerta tocó una vez, no escuchó la voz de Hyori, solo hubo silencio, asi que entró.

Su prima estaba sentada sobre las sabanas, su cabello largo sin recoger cayendo a los lados mientras miraba a la nada pareciendo palida y chiquita, como un animal moribundo. Minghao se congeló ante la imagen, incluso su vientre abultado parecía más pequeño. Ella se veía frágil, triste. Caminó con la bandeja y la dejó a su lado.

Ella tambien estaba fria.

La imagen lo sorprendió, quizás por eso olvidó de quitarse el adorno en el cabello, pero el tintineo hizo que su prima alzara el rostro y lo mirara con ojos vacios. Ella lo tomó del brazo. Minghao se congeló allí, mirándola de vuelta.

—Minji...— Cuando se dio cuenta de su error ella lo soltó y comenzó a llorar. —Lo siento... primo...— Se cubrió el rostro con ambas manos. —Si yo no hubiera...

—Está bien...— Balbuceó tomando su mano, ella estaba mucho más delgada ahora. —No fue tu culpa. Ambos hicimos lo que pudimos...— Le habló con voz dulce y su prima se lanzó a abrazarlo. Era tan pequeña que Minghao tuvo miedo de esa noche. Si daba luz en esas condiciones... La abrazó con más fuerza. —Estoy seguro de que el alma de MinJi descansa en paz, prima... al menos eso no se la llevó.

Su prima sonrió entre lágrimas comenzando a asentir. Era poco consuelo, pero siendo lo único que tenían era gratificante. Aun así Minghao se quedó con ella mientras dejaba de llorar, mirando la oscuridad del cuarto y deseando que todo terminara pronto. Que Jun dejara de existir para volver a tener paz.

Aunque MinJi no fuera a regresar... Al menos no habría más víctimas, era lo único que Minghao deseaba.

Soltó a su prima cuando ella se apartó limpiándose las lagrimas, aun sonreía un poco por lo que calmaba el corazón de Minghao. Le sonrió tambien.

—El sacerdote está a punto de deshacerse de eso que lastimó a Minji, no tienes que preocuparte más.

Hyori asintió para después exhalar una risa.

—Antes pensaba que tenías un alma demasiado femenina, primo... pero solo creo que eres amable. Tan amable como para calmar mi corazón.

La abrazó una ultima vez para ponerse de pie cuando entró el esposo de su prima, se despidió en murmullos y salió del cuarto de nuevo al pasillo oscuro. Su tia pasó a su lado, y Minghao tuvo un escalofrío que lo hizo girar a la puerta.

Sintió que algo no estaba bien, a pesar de haber estado en calma hace unos segundos.

Fue a su habitación y esperó sentado sobre el suelo, mirando las ventanas y la luz nocturna. Si Jun iba esa noche, esperaba que fuera la ultima vez.