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Despertó con el golpeteo de la puerta. Por lo general a los niños no los dejaban acercarse, y ellos sabían bien que seguir las ordenes era lo correcto, los mayores a menudo asustaban a los menores diciéndoles que si tocaban la puerta tres veces se prenderian en llamar, o que alguien les respondería del otro lado con el sonido de un cascabel. Ellos no estaban tan equivocados con lo segundo.

Se alzó mirando la puerta y el cascabel del adornó tintineó, eso hizo gritar a los niños afuera quienes salieron corriendo. No todos, uno de ellos se quedó mirando con curiosidad, era tan pequeña que apenas y alcanzaba a ver por la abertura rota de la puerta.

MinJi se alzó en puntitas y trató de ver dentro de la oscura habitación.

Nadie le había dicho su nombre, pero Minghao solo lo sabía. Sabía el nombre de todas las personas que llegaban a la finca, incluso sabía los nombres de aquellos que nunca conoció.

Desde que fue encerrado personas entraban y salían, no supo cuanto tiempo pasó, de hecho, apenas sabía si era de noche o de día gracias a un rayó de luz que entraba por la abertura rota, habían sellado las ventanas y la puerta de tal modo que ese pequeño cuarto fuera una oscura cueva sin salida. Minghao podía dar diez pasos y recorrer todo el lugar.

La pequeña niña dio dos golpecitos.

Minghao se sentó mirando la puerta, sabía donde estaba la puerta por ese pequeño hilo de luz. Se acercó con curiosidad y colocó su mano sobre la madera. La niña volvió a tocar. Minghao movió su cabeza para hacer sonar el cascabel, ella sonrió. Tocó de nuevo solo para escuchar el cascabel, así que Minghao agitó un poco su cabeza.

—¡MinJi!— El grito de una de sus primas sonó, ella era mucho mayor ahora. Lian tomó en brazos a la niña y la apartó de la puerta. —¡Le diré a mi hermana lo que estás haciendo! ¡Ella va a regañarte mucho!

¿cuantos años tendría ahora? Golpeó su frente contra la puerta y cerró los ojos.

Cuando ella era más pequeña le había pedido un deseo pensando que Minghao podría cumplirlo. Eso hizo que otros niños pidieran deseos, pero Minghao no podía cumplir ninguno, al menos no en ese tiempo. Pero... una noche, mientras él estaba encerrado y ella estaba enferma, ella deseó con su alma la salud de su madre, al parecer la tia de Minghao había caído en cama por la enfermedad que azotó el pueblo, y ella deseó que su madre no moriera.

Minghao cumplió su deseo.

Las escuchó irse, de nuevo quedándose solo en medio de la oscuridad.

Se recostó y volvió a dormir. No había nada más que hacer.

—¡Es su culpa! ¡Él estuvo allí cuando murió Minji!

Minghao apenas estaba recuperado de sus heridas, estaban tan abiertas que cuando QiangTao lo lanzó estas se abrieron haciéndolo sangrar, su abuelo se lanzó para protegerlo mientras que su padre y su tio sostenían al esposo de su prima. Ellos no lo dejarían matarlo, pero tampoco dudaban de sus palabras.

Ellos pensaban que fue culpa de Minghao que el bebé de Hyori y QiangTao muriera. Ellos pensaban que fue su culpa que MinJi muriera. Pensaban que Minghao los maldijo unicamente por existir.

—¡Basta! ¡Eso es absurdo!— Lo defendió su abuelo, pero no importaba porque de cualquier forma su tio y padre ya habían tomado una posición. Ellos creian en el otro hombre. —¡De ser así el sacerdote lo hubiera advertido! ¡No hubiera muerto!

—¡Él fue quien lo mató!— Apuntó Qiangtao, Minghao no podía hablar, estaba débil y de cualquier forma no iba a defenderse. Jun ya no volvería, él había tomado lo que necesitaba. —¡Si sigue aqui seguirá maldiciendo a nuestra familia!

Vio la sangre en su mano, parecía una pintura.

—¡No se atrevan a lastimarlo!— Su madre llegó a él y lo abrazó, incluso apartó a su abuelo, ella extendió una mano dando a entender que se mantuvieran a esa distancia. Ni siquiera dejó que su padre se acercara un paso más. Minghao cerró los ojos y se hundió en su abrazo. —¡No dejaré que lo lastimen! ¡No me importa si el pueblo entero quiere matarlo! ¡Si desean hacerlo entonces tomaran tambien mi cadáver!

—¡él mató al bebé! ¡Es un demonio!

—¡¿como lo sabes?! ¡El sacerdote no lo proclamó así!— Su abuelo gritó. —¡Minghao no es...!

—¿que sugieres? padre...— Preguntó su padre con la voz destrozada. —¿entonces que hacemos con él? Si ni siquiera podemos comprobar su inocencia o su culpa...

Los labios de su abuelo temblaron, él tampoco sabía que hacer. Porque incluso él dudaba de Minghao, no pensaba en él como un demonio, pero sin duda no quería arriesgarse a maldecir a su familia. Estaba en medio, en un limbo.

El limbo.

—Encierrenlo...— La voz de su abuelo fue calmada. —Estoy seguro de que algún sacerdote podrá bendecirlo.

¿encerrarlo? Su "primo" no esperó, lo tomó del brazo arrebatandolo de su madre y lo arrastró por los pasillos hasta salir de la casa, fue directo al cuarto que terminaron de construir hace poco, el cuarto que sería de su prima y su bebé, y lo lanzó dentro del vacio. No había nada allí, solo madera.

Cerraron la puerta.

El primer sacerdote que fue intentó bendecir a Minghao, pero el polvo voló de vuelta a ellos, negándose a entrar en la habitación. Sellaron las ventanas esa vez.

El segundo sacerdote intentó bendecirlo con agua, pero el agua se tintó negra incluso en su recipiente. Sellaron la puerta.

El tercer sacerdote colocó un papel delgado con letras encima, una bendición en un idioma desconocido. Ese se mantuvo allí, dando por sellado la habitación del monstruo.

Minghao fue encerrado y abandonado esperando que muriera por la falta de comida y agua.

Pero él no murió.

Incluso después de Tres años no murió.

Tres años. Despertó de su recuerdo y se dio cuenta de que habían pasado Tres años. Entonces MinJi tendría dos años. miró de nuevo la puerta y agitó su cabeza haciendo sonar el cascabel.

Él ya no tenía el adorno. Pero ellos eran capaz de escucharlo.

Su madre estaba al otro lado de la puerta, y eso la reconfortó, le hizo saber que aun seguía allí.

—Lo siento, Minghao...— murmuró ella. Y comenzó a llorar.

Fue la ultima vez que la escuchó. Ella no volvió a ir. Nunca. 

PSYCHO [JunHao]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora