06: No se que hacer

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Charles entro en el gran salón, con Carlos siguiéndolo, donde una mesa estaba ya dispuesta con un espléndido desayuno. Todos tomaron asiento, compartiendo anécdotas y risas sobre la caza. Charles se sentó junto a George, quien lo miraba con una sonrisa traviesa.

—Entonces, ¿cómo fue compartir el caballo con el español ardiente?— preguntó George, sus ojos brillando de curiosidad.

Charles suspiró, llevándose una taza de té a los labios—Fue... interesante, por decir lo menos. Tiene un enfoque admirable para la caza.

George levantó una ceja—¿Solo para la caza?

Charles lo miró, fingiendo indignación—Oh, silencio, George. No leas más de lo que hay.

Pero mientras la conversación continuaba, Charles no pudo evitar pensar en las palabras de su amigo. ¿Había algo más en sus interacciones con Carlos? La caza había revelado una faceta diferente de él, y quizás, también de el mismo, pero lo anterior y siguiente ocurrido no abría opciones suficientes a pensar.

Al otro lado de la mesa, Carlos lo observaba, una leve mirada que no dejaba ver que pensaba. Había algo en Charles que lo intrigaba profundamente, más allá de sus disputas y desafíos. Mientras masticaba pensativo un trozo de pan, decidió que explorar esa faceta podría ser la siguiente aventura que emprendería.

El desayuno continuó, y el sol de la mañana iluminaba el salón, llenando el espacio con una cálida luz dorada. Afuera, los perros descansaban después de su exitosa cacería, y los caballos eran atendidos por los mozos.

El resto del día, absolutamente todos lo dedicaron a descansar o conversar. Algunos más intelectuales, como Lewis y Charles, pasaron su día en la biblioteca del hogar; un espacio amplio, repleto de libros desde el piso hasta el punto más alto del techo, una habitación llena de conocimiento e historias.

Duran la estadía en la biblioteca, ambos caballeros encontraron un momento para conversar, algo que ambos disfrutan. Está vez, sobre algo más íntimo.

Al principio, el crepitar del fuego en la chimenea llenaba el silencio incómodo. Charles, con un ceño fruncido, miraba fijamente el libro que sostenía entre sus manos, como si éste pudiera ofrecerle algún tipo de respuesta. Frente a el, Lewis observaba con atención, esperando a que el rompiera el silencio.

—Lewis, no sé cuánto más puedo soportar esta tensión con Calos—dijo Charles finalmente, su voz apenas un susurro.

Lewis asintió, inclinándose un poco hacia adelante. —Carlos siempre ha sido un espíritu libre, Charles. ¿Pero qué ha sucedido exactamente para que esta tensión se haga tan palpable?

Charles dejó escapar un suspiro, apartando la mirada de su libro para fijarla en los ojos de Lewis.—Todo comenzó en el baile de los Verstappen. Calos llegó tarde, baile un rato con el y después una pequeña conversación, en el desayuno del Rey nos encontramos en los jardines y...—la voz de Charles comenzó a cortarse—el me dijo que no planeaba cortejarme pero había algo dentro de el que hacía que no pudiera evitarlo. Entre otras cosas, me habló en español, claramente no le entendí nada, pero ahora no se cual es su intención. Sin embargo, desde entonces han pasado cosas.

—¿Cosas de qué tipo?—preguntó Lewis, frunciendo el ceño—no te preocupes, no diré nada.

—Del tipo que involucra labios—explicó Charles, con evidente vergüenza—Y parece que para el fue algo insignificante en cierta manera, aunque siento que hay algo que causa eso.

Lewis se pasó una mano por el cabello, reflexionando sobre las palabras de Charles—Carlos siempre ha sido provocador, pero dudo que hubiera hecho algo que realmente comprometa su reputación de manera tan seria y más con un beso. Solo imagina si alguien los hubiera visto. Debe haber algo más detrás de su comportamiento.

Charles asintió lentamente—Eso pense yo. Pero cuando intente hablar con el, se muestra esquivo o simplemente desestima las cosas. No sé qué hacer, Lewis. Apenas conozco a Calos y hasta cierto punto me agradaría estar con el, pero esta situación me está desquiciando.

—Quizá deberías intentar hablar con el en un momento más tranquilo, lejos de la mirada crítica de la sociedad—sugirió Lewis con suavidad—A veces, en la intimidad de una conversación sincera, se pueden revelar las verdaderas preocupaciones y miedos que uno guarda.

Charles se quedó en silencio por un momento, considerando las palabras de Lewis—Tienes razón—dijo finalmente. —Intentaré encontrar el momento adecuado para hablar con el. Espero que podamos resolver esto antes de que la situación se salga de control.

Lewis le ofreció una sonrisa alentadora—Estoy seguro de que lo lograrás, Charles. La tensión entre ustedes es fuerte, y con el tiempo, estoy seguro de que podrán superar cualquier obstáculo.

El ambiente en el salón pareció relajarse un poco con estas palabras, y aunque la preocupación de Charles no desapareció por completo, encontró en el consejo de Lewis un rayo de esperanza.

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Ya caída la noche, todos estaban disfrutando la cena mientras conversaban unos con otros. Mientras la conversación fluía, la mirada de un español y la de un ingles se encontraban ocasionalmente, con cada mirada ambos parecían decir miles de palabras sin mover los labios.

Terminada cualquier conversación, cada persona en la gran mesa se fue a su habitación. Había sido un día largo para cada persona en Meadow View, para algunos era esfuerzo físico, para otros esfuerzo mental y para otro ambos. A pesar que comenzó una gran tormenta durante la noche, Charles no podía conciliar el sueño, no por el ruido pues el amaba este clima. Sin embargo, solo estaba dando vueltas en la cama.

No podía recurrir a salir a tomar un poco de aire pues quedaría empapado, pero siempre podía leer un libro. Charles salió de su habitación con la menor cantidad de ruido posible, mientras iba por la gran casa, cada relámpago llenaba de luz cada rincón de cada habitación. Una vez llegando a la biblioteca, tomo un libro y comenzó a leerlo hasta que apenas podía mantener sus ojos abiertos y la lectura se hacía incomprensible hasta que sus ojos se cerraron por completo.

Por los pasillos de Meadow View se paseaba una persona, los relámpagos seguían iluminando cada rincón y de alguna forma llegó a la biblioteca del lugar, en un sillón de está había alguien dormido con un libro en su pecho, parece que no logro completar su lectura.

Con delicadeza tomo al chico y se dirigió a la habitación de este, que bien sabía cuál era. Era la habitación frente a la suya. Cómo pudo abrió la puerta y dejo a Charles sobre la cama, cubriendolo con las mantas que había para que no pasara frío. Dejando la habitación después, volviendo a la suya después de un paseo por el lugar, no podía dormir.

Cuando el sol se abrió paso a través de las nubes, Charles dormía plácidamente hasta que alguien entro a su habitación.

—¡Charles Marc Hervé Perceval Leclerc! Es hora de despertar—casi brincando, Charles abrió los ojos al escuchar la voz de Pierre. Sin saber cómo estaba en su cama, el último recuerdo que tenía es de el en la biblioteca.

—Charles, a todos nos agotó la caza pero lo tuyo ya es demasiado, apresúrate para desayunar todos y preparamos para volver a Londres—sin una respuesta, Pierre salió de la habitación mientras Charles se levantaba de la cama.

Una vez listo, salió de la habitación encontrando a Carlos saliendo de la suya, también parecía recién despierto, parecía que alguien además de el no podía dormir. Fueron a una de las terrazas donde se serviría el desayuno en silencio, como si fueran desconocidos. O quizá era muy temprano para hablar.

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Si tienen alguna duda o sugerencia no duden en decirmelo.

  LEC16SAI55 🫶🏻.

El Corazón de un Noble || CharlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora