un suceso inesperado

92 61 4
                                    

Emmanuel

Un día me levanté como de costumbre, en mi rutina diaria, realizando las mismas tareas de siempre. Llegué tarde al trabajo cansado porque me había quedado hasta tarde conversando con Emma. Disfrutaba mucho hablar con ella y me sentía muy cómodo. Incluso después de nuestras charlas, no podía dormir, ya que no dejaba de pensar en ella. Aunque no quería hacerme ilusiones, ya que solo nos estábamos conociendo, sabía por todo lo que habíamos hablado que ella realmente me gustaba en todos los sentidos: de una manera sana, bonita y sincera. Trataba cada día de manejar mis emociones y sentimientos cada vez que hablaba con ella.

Ese día me animé a decirle que nos juntáramos a tomar un café en un lugar público, a una hora donde aún fuera de día. Solo un café y el tiempo que ella quisiera quedarse. Quería que ambos tuviéramos la seguridad y tranquilidad de que no había nada raro, que no iba con otras intenciones.

~Emmanuel: "Buenos días, Emma. Quería preguntarte qué día tienes tiempo para que nos juntemos a tomar un café y nos conozcamos en persona."

~Emma: "Holiiss, yo puedo el viernes porque son los días que no tengo facultad."

~Emmanuel: "¿Te parece que nos encontremos el viernes 17/05/24 en el shopping a las 16:00 hs y tomamos un café para conocernos en persona? ¿Te parece la idea?"

~Emma: "Sí, me parece una fantástica idea."

Ese día que Emma aceptó, me sentí tranquilo porque faltaban unas dos semanas, pero sabía que cada día que pasara me pondría más ansioso. Realmente me gustaba, y estaba dispuesto a decírselo después de que nos juntáramos a tomar el café. Tenía muchas cosas pasando por mi cabeza, era algo inexplicable, mágico y único. No podía seguir ocultando mis emociones y sentimientos por ella, quería decírselo y no seguir ilusionándome si ella no sentía lo mismo por mí.

Pasaron tres días y seguía conversando con Emma como siempre. Una charla habitual. Me levanté media hora más temprano, fui a comprar algo antes de irme a trabajar y justo vi un gatito de peluche que vendían. Se me cruzó por la cabeza comprarlo para regalarle a Emma cuando nos encontráramos en persona.

Quería agradecerle por todo lo que había sido conmigo, por su forma de hablar, respetar mis tiempos, comprenderme y por su amabilidad. Ella me había contado que una vez conoció a un chico, le compró un chocolate como gesto de amabilidad y él se lo tiró encima, dejándola plantada. Cuando me contó eso, me sentí muy mal por la actitud de ese chico. Ella necesitaba creer que lo sano y bonito sí existe, que las cosas buenas también suceden.

~Emma: "Oye Emmanuel, te cuento algo. Una vez antes de conocerte, conocí a un chico. Nos juntamos y le compré un regalo como un gesto de amabilidad."

~Emmanuel: "¡Qué lindo detalle, Emma! ¿Y qué pasó?"

~Emma: "El chico se enojó cuando se lo di, me lo tiró encima y se fue, dejándome plantada en el lugar."

Emmanuel: "Qué mal, Emma. No debió hacer eso contigo. Pero déjame decirte que no todos somos iguales. Créeme cuando te digo que las cosas suceden por algo. A lo mejor él no era para ti y no te sientas mal. No eres tú el problema, el problema era él. Si me hubieras regalado ese chocolate, yo me hubiera puesto muy feliz. Lo hubiera compartido contigo porque realmente es hora de que seas feliz."

~Emma: "Sí, la verdad, merezco ser feliz."

En ese momento, sentí que debía hacer algo por Emma. No podía dejar que ella pensara que la vida era mala e injusta. Tenía sus motivos y razones para pensar así, pero le dije: "Emma, déjame demostrarte lo contrario, que las cosas sanas, bonitas, puras y sinceras existen realmente." No me quedó más opción que decirle que le había comprado un regalo y que se lo iba a dar cuando nos conociéramos en persona por todo el esfuerzo que ella había realizado y por nunca rendirse a pesar de todo lo que le había pasado.

Siempre Tú #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora