CAPITULO IX

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Tarde o temprano terminaras donde quieres estar,

con la persona con quien quisiste estar,

haciendo lo que algún día soñaste hacer.



Jimin no supo en qué momento el desconocido lo traslado del sofá a la bañera, lo que si supo es que no hubo lugar de toda la habitación en el que no intimaran, cuando estaba quedándose dormido, sintió el agua empezar a resbalar por su tembloroso cuerpo, levanto la vista para encontrarse con los ojos felinos que lo miraban con deseo...

¿Aún no se cansa? — pensó.

El rubio parecía que seguía leyendo sus pensamientos, sonrió socarronamente. —Tranquilo hermoso, solo te daré un buen baño—. Al tiempo que se metía a la bañera y lo jalaba hacia él, con un cuenco mojo sus húmedos cabellos y los lavo con fuerza, empezó a jabonarle el torso con movimientos un poco menos bruscos, Jimin estaba demasiado cansado para discutir, le dolían parte que jamás pensó podrían doler, algo en su mente sabía que por la mañana no podría ni recordar cómo se llamaba, rio para sí mismo, esta vez sí que podría callarle la boca a Tae, el desconocido continuaba con sus bruscos movimientos y el rubiecito solo se dejaba hacer, no sabía ni como llamarle para decirle que le dolía que le halara el cabello y que ese shampoo no le gustaba, solo quería poder llegar a su cama, dormir y descansar.

Jamás pensó que al aceptar la propuesta del desconocido iba a terminar así, solo imaginar las cosas que hicieron en el sofá, en el lavabo del baño, ni que decir en el ventanal junto al balcón, lo sonrojaba, sabía que no tenía mucha experiencia, pero el desconocido parecía que estaba poniendo en práctica una nueva versión del kamasutra, su entrada dolió solo recordar, sonrojándolo nuevamente, este que lo observaba, pudo notar el rubor en las esponjosas mejillas del rubiecito, parecía estar recordando su recorrido por el cuarto y sonrió, lo jalo por la cintura pegando la espalda de Jimin contra su pecho para que descansara, al pasar su palma por el abdomen sintió el miembro flácido de Jimin, rodeándolo con sus delgados dedos empezó a masajearlo suavemente, mientras empezaba un camino de besos sobre el cuello y hombro de Jimin, inmediatamente este sintió como la erección del desconocido empezaba a crecer, sabía que era una locura intentar, el ya no daba para más, pero al parecer el pálido opinaba lo contrario.

—¿Crees poder aguantar una vez más, precioso? — fue la pregunta.

—¡Pe...r.. ro prometiste que solo sería un baño¡ — fue la respuesta que un ruborizado Jimin pudo articular con cansancio, pero con unos ojos que destilaban deseo.

—¡Yo jamás prometí eso¡ —El desconocido lo volteo y lo puso a horcajadas sobre él, Jimin rodeo sus caderas con sus lánguidas piernas. —¿Qué acaso nunca te cansas? Yo estoy muerto, vamos a dormir ¿sí? — Jimin enlazo su cuello para acercarlo y besarle sus delgados y finos labios. 

—Así no me ayudas hermoso, al contrario, solo me provocas. — 

Este tomo las esponjosas nalgas del rubiecito tratando de acomodarlo lo mejor posible, alineando su miembro sobre la entrada, levanto los glúteos y de una sola embestida penetro el palpitante agujero de Jimin, el cual estaba mas que dilatado debido a toda la actividad anterior y este solo cerro los ojos y se aferró al cuello del pálido.

—¡Es...es..pera... no usamos protección, detente! Yo soy un... —Jimin trato de zafarse del fuerte agarre del desconocido, pero este lo único que hizo fue apretarlo más. —No.. mmgmm.. no pasa mjjjmfhj na..da... además están... en la mesi..ta... de noche... —Separándose un poco, pero sin dejar de moverse y mordiéndose el labio inferior, miro al rubiecito que trataba de detener sus embistes, lo apretó mas de las caderas para mantenerlo quieto, al cabo de unas estocadas más, el hermoso hombre solo empezó a jadear sin control al ritmo de las cada vez más rápidas embestidas, olvidando por un momento que trataba de decirle, si es que lo pensó, murió en eso, en pensamientos, se entregaron al placer que en ese momento se estaban dando mutuamente. El agua de la bañera chapoteaba y desbordaba al ritmo de las embestidas, el desconocido jalaba las caderas hacia abajo, para poder llegar al punto dulce de este, cada vez que Jimin bajaba sentía la estimulación en su máximo nivel, creía que era imposible sentir más placer, pero cada estocada era más placentera que la anterior, Jimin busco su propia satisfacción al ritmo del vaivén ajeno, busco los finos labios y se hundió en un vórtice de placer infinito, sintiendo que el fin estaba cerca, apretó su entrada alrededor del miembro dando mayor estimulación y todo culmino para el desconocido, entre gruñidos y jadeos, bañando el interior del rubiecito con sus líquidos cristalinos, casi al mismo tiempo que este soltaba los suyos en el agua de la bañera.

Si tiene que ser... seráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora