CAPITULO VIII

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NOTA: La imagen no me corresponde, tomada de la web, crédito total a su autora


La vida es como el sexo:

si quieres disfrutar,

deja de planear el siguiente movimiento.

Paulo Coello


El rubio subió su brazo hasta el cuello de Jimin para atraerlo y fundirse en un beso salvaje y lleno de promesas de que eso apenas era el comienzo, el cabello de Jimin pegado a su frente por el sudor no le dejaban admirar el panorama ante sus ojos, como si el pálido leyera sus pensamientos, separo los cabellos húmedos, sus ojos gatunos sonrieron al ver al pequeño rubiecito jadeante y sonrojado, sus labios regordetes jalaban aire en un leve intento por normalizar su respiración. Deslizo las yemas de sus dedos sobre la espalda de Jimin, subiendo y bajando lentamente, los ojos claros se cerraron en un acto reflejo de que eso se sentía bien, llegando a la parte baja y magreando con gusto ese pequeño pero bien torneado trasero por sobre el pequeño pedazo de tela que aún conservaba el rubiecito, movió el cuerpo de Jimin hasta dejarlo boca arriba, recargo su cabeza sobre su mano izquierda y con la derecha empezó un ir y venir lento sobre el torso del contrario, amenazando repetidas veces con llegar más allá del bajo vientre, cada vez que lo hacía, observaba la cara del pequeño rubio, un rictus de dolor y agonía aparecía cada vez que este alejaba su mano.

—Si tanto lo deseas solo tienes que pedirlo hermoso—, dijo sin dejar de recorrerlo lentamente. Por toda respuesta obtuvo un sensual gruñido, cosa que causo risa al rubio.

—Anda hermoso solo tienes que pedirlo con esa deliciosa boca que acaba de hacer maravillas, piénsalo, puedes obtener un gran premio, si solo me lo pides—. Dijo tan cerca de su oído que sintió que lo estaba acariciando con su aliento, Jimin arqueo su espalda por toda contestación. Abrió sus ojos, mordiendo sus labios y respirando con dificultad, observo al de mirada felina levantar sus cejas y sonreír lascivamente, este último apretó su tetilla con fuerza, arrancando un pequeño grito acompañado de un jadeo que hizo su miembro estremecer, ver la reacción del pequeño fue suficiente para no esperar más, al diablo si no se lo pedía, él ya estaba frenético por recorrer ese camino y probar el sabor del desconocido. Beso los esponjosos labios y empezó el recorrido, descendiendo y dando pequeños besos y mordiscos por todo el torso, ante los jadeos del chico, continuo hasta llegar al premio mayor, mordió la cadera del contrario sobre el encaje, Jimin por toda respuesta levanto las caderas, el pálido deslizo la prenda sobre sus acarameladas y bien torneadas piernas, una vez libre engullo el miembro como si su vida dependiese de ello, de un solo ataque y sin arcadas, Jimin soltó un gemido, llevando sus pequeñas manitas a la cabeza del rubio, marcando el ritmo de la mamada, el pálido respiraba por momentos, pero continuaba subiendo y bajando hasta tocar su campanilla, con una mano empezó a jugar con sus testículos, hilos de saliva resbalaban por el cuerpo de Jimin, este solo se dejaba hacer, sentía un mundo de sensaciones eróticas salir de la boca del contrario y estas se concentraban en su palpitante entrepierna, el desconocido sabía perfectamente lo que estaba haciendo, relajando su garganta engullo el miembro hasta su base, sintió el cuerpo pequeño tensarse, y apretar sus cabellos dolorosamente tratando de embestir aún más la boca del rubio, eso para el significaba que lo estaba haciendo bien, repitió la acción un par de veces más, sintiendo que el chico no aguantaría mucho, con un beso sobre su glande separo sus labios y volvió sobre el camino de besos a los labios de Jimin, este sintió su sabor un poco menos amargo que el del rubio, el cual ya estaba con su pálida mano en un sube y baja constante sobre su miembro.

Gemidos y jadeos era todo lo que podía salir de la boca de Jimin, el rubio se posiciono entre sus piernas, sus miembros húmedos chocaron entre sí, el rubio volvió a engullir el miembro, Jimin solo jalo las sabanas e hizo puños con sus pequeñas manos, buscando de donde poder hacer palanca para levantar sus caderas en busca de mayor contacto, el pálido se dejo envolver en sus gemidos, dejando caer cantidades de saliva, sobre el cuerpo, mojando los testículos y parte baja del cuerpo contrario, para después pasar su dedo, humedecerlo e introducirlo lentamente, Jimin se tensó por un momento, pero la viscosidad de la saliva que había resbalado facilitaron el trabajo, con una mano hacia un lento sube y baja sobre su miembro y con otra preparaba la entrada, este gimió lastimosamente mientras el largo dedo se movía en un tortuoso ir y venir, casi podía sentir que tocaba su punto dulce, un segundo dedo entro, Jimin solo podía jadear en busca de aire, el rubio hacia movimientos circulares para facilitar el camino, un tercer dedo hizo su aparición, los abría lentamente para estirar la entrada lo más posible, besaba su cadera, abdomen para aliviar un poco la intromisión.

Si tiene que ser... seráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora