CAPITULO I

106 14 5
                                    


Tarde o temprano todas las piezas terminan encajando.

Hasta entonces,

ríete de la confusión,

vive el momento

y entiende que todo

sucede por algún motivo



Jimin se sobresaltó al escuchar cerrarse la puerta de la presidencia, Tae se recargaba sobre esta con los ojos completamente cerrados y abrazando los papeles contra su pecho, abrió lentamente los ojos y una sonrisa cuadrada apareció en su rostro. -¿Cómo te fue?

-¡Acepto, acepto la propuesta Jiminnie! ¡Aun no lo puedo creer!

Con una enorme sonrisa, Jimin se levanta y se dirige a su amigo, lo abraza con mucha efusividad y ambos comienzan a brincar de la emoción.

-Jimin, ven a mi oficina-. La voz en el intercomunicador los asusta y ambos paran en seco el festejo.

-Mas tarde celebraremos, tengo que irme, ¡felicidades Tae!

Jimin toma su agenda y antes de girar el pomo, se alisa las arrugas imaginarias de su pantalón, se arregla la corbata y toma un respiro antes de entrar a la "cueva de cascarrabias" como todos suelen llamarle en la empresa al presidente.

-¿Dígame señor Min?

-Toma asiento, en un momento te atiendo.

Mientras tomaba asiento, observo al Ceo de Exportaciones Min hablando por teléfono, a simple vista parecía ser el clásico cliché de hombre de negocios, "guapo, rico y engreído". Pero para Jimin que llevaba ya trabajando 5 años a su lado, sabía perfectamente que no era así. Era un hombre ya entrado en sus 50's, pero eso no quitaba lo atractivo e irresistible que podría llegar a ser si se lo proponía, su cabello platinado, perfectamente peinado, su piel canela, ojos rasgados y negros como la noche, nariz respingona pero levemente chata y labios delgados, hacían de su cara un otoñal poema, aunado a su refinada elegancia y caballerosidad eran todo en conjunto, un peligro mortal, físicamente aparentaba tener 40, en extremo cuidadoso de su imagen, trajes y zapatos hechos a la medida siempre impecable y en lo que se refería al trabajo, era perfeccionista y meticuloso en todo lo que hacía y no había margen para el error en su empresa, al grado de ser tachado de "workaholic y cascarrabias". Antes de que empezara a trabajar con él, no hubo asistente que durara más de 1 año, cuando se presentó a la entrevista ya iba más que predispuesto a encontrarse con una persona prepotente y engreída, pero lo que encontró fue a un ser humano que su único pecado era ser directo y excesivamente mordaz, alguien que no exigía, sobre exigía, hasta tratar de alcanzar la perfección. Nadie debería de fijarse en la apariencia del otro, sino en la conexión que logramos con esa persona, con el encantador carisma que deshace los prejuicios que en esta sociedad tan elitista no estamos dispuestos a derribar, Jimin solo lo veía como alguien solitario y dedicado a su trabajo, pero que en el fondo tenía un gran corazón.

-¿Jimin, Jimin escuchaste lo que te dije?

-¿Perdón, que decía señor Min?

-¿Dónde te encontrabas muchacho, no me digas que ya estas enamorado? Eso si sería catastrófico para mí.

El rubor subió a las mejillas de Jimin y solo atino a disculparse agachando su cabeza incalculables veces, en señal de arrepentimiento.

-Anda ya deja de hacer eso, con ese color de cabello meciéndose de arriba abajo me mareas, mejor dame la agenda de la semana que viene.

Si tiene que ser... seráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora