Once

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Estaba por terminar la semana. Era viernes y la mañana se había ido volando, por tanto quehacer.

—Jimin. El señor Jung dejó dicho que fueras al restaurante que está por el otro lado de la cuadra y pidieras el especial del día para ellos. —La señorita Jisoo transmitió el mensaje al peli rosa—. Luego de traer la comida, podrás retirarte a comer.

—Entendido, señorita Jisoo. Ahora mismo voy por el almuerzo de los señores —Jimin salió a cumplir con el recado.

Rodeó el edificio para llegar al local y ordenar la comida, pero al salir y llegar a la esquina un sujeto con mala pinta se le acercó.

—Oye bonito, ¿vas de prisa? Déjame acompañarte. Eres un beta muy hermoso. No tienes olor, pero si un buen cuerpo.

Jimin apresuró el paso asustado, pero el sujeto lo atrapó por el cuello de la camisa de botones que llevaba puesta ese día. Entro en pánico y forcejeó para soltarse tratando de no tirar los empaques de la comida que llevaba.

Corrió hasta las puertas de la compañía sin ver atrás, entró y subió al elevador aún asustado.

Cuando llegó a la oficina los señores ya se encontraban en su respectivo lugar. Puso los recipientes sobre la mesita de café frente a los sillones aún con los nervios a flor de piel y le temblaban visiblemente las manos.

—¿Qué te sucede?

—No es nada, señor Jung, estoy bien. Aquí está su almuerzo. Si me permiten, voy a retirarme.

—No mientas, Jimin —Yoongi se le quedó viendo a los ojos y luego notó que a su camisa le faltaban los primeros botones. Además de que su aroma había cambiado, se le notaba asustado.

—De verdad, no pasa nada, señor.

Jimin iba a retirarse, pero la fuerte voz de Hoseok lo detuvo. —Tú no vas a ningún lado hasta que nos digas qué pasó. Te ves muy nervioso y traes rota la camisa, así que habla.

—Es solo que un tipo en la calle quiso hacerse conmigo. Se me acercó maliciosamente y cuando traté de huir me tomó por el cuello de la camisa y en el forcejeo se arruinaron los botones cuando trataba de no tirar la comida —dijo viendo hacia cualquier lado menos a sus jefes.

—La comida era lo de menos —Yoongi gruñía totalmente enojado— ¿Supo que eres omega? ¿Sintió tu aroma? ¿Te hizo algo más?

—No, señor. Me confundió con un beta, pero aun así quiso aprovecharse. Pero todo está bien. Con permiso, voy a tomar mi descanso para almorzar.

—No vas a salir de aquí —volvió a hablar Hoseok—. Estás muy asustado y tú aspecto no es el mejor. No vas a salir prácticamente mostrando todo. Te quedarás a comer con nosotros y no se discute.

Jimin iba a contradecir, pero el aroma dominante de ambos alfas lo mantuvo en su lugar y sólo bajó la cabeza de manera sumisa.

—Siéntate, vamos a empezar con la comida. A partir de hoy no volverás a salir del edificio. —Eso fue extraño para Jimin. Acaso estaban tratando de cuidarlo. Pero, ¿por qué?

Los dos alfas se sentaron en el sillón a cada lado del omega y ese simple gesto calmó por completo sus nervios. Se sentía de alguna manera protegido y ciertamente eso era lo que estaban tratando de hacer ambos hombres. La mezcla de aromas lo tranquilizaba.

—No puedes estar así, con la camisa rota. En el armario del baño hay algunas camisas nuestras, puedes elegir una y cambiarte luego que termines de almorzar. —Yoongi le habló suavemente por primera vez desde que lo conocía. Después de todo, las pláticas con su pareja sobre el asunto estaban empezando a hacerle ver que no podía solo huir de la situación.

***

Eras ya las seis de la tarde y todos los empleados estaban terminando sus horarios de trabajo.

— Puedes retirarte, Jimin. Nos vemos mañana. Y ten cuidado en el camino —Yoongi despedía por el día a su asistente, viéndolo de manera intensa. El omega llevaba puesta una de sus camisas y ¡por el infierno! que se veía hermoso y sexy, sumado a que la camisa tenía impregnados los aromas a madera y cítricos.

El lobo de Hoseok se sentía orgulloso de que el omega llevara una marca de sus aromas sobre él.

—Que tengan una buena noche. Hasta mañana. —Salió en dirección al elevador para bajar a la recepción e irse a casa. Ese día no tenía práctica.


En la recepción, Jennie ya iba de salida y alcanzó a despedirse de él rápidamente —Hasta mañana chico rosa. —Y lo saludó con un movimiento de mano antes de darse la vuelva e irse.

Cuando Jimin estaba por salir, notó que el sujeto que lo había perseguido en la tarde estaba del otro lado de la calle y lo miraba maliciosamente. Estaba esperando por él. No podía salir del edificio y esperar que el hombre no lo siguiera.

Se quedó parado en el vestíbulo, sin saber que hacer, muerto de nervios otra vez.

—¿Qué pasa ahora, Jimin?

—No te has ido y estás nervioso de nuevo.

Sus jefes ya habían bajado también. Pensó que se quedarían a trabajar más tiempo.

—Es... es ese hombre otra vez. El que se me acercó en la tarde. Está parado del otro lado de la calle y no deja de mirarme —Jimin no quería salir y exponerse.

¿Eso que se oía eran gruñidos? Volteó a ver a sus jefes y definitivamente estaban gruñendo hacia el hombre que se veía a la distancia a través de la puerta de cristal y estaban muy molestos.

—Trae el auto, Suga. Lo llevaremos a casa. — El nombrado salió al estacionamiento y Hoseok dio un leve empujón en la espalda de Jimin para que caminara.

—Ese tipo no va a acercarse a ti otra vez, Jimin. No tengas miedo.

El auto se estacionó frente a la entrada y Jimin fue puesto en el asiento trasero, mientras Hoseok se sentaba junto a Yoongi al frente. La situación era tan rara. Sus jefes estaban protegiéndolo. Eso lo hacía sentir especial y su lobo chillaba de alegría. Pero no debía confundir las cosas, solo estaban haciéndole un favor.

Después de un rato de camino, el auto se estacionó frente a un viejo y deteriorado edificio en la dirección que Jimin les había dado.

—Es aquí. Gracias por traerme y disculpen todas las molestias.

Al bajar del vehículo, Jimin vio a la señora Monoban junto a un hombre de edad madura, gordo y desaliñado en la entrada y se le quedaron viendo a él. La mirada de la señora Monoban era de lástima. Algo estaba pasando.

—Jimin, ven. Él es el señor Sung, el dueño del edificio. —La señora Monoban hizo las presentaciones.

—Lo siento, Jimin, pero el alquiler del departamento subió aún más y deberás pagar inmediatamente o entregar el departamento.

—Pero eso no es justo. Ya habían aumentado la renta una vez este mes, no pueden aumentarlo más. Además, me dio un mes de plazo para poder pagar, señora Monoban. Aún queda una semana. Pero no puedo pagar aún más de lo que ya habían pedido.

—Yo soy el dueño y puedo aumentar la renta cuando quiera, niño. —El señor Sung habló por primera vez.

—No puedo, realmente no puedo pagar más, señor. Además, no es como si el edificio estuviera en las mejores condiciones como para pagar una renta excesiva.

Yoongi y Hoseok que seguían en el auto escuchaban la conversación. No habían querido irse, cuando vieron la cara de la señora y la tensión en el cuerpo de Jimin.

Y haciendo caso al instinto de protección de sus lobos salieron del auto para ver qué era lo que sucedía con el omega y esas dos personas.


INOPINATUM |YSM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora