Miel - Lauri García.
Cellbit.
Las semanas pasaron muy lentamente una vez regresamos del Reino Esmeralda, Roier y yo no nos habíamos vuelto a ver y eso me estaba matando.
Nuestros caminos se vieron separados, pues tenía que volver de inmediato a mi reino a ayudar con los planes de la fiesta de luna nueva. En mi reino, era una fecha muy importante para nosotros; todos los clanes se reunían en una pequeña explanada en medio del bosque, vampiros, hadas, hechiceros, brujas, hombres lobos y cualquier otra criatura que habitaban en el. Había música, que era proporcionaba por nuestro grupo, comida, bebidas preparadas especialmente para cada grupo de criaturas, actividades y entretenimiento para todo el mundo.
Esa noche en específico, los lobos aprovechaban para cortejar a sus parejas, otros más se comprometían o juraban su amor a la nueva luna. Es por eso, que he estado pensando en invitar a Roier y su familia, quiero que conozcan mi reino y sus costumbres.
Había mantenido contacto con el castaño mediante cartas, él me contaba sobre su día a día, el como convivía con sus amigos, peleas con Leo, sus responsabilidades en el reino, trabajos que le encomendaba Foolish y alguno que otro chisme, yo trataba de contestar la gran mayoría de escritos, sin embargo, había veces en las que me era imposible, le conté sobre lo que estaba haciendo y Roier quedó fascinado, dijo que no me preocupara y que entendía mis deberes como príncipe.
-¿Cellbit?, ¿Estás escuchándome? -Bagi agito su mano frente a mis ojos, salí de mi ensoñación y asentí.
-Sim, podríamos poner los faroles e ir formando un camino en la entrada -mi hermana asintió y Tina agitó su varita acatando mis órdenes.
Estuvimos acomodando todo para mañana por la noche, todo tenía que estar perfecto, me detuve un momento a observar a mi hermana y a su pareja. Bagi me había contando que se comprometería con la bruja castaña mañana por la noche, era algo que me esperaba, por supuesto que la felicité y le ti todo mi apoyo.
Me quedé después de que todos se fueran para asegurarme que cada cosa estuviera en su lugar correspondiente, los cocineros llegarían mañana temprano para preparar la comida, las bebidas estaban acomodadas en cajas y las mesas se acomodaban perfectamente alineadas unas con otras, sonreí por lo bien que se veía.
Partí en dirección al castillo, encontrándome con mis padres en la sala, quienes me felicitaron por nuestro trabajo, subí directo a mi habitación y me dejé caer en la silla frente al escritorio.
Unas enormes ganas de abrazar a Roier se apoderaron de mi. La imagen del castaño se apoderó de mi mente cuando vi sobre el tablón de madera la última carta que me había enviado, sonreí para mi mismo.
Extrañaba tanto su compañía, durante el viaje de regreso nos volvimos más cercanos, manteniendo un constante contacto físico, anhelaba sentir su mano sobre la mía, sus caricias repentinas en mi cabello, el como sus ojos viajaban por todo el paisaje al rededor y luego regresaban a mi, quería tener toda su atención, esos hermosos e hipnotizantes ojos color café, casi mielesosos cuando le daba algún alago, la forma en que sus cejas se fruncían cuando no entendía algo, el intenso color natural de sus mejillas, la radiante sonrisa que me robaba un sin fin de suspiros, la cual era acompañada de unos labios finos, labios que me hacían una descarada invitación a probarlos, saborearlos y degustarlos como nadie más, el bálsamo color rojo que usaba en ellos era como un incentivo a quitárselo y disfrutar de su suave tacto.
Estiré mi mano hasta tomar el ukelele que colgaba de la pared a mi izquierda, después, agarre una hoja de papel suelta en mi escritorio junto a un lapicero, me acomode en una buena postura y escribí mi próximo lanzamiento.
-Tú eres el pincel, Que pinta mi papel, Tú llenas de color mi vida -hice algunas pausas para escribir en el papel-, Contigo me siento bien, Eres como te soñé, Así que ven y quédate en mi vida.
Recordé el como era estar con Roier, su grata y agradable compañía.
-Tus palabras me hacen ver -paré de tocar el instrumento-, Que no eres de papel, Mi otra mitad, ya te encontré, Ojos color miel -volví a hacer una pequeña pausa-, Y tu suave dulce piel, Que me hace enloquecer.
Recargué mi espalda en el respaldo.
-Tú -alargué un poco la nota final-, Eres con quien quiero estar , Tú -alargué una vez más-, A quien quiero yo besar.
Cambié el ritmo con el que tocaba el ukelele, de uno lento y suave paso a uno más rápido y movido.
-Y esa sonrisa me mata, Esa sonrisa me atrapa, Esa sonrisa es con quien yo quiero estar -paré de tocar-, Y esas caricias me atrapan, Esa mirada me encanta, Esa boquita la quiero yo besar.
Toqué el instrumento por algunos segundos, sintiendo el poder de la melodía y la letra que pasaba por mi cabeza. Cerré los ojos y baje el tono de mi voz.
-Tú -alargue la vocal nuevamente-, Eres con quien quiero estar, Tú -hice lo anterior-, A quien quiero yo besar -cambié una última vez el ritmo con el que tocaba-. Esa sonrisa me mata, Esa sonrisa me atrapa, Esa sonrisa es con quien yo quiero estar , Y esas caricias me atrapan, Esa mirada me encanta, Esa boquita la quiero yo besar.
Abrí los ojos y sonreí al cantar el final.
-Uh-uh, Quiero yo besar.
Terminé de escribir la letra de la canción y acomodé de vuelta el ukelele, era un instrumento que casi no tocaba, pero me gustaba mucho.
Escuché unos toques en mi ventana y, sabiendo quien era, la abrí.
-Qué pedo, mi Cellbo -acomodé un par de papeles que estaban sobre el escritorio antes de girarme frente a la estantería de libros.
-Oi, Rivers -caminé hasta tomar uno de pasta dura y color vino, la rubia se arrojó sobre uno de los sillones color verde a un lado mío, subió sus pies sobre el reposabrazos-. Ya te he dicho que no hagas eso.
-Uy, pues que pinche mamón -ignoró mi queja y sacó una bolsita de plástico que traía guardada en su abrigo.
-¿Por qué comes eso si no te sabe a nada? -la vampira se alzó de hombros y llevó hasta su boca un cacahuate.
-Me gusta la textura -acercó la bolsa en mi dirección-, ¿Quieres?
-No, gracias.
-Tu te lo pierdes -siguió comiendo en silencio, yo escalé la pared y abrí la compuerta que estaba sobre mi escritorio. Mi amiga solo levitó un poco y se adentró junto conmigo en la habitación.
Camine por el techo de mi habitación hasta la esquina, ahí, en la amplia mesa de madera coloque el libro que traía en la mano.
-No entiendo para que haces esto, ¿Qué les quieres ocultar a tus papás? -bufé y tome las hojas con letras de canciones que estaban acomodadas en el centro de la mesa.
-No les quiero ocultar nada, es solo que no tienen porque ver todo lo que escribo -pase algunas hojas buscando las canciones que tocaríamos mañana-, además, Missa es muy chismoso, encontraría cosas que todavía no estoy preparado para hablar con él.
-Hablando de eso -se sentó en el piso, cruzando sus piernas en pose de mariposa-. ¿Cómo les dirás sobre Roier?
Evite su mirada ocupando la mía en la última hoja que tenía en mis manos, aún me faltaba decirle a Baguera sobre la canción.
-¿Cómo que cómo les voy a decir?, se clara Rivers -rodó los ojos y apoyó sus codos en sus piernas.
-Sí, como les vas a decir que ya caíste de jeta, te estampaste bien bonito, ¿No te dolió? -su tono juguetón me puso nervioso.
-Cale a boca.
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Hola, hola, nuevo capítulo.
El próximo va a ser algo largo, también traerá muchas cancioncitas.
En fin, tomen agua y cuídense, byecitoooooo.
-Incógnita😉
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Como tú | Guapoduo | QSMP AU.
VampireRoier era un vampiro joven y muy codiciado, de una gran y popular familia "Los De Luque", un chico misterioso para muchos pero de buen corazón. Cellbit, un vampiro guapo y elegante, tiene un gran talento para componer canciones y tocar instrumentos;...