"El fantasma de Selene"
La neblina cubría los jardines muertos de mi casa. El frío parecía carcomerme la piel y todo parecía tener un ambiente melancólico.
Estaba quieta en el pasillo, mirando por la ventana; afuera la tía Selene estaba empeñada en plantar rosas rojas.
Ese día volvía a ser jueves. Y Victor no había vuelto al igual que nocturno.Volvía de casa de mis padres cuando me topé con la tía Selene en el jardín. Llevaba un overol de mezclilla y un moño despeinado. Solo ella podía verse bien en un overol tan feo.
De nuevo reemplazaba los rosales secos y muertos por verdes y vivos. En esta ocasión tenía ayudantes. Henry y Fred obedecían a cada petición de ella.—Escarben junto a la escultura de la mujer sin brazo; quiero rosas rojas en ese lugar.
—Selene, hemos hecho más hoyos que un topo. Me voy a almorzar y después tengo que hacerme un facial.
Al tío Fred no le preocupaba mostrar su preocupación por sus cuidados personales. Eso me gustaba de él.
—Tendrás que ayudarme tú, citadino.
Henry miró a Fred en busca de ayuda. Ni siquiera él podía negarse a las complicadas peticiones de la generala Selene y su mirada asesina.—Henry no es tu esclavo —dijo el tío Fred en un intento de escape—. Además, también tiene que hacerse un facial —dijo cómo si se le hubiera ocurrido ahora mismo.
Me reí. Sus ojos estuvieron sobre mí un instante, percatándose de mi presencia.
—Amelia —murmuró mi tía—. ¿Quieres ayudarme a plantar rosas rojas?
—Tengo otro facial —dije rápidamente—. Pero sé con certeza que Lucas estará encantado de ayudarte.
La tía Selene arrugó las cejas.
—Bien, pero luego no se quejen de que en esta casa no hay alegría.
Me di media vuelta y me aleje dispuesta a entrar a la casa. Henry me alcanzó justo en la entrada.—Amelia Fasseliny... —arrastró mi nombre—. Es un placer volver a verte de nuevo. ¿Ha terminado tu enclaustramiento?
—Seguro que ha terminado. ¿Pero a ti qué?
—Tengo esto para ti.
Sostuvo frente a mi cara una rosa roja, igual a las que Selene estaba plantando.
—Sí se da cuenta, va a matarte.
—Nos matará a los dos. Si la recibes, claro...
La tomé de entre sus manos. Juntos miramos a Selene que seguía empeñada en plantar rosales rojos.—Este lugar necesita vida. Y ella no se rinde.
—¿Por qué no plantaron antes un jardín entero en tu casa?
—Lo hemos hecho. Desde que tengo memoria, la tía Selene se ha esforzado en plantar flores en el jardín. Pero siempre mueren; se marchitan tan fácilmente. Mi abuelo decía que la tierra de un Fasseliny está maldita. Jamás entenderé cuando se rendirá con las rosas rojas.
—Tu mirada se ha entristecido de una forma repentina —señaló—. ¿Por qué?
—No es cierto.
—Sí, puedo darme cuenta.
—Porque me gustan las flores que dan vida y jamás voy a poder plantar algo sin que muera y eso me frustra.
—¿Y si las plantó yo? Yo no soy un Fasseliny.
—¿Por qué lo harías?
—Porque no tengo nada mejor que hacer.
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Amor, secretos y fantasmas
ParanormalElla está huyendo de sus fantasmas, sabe que es la heredera de la incalculable fortuna de su familia. En un pueblo pequeño donde se le juzga de estar maldita, ella y toda su familia viven aislados en su mansión llena de secretos, cargando con las co...