Capítulo 7

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—Y te prometemos que nunca te faltará amor, cuidado y satisfacción. Haremos todo lo posible para hacerte sentir amado y deseado en todo momento.

Las dulces palabras de amor resonaron en el aire, extendiéndose como un hechizo a su alrededor. El futuro de Wei Ying estaba a punto de cambiar drásticamente, aunque él, sumido en la inconciencia, permanecía ajeno a las maquinaciones del demonio y el fantasma.

Luo Binghe y Hua Cheng, los gobernantes de sus respectivos reinos, intercambiaron miradas llenas de deseo y ternura. Habían planeado cada detalle, desde el cortejo hasta la boda, incluso la llegada de futuros herederos. Sin embargo, Wei Ying, en su estado inconsciente, desconocía por completo el peligro que acechaba entre ambos poderosos amantes.

Los dos gobernantes se acurrucaron con delicadeza junto a Wei Ying, formando un abrazo protector. La ternura que compartían era palpable, pero también se podía percibir la intensidad de sus deseos. Aunque Wei Ying no era consciente de la amenaza que se cernía sobre él.

El sol se alzaba lentamente sobre el horizonte en el reino demoníaco, pintando el cielo con tonos rojizos y dorados. Los rayos de luz se filtraban entre las imponentes torres y murallas del palacio de Luo Binghe, disipando las sombras de la noche. La mañana comenzaba con una mezcla de misterio y majestuosidad, anunciando otro día en el reinado del poderoso demonio.

En los jardines del palacio, las exóticas flores demoníacas se abrían lentamente, desplegando sus pétalos oscuros y vibrantes, mientras las criaturas mágicas se despertaban para iniciar sus actividades diarias. El aire estaba impregnado con el aroma de hierbas raras y especias, creando una atmósfera única que solo podía encontrarse en este reino encantado.

En las amplias salas del palacio, sirvientes demoníacos iban y venían, atendiendo a las tareas diarias con una precisión casi coreografiada. Los murmullos de la corte resonaban en los pasillos, donde demonios de alto rango discutían estrategias y asuntos de estado bajo la atenta mirada de los retratos de Luo Binghe que adornaban las paredes.

Mientras tanto, en las cámaras privadas, Wei Ying yacía en una cama lujosa, sus ojos despertándose lentamente a la nueva luz del día. A su alrededor, la habitación estaba decorada con elegancia, destacando la opulencia y el gusto del gobernante demoníaco. Luo Binghe, de pie junto a la ventana, observaba con dominio el exterior.

—Bing-er— saludo Wei Ying con la voz adormitada, sonando bastante tierna.

Luo Binghe encontró con la mirada de Wei Ying, y una sonrisa cariñosa iluminó en el rostro de Wei Ying.

Al ver esta expresión en el rostro de Wei Ying, Luo Binghe se sintió muy complacido, tanto que no pudo evitar que sus brazos se extendieran pidiendo un abrazo de Wei Ying.

Wei Ying no dudo en levantarse rápidamente y lanzarse en los brazos del demonio.

—A-Ying, este Binghe te quiere mostrar algo ¿Me acompañarías?— pidió con una mirada suplicante, como un cachorro.

Wei Ying se rio ante este infantil gesto, sin embargo, acepto gustosamente.

Esta era la primera vez que Wei Ying salía libremente por el palacio, incluso tenía la oportunidad de salir de él. Hua Cheng y Luo Binghe se habían esforzado por mantenerlo quieto hasta que se recuperara lo suficiente, haciéndole promesas de después ir a explorar por los diferentes lugares.

Hoy finalmente era el día. Wei Ying estaba emocionado y triste porque Hua Cheng no estaba para acompañarlos, según las palabras de Luo Binghe estaba atendiendo asuntos en su territorio.

Luo Binghe, con su espada desenvainada, lideraba con valentía, Luo Binghe quien se encontraba emocionado por mostrarle un increíble lugar a Wei Ying.

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