✨ Epílogo ✨

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Un otoño veinte seis, del año 2007, abrí los ojos poco a poco para adaptarme a una realidad que no era el útero de mi madre

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Un otoño veinte seis, del año 2007, abrí los ojos poco a poco para adaptarme a una realidad que no era el útero de mi madre.

La primera reacción: Llorar desconsoladamente como cualquier bebé recién nacido lo haría.

Fue tan diferente pasar pruebas, que eran las etapas de la vida, la más difícil: La adolescencia.

— ¡Feliz cumpleaños! —salía una melodía entre la cancioncilla, observe a Zendaya y Sophie con un pastel de chantillí y chispas de chocolate.

Sonrió de la cierta emoción, pido un deseo y apago el fuego intenso de las velas, mis dos fortalezas observándome emocionadas, mamá con alguna lagrimitas en las mejillas.

—Diecisiete años, eres un motor muy importante, ¿Quién diría que tu nombre fue algo "improvisado"?

—Sí, me pusieron Daphne sin razón alguna, sin embargo ustedes les pusieron un significado.

Nos reíamos las tres juntas, siempre unidas.

Luego de ello, un pequeño paquete estaba en la sala, pensando que fue un regalo de ellas, hasta que leo la pequeña hoja que estaba pegada.

«No soy muy bueno en escribir cartas, te traje este regalo y espero que te guste, que le estés pasando excelente tu cumpleaños. Saludos y cuídate.

-Roderick. »

Abro la caja que estaba forrada con un fondo de tulipanes, agarro la libreta y un vestido color morado pastel, me voy a mi habitación y me la pruebo, realmente me resulta cómoda y linda.

Con unas nuevas converse las pruebo, el color blanco y morado dio una combinación muy buena.

El primer regalo de la persona que menos pensaba que se iba a acordar.

Bajo las escaleras, Zendaya y Sophie se fueron al supermercado, así que decido ir al parque, cuando llegó, cometas de niños pequeños repletaban el cielo.

Cuando cambio las cosas, fue de un giro inesperado.

Porque literalmente no me di cuenta que me estaba poniendo mejor, que vencí mis miedos a pesar de que siempre me minimizaba.

Rápidamente pensé que Violett no me hubiera llamado, capaz está ocupada y ya no tiene ningún tiempo.

— ¿Puedes sostener esto por favor? —me decía un niño con la voz muy tierna.

—Si claro—sonrió—muy bonita tu cometa.

—Gracias—se la doy—tienes unos ojos muy lindos, chau.

—Adiós... —lo dije de cierto modo sorprendido.

Regrese a casa, mamá me recibe con un abrazo y me dirige hacia la sala, Sophie y aquella me dan dos regalos, los abro y son libros y audífonos nuevos color beige.

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