Ya habían pasado varios días desde el duelo. El viaje continuó con total normalidad y nadie se atrevió a cuestionar el honor de Gram, al menos no de forma manifiesta. Habían dejado atrás Bosque Luz y se adentraban en Colinas Sombrías; el príncipe se sentía cada vez más cerca de su hogar.
Desde el duelo, el joven Maristhar no había soltado Luz de Amanecer. Cada vez que su mano quedaba sin propósito, la posaba sobre el pomo de esta. La sentía suya; con ella había quitado una vida por primera vez. Desde aquel momento, tampoco había vuelto a intercambiar palabras con Midu; se imaginaba que la princesa de Viridia no debía estar muy contenta con cómo se desarrolló el combate, menos aún con la actitud de Gram.
El chico observaba a su alrededor, los grandes picos de roca que se mezclaban con las nubes y escondían el sol tras sus cimas. Gram nunca fue el mejor para explicar sus sentimientos, pero siempre supo apreciar la belleza en el peligro, y aquellos montes tenían mucho de aquello que tanto fascinaba al príncipe.
Las horas pasaban y Gram sentía cómo el aburrimiento ganaba pequeñas batallas dentro de él. Su mente trataba de recordar el viaje de ida para estimar cuánto tiempo tardarían en llegar. Recordaba que en la ida fueron alrededor de quince días; en realidad, no sabía exactamente cuántos días llevaban volviendo, pero pensó que serían unos diez, por lo que le quedaban unos cinco días de lo que se estaba volviendo una tortura.
Sin Liam, el príncipe no tenía con quién hablar, sobre todo porque tampoco se hablaba con su esposa. Su padre estaba demasiado ocupado haciéndose el líder de la comitiva, y su madre, pese a su adoración por ella, no resultaba nada interesante para Gram. Pero en su infinito aburrimiento, Gram tomó una decisión fruto de la desesperación: trataría de charlar con Rome, aunque las charlas con la reina de Viridia solían parecerse más a una guerra de palabras, algo en lo que ella era bastante superior al príncipe.
—¿Alguna vez habíais estado en esta región? —preguntó Gram, acercándose a su caballo. La mujer parecía no prestarle atención en un principio.
—A veces se os olvidan vuestros modales, príncipe —dijo Rome. Gram entendió en seguida a qué se refería la reina.
—Perdonadme, majestad —rectificó Gram.
—En realidad, sí había estado antes. Cuando vos nacisteis, vuestro padre invitó a los grandes señores de Valoria, y mis padres decidieron que era buena idea que conociera el mundo más allá de Viridia —contó Rome—. Aunque apenas tenía siete años, recuerdo que me pareció un lugar triste.
—Siento que vuestro recuerdo sea así. Espero que esta vez sea diferente.
—Estoy segura de que lo será.
Rome siguió con la vista puesta al frente, evitando el contacto visual con Gram, aparentemente tratando de cerrar la conversación, pero el príncipe deseaba charlar con ella.
—¿Os puedo hacer una pregunta, alteza? —dijo Gram, tratando de revivir la conversación.
—Decidme —contestó Rome sin apartar la mirada del frente.
—¿Por qué elegisteis a vuestra hermana menor para el casamiento en lugar de vos misma?
Rome giró su cabeza y, por primera vez desde que comenzó la conversación, Gram consiguió captar la atención de los ojos dorados de la reina. Aunque en silencio, la reina dejó ver una pequeña sonrisa burlesca, como si una vez más se riera del príncipe.
—Cuando vuestro padre os ofreció en casamiento, lo pensé —afirmó Rome. Esto sorprendió bastante al chico, que esperaba una respuesta más tajante—. Pero, pese a ser el único heredero de Maristhar, creí que una reina os quedaría grande —esta respuesta era más parecida a la que se esperaba de Rome—. Además, yo tendré que cuidar de Viridia y vos de Rocaventia, y no sois de mi preferencia —cuando Rome dijo esto, Gram recordó que había escuchado hablar sobre la sexualidad de la reina y que era común verla con mujeres, aunque también se decía que no le hacían ascos a algunos hombres.
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Ojo de Serpiente
FantasyEntre antiguos secretos y un reino al borde del colapso, ¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar para salvar lo que amas? En Dunaria, un grupo de jóvenes ladrones roba para poder sobrevivir. A pesar de su habilidad y cuidado, acabarán por meterse...