5 AMIL

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Amil pasó unos días encerrada en su cuarto, leyendo aquel misterioso libro y le resultó extraño que nadie hubiera aparecido preguntando por él. Cada capítulo tomaba el nombre de una serpiente y relataba un poco de su historia, pero se intercalaban de manera que se complicaba leer la historia de una de las serpientes de una vez.

Leyó sobre Isendra, sobre cómo creó las montañas tan altas que rodean Glaia. Le resultó curioso que el libro también hablara de la cultura de cada región. Por el momento, su capítulo favorito era el de Naberis; explicaba que cuando Thalass, la serpiente de los mares creó la región del pantano y los grandes mares de Valoria, Naberis lo tomó como un desafío y decidió crear la Gran Marea de Arena, la región más grande de toda Valoria. Esto fascinó a la joven, que soñaba con ver aquellas dunas.

Pero su curiosidad aumentó cuando en el libro se empezó a mencionar un misterioso artefacto, el cual se forjó durante la creación para aumentar el poder de su portador y permitir a las serpientes crear Valoria. Cuando Amil leyó esto, recordó que su abuela también le hablaba de este artefacto y decía que se encontraba en algún punto del mundo, perdido, esperando a que su digno portador lo encontrara.

En ese momento, Amil unió las piezas y entendió que aquella estrella de su sueño le marcaba el camino que debía seguir para encontrar el artefacto, el cual sería fundamental en un supuesto enfrentamiento contra Erion.

La chica salió al patio de armas, donde solían estar Selen y Thoren. La chica solía verse practicando con su arco, mientras que al chico era más habitual verle trabajando el acero en la forja. Su habitación se situaba en la parte alta del castillo, y al bajar las escaleras para reunirse con ellos, se encontró con Udym, el duque de Monte Blanco y el chico con el que su madre tenía pensado casarla. Amil tenía unos diecisiete años y el duque no superaba los catorce; a priori, no es una diferencia muy grande de edad, pero mientras que Amil ya parecía una mujer, el duque apenas aparentaba ser un preadolescente.

—¿Os habéis enterado? —le preguntó el duque. La chica pensaba ignorarlo, pero sabía que no era buena idea caerle mal a Udym, ya que si la situación era tan seria como le contó Sana, necesitarían el apoyo de Monte Blanco.

—¿A qué se está refiriendo? —trató de no darle el gusto a Udym de decirlo ella misma.

—Pues vuestra madre me ha ofrecido vuestra mano —dijo él solemnemente—. Pero ¿vos qué opináis?

—Si estáis dispuestos a casaros conmigo, que así sea —dijo ella, aunque con una idea muy diferente en mente.

—Estaría encantado de poder tener una mujer tan bella como vos a mi lado.

Estas últimas palabras generaron un pequeño escalofrío en Amil. Tuvo ganas de dejarle bien claro al pequeño duque que ella era más que algo bonito que tener al lado, pero decidió que lo más inteligente para su plan sería mostrarse predispuesta al casamiento.

—Excelente, pues cuando el ambiente en nuestra región se calme un poco, estaré encantada de pasar mi vida a tu lado —le dijo ella con una falsa sonrisa en su rostro.

Udym le hizo un gesto de aprobación con la cabeza a la vez que se iba poniendo colorado. Amil continuó su camino hacia el patio de armas. Tras bajar las escaleras, dio al patio y rápidamente se dirigió a la forja.

Allí, como se imaginaba, se encontraba Thoren. El herrero era unos años mayor que ella; sus ojos verdes eran muy expresivos, más de una vez Amil le entendía simplemente con mirarle a los ojos. Su pelo castaño oscuro de una longitud media tenía unos rizos muy marcados. El chico era delgado, pero conservaba su forma atlética por el duro trabajo en la forja.

Cuando lo vio, Amil lo agarró del brazo y rápidamente lo llevó hasta la zona de prácticas de tiro con arco, donde casualmente no se encontraba Selene. Amil se sorprendió de la ausencia de su amiga en esa zona, cuando de repente una flecha les pasó a unos metros de su lado y se clavó en el centro de la diana que tenían enfrente. Al girarse, se encontraron con su amiga. Era inconfundible: esos ojos azules intensos de mirada atenta, su pelo castaño y desaliñado, y, sobre todo, la marca de unas pequeñas zarpas en su mejilla derecha.

Ojo de SerpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora