15 MIDU

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La joven observaba cómo Gram se acercaba a ella. La oscura melena del príncipe se movía con el viento, y la cálida luz de la mañana se reflejaba en su blanca piel. Midu trató de ignorar su presencia, volviendo a poner todo su interés en la pequeña margarita que se encontraba delante de ella. Esa flor le recordaba que aquello que amaba podía florecer en cualquier lugar. A él no le importaba desgastar su confianza, y desde entonces el príncipe ni siquiera había intentado excusarse por sus acciones desmedidas. De hecho, no habían mantenido una conversación privada desde antes del duelo.

—Podemos hablar —su tono resultaba afable. Incluso se sentó sobre la hierba al lado de la princesa para tratar de volver a conectar con ella. Midu se mantuvo distante ante la petición de su marido, para demostrarle que aquella confianza ganada con la promesa se había perdido.

—Hablad si queréis, sois libre de hacerlo.

—Midu, por favor. Sé que no hay palabras que puedan deshacer lo que ha pasado, pero quiero que sepas que me siento profundamente arrepentido. No puedo dejar de pensar en el dolor que te he causado —el príncipe volvía a encontrarse con los ojos de Midu, aunque estos lo juzgaban e incomodaban.

—¿Cómo pudiste hacerlo, Gram? Me prometiste que lo dejarías con vida. Él confiaba en ti, y yo también —Gram se veía arrepentido y vulnerable, pero el recuerdo de Liam aún la atormentaba por las noches, recordándole la promesa de que todo saldría bien.

—Querida, no me reconozco en ese momento, pero he aprendido de mi error —quiso reiterar Gram. Agarró la mano de Midu y continuó con su discurso—. Quiero que sepas que haré todo lo que esté en mi poder para compensarlo. Piensa en el futuro que estamos construyendo juntos. Nuestra posición, nuestro legado... todo eso depende de que nos mantengamos unidos —la chica seguía decepcionada y disgustada con él, pero también era consciente de que aquello no cambiaría su vida, pues al final el camino hacia Rocaventia era inevitable y ella debería pasar el resto de su vida al lado del príncipe Gram. Por lo que decidió otorgarle un falso perdón, por el bien de ambos.

—Entiendo que lo que sentisteis durante el duelo os nubló el juicio —dijo Midu, apartando la mirada de Gram y retirando la mano que él agarraba. Esta misma la posó sobre la flor y la hizo crecer por lo menos un palmo más. Gram se quedó asombrado, aunque fuese una muestra pequeña, era la primera vez en su vida que veía el poder de la magia con sus propios ojos—. Si lo que buscáis es mi perdón, ya lo tenéis.

—Sois una mujer verdaderamente especial —dijo Gram, posando su mano en la mejilla de Midu y tratando de hacer que sus miradas volvieran a encontrarse—. Para mí, la más especial de toda Valoria. No deseo vuestro perdón, deseo que aprendamos el uno del otro, que nos hagamos mejores personas, quiero que seamos uno.

Midu se sentía realmente emocionada con las palabras de Gram. Quizás ella pudiera darle algo de luz al príncipe tiniebla. Ella también sentía que debía mejorar en muchas cosas, y admiraba el orgullo propio del príncipe.

No quería seguir pareciendo distante, por lo que tomó la decisión de darle un apasionado beso al príncipe, quien pronto se unió a ella, besándola mientras le acariciaba el cabello castaño con toques dorados. El resto de la mañana la pasaron charlando, riendo y revolcándose por la hierba. La inocencia de la princesa parecía haber contagiado al príncipe, quien hacía años que no se sentía tan libre como en ese momento.

Decidieron acercarse al riachuelo de cristalinas aguas. El príncipe la tocó y comprobó la frialdad de estas. Los dos se sentaron a su orilla y reanudaron sus charlas.

—Este lugar es bonito, ¿no? —preguntó Gram. Él era consciente de que la región de la que provenía Midu era una de las más bellas de toda Valoria, mientras que la suya era de las que menos belleza aportaba.

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