1. Aserejé

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Mira lo que se avecina

A la vuelta de la esquina



Cuando al despertar esa mañana había visto la piscina bañada por el sol y las montañas brillando en verde a su alrededor, había pensado que su dramatismo había sido exagerado e infundado. Disfrutaría el tiempo que tuviera hasta que le echaran por no participar.


Juanjo tomaba el sol en una de las tumbonas de tela que rodeaba la piscina. Escondido tras sus gafas de sol, giraba el cuello en un ángulo casi imposible para espiar al protagonista de aquella expedición: Martin Urrutia.


Los músculos del brazo de Martin se marcaban mientras exprimía naranjas y su entrecejo se arrugaba de manera adorable. Juanjo le observaba, a él y a los tres pretendientes que le rodeaban. Dejó ir un suspiro, dos de los chicos estaban sentados en la isla de la cocina, y otro cerca -demasiado cerca- de pie a su lado, como si quisiera poner su mano encima de la de Martin para ayudarle a exprimir esa maldita naranja. Juanjo sintió como apretaba los dientes, dejó ir un bufido y apartó la mirada. No pensaba rebajarse a ese nivel ni por el mismísimo David Bisbal.

Cerró los ojos y se concentró en el calor cosquilleando su piel, la risa de sus compañeros que jugaban en la piscina y los pájaros sonando como una orquesta a su alrededor.


Le habían llevado allí a rastras, pero tenía que admitirlo, el chico era... no estaba nada mal. Definitivamente, le rodeaba una especie de aura de artista. Había visto algunas películas en las que aparecía, aunque pocas, la mayoría eran demasiado indies para entrar en su rutina de visualización habitual. Se preguntaba que estaría haciendo alguien así en un programa como ese, ¿acaso quería lavar su imagen de algún escándalo reciente? No le sonaba haber visto nada por TikTok, pero tampoco le había importado lo suficiente como para documentarse con antelación. De hecho, había decidido ignorar su eventual llegada con la esperanza de que nunca se produjera. Era evidente, que todo había sido en vano, pues se encontraba perdido en una isla del caribe, en una casa de ensueño, rodeado de chicos dispuestos a competir entre ellos para conseguir el "amor de sus vidas". Ahora tenía un nuevo plan, uno que no iba a fallar: iba a tumbarse cuál lagartija al sol y a hacer absolutamente nada para contribuir en las tramas de ese teatro absurdo.

La noche anterior había empezado todo; el programa había preparado un catering en la playa y había reunido allí a todos los pretendientes. La puesta de sol les teñía de naranja, y todos andaban sin rumbo fijo entre los diferentes puestos de comida. La expectación se palpaba en el ambiente y, pese a mostrar una actitud amigable, todos sabían que se encontraban entre rivales.

El elenco era de infarto: directores de cine, deportistas, bailarines, actores, compositores de música clásica y productores. La lista de profesiones de los aspirantes parecía sacada de las nominaciones al aragonés del año. Y entre ellos, estaba él, en pleno auge de su carrera como cantante, a la espera de empezar su gira por América Latina, sus padres habían decido que ese era el momento ideal para que se presentara a un programa "para encontrar su media naranja". Todo había empeorado cuando Juanjo había acudido a su manager con la esperanza de que este les hiciera entrar en razón. Para su desgracia, su manager había exclamado de júbilo, diciendo que era la mejor idea que habían podido tener. Estaba seguro de que haría a Juanjo más cercano, le abriría a nuevo público y provocaría una mayor respuesta emocional entre sus fans. El equipo de marketing, había reaccionado igual o mejor. Juanjo había tenido la esperanza, durante más tiempo del que estaba dispuesto a admitir, de que todo se tratara de broma demasiado elaborada.

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