4. Por la raja de tu falda

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Era una tarde tonta y caliente

De esas que te quema el Sol la frente


Hacía mucho calor, pero hoy no podían bañarse en la piscina, al menos de momento.

Todos estaban en el exterior, delante de cada uno de ellos había un caballete con un lienzo en el que ya habían empezado a aparecer los primeros colores.

Los que habían tenido suerte se encontraban cobijados bajo la sombra de alguna de las pocas palmeras que se erigía en esa parte del jardín. Juanjo no era uno de ellos. Llevaba la ropa más fresca que había encontrado, una camisa ligera de lino y unos pantalones cortos a juego. Pero no era suficiente, le sobraba hasta la piel. Notaba las gotas de sudor bajando lentamente por su espalda y el pincel resbalándose entre sus dedos. Sus únicas armas, una gorra y un termo de agua fría, que descansaba en la mesa de las pinturas.

A su alrededor, las cámaras y el equipo de producción se repartía para poder captar todos sus movimientos. Delante de ellos estaba Martin, subido en una pequeña plataforma de madera, era el modelo que debían pintar. Juanjo reseguía su figura, aunque su habilidad con el pincel no precisaba de que reparara en muchos detalles. Vestía una camiseta roja sin mangas y una falda tejana que le marcaba la cintura y le llegaba a las rodillas. Sus piernas estaban ligeramente separadas y su conjunto remataba en unas sandalias negras de estilo romano. Tenía la vista al frente, por encima de sus cabezas, como si alguna nube le hubiera llamado demasiado la atención. Juanjo buscaba entre los colores, pero no conseguía encontrar ninguna combinación que pudiera hacerle justicia.

- Pareces un dios - Rudy suspiró desde dos caballetes a la izquierda.

La frase le pareció ridícula, pero era consciente de que podría haberla pronunciado él. Oyó una risa reprimida a su lado y, al girarse, vio a Carlos intentando disimular rascándose la nariz. Sus miradas se encontraron y este levantó las cejas con gesto de complicidad. Llevaba el pelo largo recogido en un moño y los brazos llenos de tatuajes.

Su lienzo rebosaba de color, y la forma de Martin ya se adivinaba sobre un fondo de distintas tonalidades de azul. Carlos era un maestro del pincel, si quería causar impresión, esta prueba se lo permitiría.

Martin parecía relajado, pero Juanjo podía ver como su piel se perlaba por el sudor. El ambiente era sofocante y el calor pegajoso.

Exceptuando a Rudy, cuyo cuadro no era bueno, pero sí pasable, el nivel de los concursantes era digno de alumnos de tercero de primaria no muy aventajados. Juanjo dejó que ese pensamiento le consolara. Su Martin parecía un soldado de la guardia inglesa con el gorro desarreglado. Ahora se disponía a pintar el fondo y no podía evitar pensar que debería haber procedido en el orden inverso.

Cuando levantó de nuevo la mirada, Rudy avanzaba hacia Martin a pasos largos y lentos. Las cámaras parecían seguirle, interesadas en sus movimientos. Se paró delante de él, y se quedó unos segundos contemplándole.

Juanjo sintió como se exasperaba, apretó el pincel y los dientes, ¿qué cojones hacía tan cerca?

-¿Qué cojones haces Rudy? - la voz de Carlos resonó con fuerza y Juanjo respiró aliviado cuando Rudy se giró.

-¡Los burros no se transparentan, compañero! - Emilio se sumó a la protesta.

-Eso, sal de ahí.

-Por favor, para lo que estáis haciendo os bastaría con una fotografía - Rudy frunció las cejas y puso los brazos en jarras -solo quería contemplar esta obra de arte más de cerca.

CaribeMix2000Donde viven las historias. Descúbrelo ahora