8. Salomé

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Es que tu cintura, mi sutil locura

Me vas atrapando, me vas elevando



Cuando la luz empezó a molestarle, todo lo que le rodeaba era paz. El cantar de los pájaros se filtraba y sentía el sueño engancharse a sus articulaciones. Cerró los ojos con fuerza, sus dedos y sus brazos contrayéndose alrededor de algo suave y mullido. Respiró profundamente; olía al frescor de la lluvia, con un regusto dulce que le anclaba y se filtraba por cada poro de su piel. No sabía que era, pero le volvía loco. Era... terriblemente acogedor.

Frotó la mejilla contra ello y sintió las cosquillas que le bajaban por el cuello, se extendía por su pecho. Retrajo también las piernas, apretando lo que fuera que estaba entre ellas, acercándolo más a él. Le invadía la sensación abrumadora de estar en casa. Todo era tan cálido y reconfortante. Quería estar más y más cerca. Quería que ese momento se alargara un poco, que no terminara nunca.

Parpadeó intentando adaptarse a la claridad. Poco a poco, iba recobrando la conciencia. Pronto empezó a reconocer las figuras de los compañeros durmiendo a su alrededor. Y entonces recordó, sintió el sudor frío bajarle por la espalda; estaba en CaribeMix, la excursión, la lluvia, la serpiente, los relatos de terror y... Martin.

Se quedó muy quieto. Estaba abrazando a alguien. Muy fuerte. Los nervios le latían en el centro del pecho. Retiró lentamente el cuello hacia atrás, con pánico a que la persona se despertara y le encontrara cuál koala agarrado al último árbol de la tierra.

Y entonces le vio, a escasos centímetros de su cara: sus cejas despeinadas, las pestañas exageradamente largas, las pecas repartidas por sus pómulos de manera delicada, sus mejillas sonrojadas. Tenía una expresión de paz en el rostro, respiraba suavemente, su bigote y el bello de la barba amenazando con crecer en apenas un día, sus labios entreabiertos, esos labios que le estaban volviendo loco, tan perfectos, tan...

"¡Clap, clap, clap!"

-¡Buenos días a todas bellas durmientes!

Juanjo pegó un bote, soltando a Martin, quién cayó contra el suelo y se golpeó la cabeza.

El vasco protestó, llevándose la mano a la zona afectada. Empezó a incorporarse con dificultad e intentaba abrir los ojos.

Juanjo le observaba, trataba de estabilizar su respiración y no parecer demasiado culpable. Sentía sus mejillas arder y la vergüenza correr por su cuerpo. ¿Le habría visto alguien?

-¿Qué ha pasado? - Martin le miraba frunciendo las cejas.

-Nada, - pero su voz sonaba chillada,-¿por qué lo dices?

-¿Juanjo? ¿Estás bien?

-Superbién, nunca he estado mejor - pero ante el miedo a que se malinterpretaran sus palabras, se corrigió, - he dormido fatal. Muy mal.

-Hmm hmm, - Martin emitió pequeños sonidos mientras estiraba sus extremidades para desperezarse - perdón, - dijo volviéndose hacia él - creo que me muevo mucho cuando duermo, seguro que te he aplastado.

No quería hacerle sentir mal, pero aún menos revelar que era él el que casi le estrangula.

-Sí, un poco. Pero no te preocupes.

-Ya...

Se pasaba la mano por el flequillo para enderezarlo, pero era una tarea bastante imposible sin un espejo en el que mirarse.

-Gracias. Por anoche. Me ayudó dormir aquí.

Martin también se pasaba los dedos por el pelo, en un esfuerzo infructuoso para peinarlo.

CaribeMix2000Donde viven las historias. Descúbrelo ahora