6. Qué la detengan

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Me ha robado la calma,

Se ha llevado mi alma

Y no me ha dejado na



De Martin decían que era un mago, que podía controlar cada una de sus expresiones al milímetro, ser consciente de cada uno de sus gestos, no mover ni el dedo pequeño del pie sin haberlo planeado antes. Se enorgullecía del control que había logrado sobre su cuerpo, tan solo un músculo se le escapaba de manera obstinada y compulsiva: su corazón.

Cualquiera diría que era porque lo había consentido demasiado, siempre dispuesto a seguirle allí donde le llevara.



La luz de la mañana apenas rozaban las finas sábanas de algodón. Martin se desperezaba entre bostezos y el sol caía sobre sus brazos y su pecho provocándole suaves cosquillas por el cuerpo.

Levantó las manos para contemplar sus uñas, el azul índigo contrastando con la palidez de su piel. Había querido pintárselas durante tanto tiempo... era una tontería, pero le emocionaba verse así.

Sus pensamientos se trasladaron a la noche anterior. Juanjo había parecido un sueño; tan guapo, tan concentrado, tan peligroso. No podía dejar de dar vueltas a la pregunta que le había hecho. Claro que le habría dado la cita, una y mil veces sí, solo con que él hubiese querido. Quizá solo lo preguntó por ego, o por vanidad, a todo el mundo le gusta sentirse deseado. Quizá simple curiosidad. El caso es que Juanjo no perdía nada, pero él se lo jugaba todo.

Se incorporó dejando ir un suspiro de frustración. Estiró espalda y brazos, parpadeando para librarse del sueño que aun tenía enredado en las pestañas.

Los pájaros cantaba insistentes y la brisa, ya cálida, entraba lentamente por la ventana.

Se había imaginado que allí todo sería perfecto; la gente que se presentaba quería estar con él, habían pasado castings, entrevistas, enviado cartas y vídeos de presentación... Un lugar a prueba de corazones idiotas como el suyo, eligiera a quien eligiera solo podía ganar. Excepto que no podía. Y esa excepción tenía nombre y apellido: Juanjo Bona.

Abrió la puerta de la habitación para ir al baño a prepararse.

-¡Fiu fiu!

Y parece que los chicos le habían visto.

-¡Ojalá fueras el sol para darme todo el día!

-Oooh Maggtin despegtag tan guapo como siempgeee! - Sam también lo intentaba.

Rodó los ojos, en sus labios una suave sonrisa de incredulidad. 




Hacia el mediodía, se dispusieron a ver el resumen de las citas que se emitiría por televisión. Habían colocado a Martin en el centro del sofá y, los demás, se repartían a su alrededor. El equipo de producción se situaba delante de ellos, detrás de unas enormes cámaras, dispuestos a captar cada mínima reacción que pudiera ser interesante para el público. Los grandes focos los deslumbraban y costaba un poco ver las imágenes en la pantalla.

La primera cita era la de Cris, en el vídeo se les veía a ambos intentar hacer windsurf en un mar en el que no soplaba ni gota de viento.

-Os tendrías que haber llevado a Emilio - Richi bromeaba - con los pedos que se tira habríais llegado a España.

Todo estallaron en carcajadas y se sumaron a los comentarios.

El ambiente era distendido. Carlos, a su lado, jugaba con uno de los mechones que se había escapado de su moño. Roberto y Sam se sentaban en el suelo, apoyando la espalda en el sofá.

CaribeMix2000Donde viven las historias. Descúbrelo ahora